Otra vez estuvo en Bolivia Juan Carlos Monedero, politólogo, profesor universitario, uno de los fundadores de Podemos de España. Vino a presentar el IV tomo de Pensando el mundo desde Bolivia, que esta vez compila las intervenciones de 24 intelectuales en seminarios internacionales organizados por la Vicepresidencia.
Monedero, cuyo libro Curso urgente de política para gente decente lleva nada menos que 14 ediciones desde 2013, se sacó tiempo para hablar con Animal Político, entre otras cosas, de cómo la izquierda necesita de innumerables cables a tierra.
— Venezuela. Estuvo varios años de asesor allí…
— Los años más luminosos, con el presidente Hugo Chávez, cuando salieron millones de personas de la pobreza, se alfabetizó el país, se hicieron infraestructuras, cuando se logró revertir buena parte de las políticas neoliberales; pero se fracasó a la hora de revertir los problemas históricos de Venezuela.
— ¿Problemas históricos?
Los años más luminosos, con el presidente Hugo Chávez, cuando salieron millones de personas de la pobreza, se alfabetizó el país, se hicieron infraestructuras, cuando se logró revertir buena parte de las políticas neoliberales…
— Venezuela es un país que nunca tuvo minas; al no tenerlas, en la Colonia no fue un virreinato, solo una capitanía general; en el siglo XX, cuando se empieza a armar el Estado, aparece el petróleo. Así, es un Estado caracterizado por obtener la plusvalía no de dentro y, por tanto, sin confrontación política, sino de fuera. El Estado venezolano siempre ha sido profundamente ineficiente, y al serlo ha dejado abierta la puerta a la corrupción. El segundo problema es que la cultura rentista allí no ha permitido hacer una cultura del trabajo, de la investigación, de la innovación, y ahí ha fracasado. Y justo cuando muere Chávez se hunden los precios del petróleo. Maduro se encuentra con que se le ha hundido la economía y no tiene los equilibrios que había construido Chávez. Con todo, ahí está, aguantando, lo cual demuestra que una parte importante de la ciudadanía, yo no sé si quiere a Maduro, pero lo que está claro es que no quiere a la oposición. Se repite con Nicolás aquello que se decía con Chávez: me parece muy bien que usted no sea chavista, pero usted lo que tiene que ser es anti-antichavista, porque es una cuestión de democracia. La oposición allí es golpista, no es patriota; está dispuesta a entregar el suelo venezolano a los mariners para que lo rieguen de sangre. Y eso es intolerable.
— ¿Bolivia, su perspectiva?
— Después de analizar los problemas internos de Podemos, de Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Brasil, estoy convencido de que el principal problema de la izquierda en América Latina ha sido su fracaso a la hora de construir un partido-movimiento. Creo que ese ha sido el error del PSUV, Alianza País, del Frente Sandinista, del kirchtnerismo, también de Podemos. En cambio, creo que en Bolivia, al tener la mayor densidad de movimientos sociales del continente, fue capaz de establecer un mestizaje virtuoso entre la estructura burocrática, necesaria, de un partido y de un gobierno, y ese elemento comunitarista de base, que construye una gran conversación, un intercambio constante entre los adentros y afueras de la institución y de la sociedad; es un elemento mágico que, si fuéramos capaces de extraer la fórmula, tendríamos que repetirlo en todos los países.
— ¿Algunas condiciones?
— Tres cosas, que no se pueden inventar, pero que se pueden ir construyendo. Uno, liderazgos muy poderosos; lo que hay que hacer es alimentarlos; no es posible que solo haya un Bolívar, un Chávez, un Evo; entre esos niños que están jugando, tienen que estar muchos Evos, lo que pasa es que hay que darles la posibilidad de que vayan construyéndose como tales. Dos, está el elemento del partido, que tiene que entenderse a sí mismo como partido-movimiento; y eso solo se logra cuando sus dirigentes tienen la amplitud de miras suficiente como para estar constantemente escuchando al movimiento. Tres, una base comunitaria muy fuerte, lo que se consigue acaso mandando a la estructura del partido a estar constantemente deliberando con la sociedad. Añadiría otro elemento, para mí muy importante: ¿por qué los pobres terminan votando a sus verdugos?, ¿por qué en cuanto ascienden un poco en la escala social, se olvidan y se sienten clases medias aspiracionales?; no son clases medias ni por asomo pero abandonan a los que les sacaron de la pobreza y a los que todavía están en la pobreza; es como que suben la escalera y luego la patean.
— ¡Qué buena imagen!
— Creo que ahí ocurren varias cosas: uno, es un error nuestro por no hacer formación, para que no pase lo que le contestaron a Dilma Roussef, cuando hizo una encuesta sobre Bolsa Familia a las mujeres; cuando 75% de éstas reconoció que había mejorado muchísimo su vida, y a la pregunta de a qué cree que se debía esa mejora, ellas dijeron: “Gracias a Dios”. En segundo lugar, tenemos que hacer políticas no solo para los sectores más golpeados, sino también para los que están un poquito mejor, porque si no, éstos piensan que al mejorar ya les han olvidado, y por eso dicen: “Voy a votar a los que representan a los ricos porque como yo aspiracionalmente soy rico, éstos me van a ayudar”; lo que es mentira, pero eso te enajena una parte del voto.
— Al hablar del quinto aniversario de Podemos, y el distanciamiento de Errejón, usted concluía: Y es que la izquierda tiene una maldición, el fraccionamiento…
— Siempre se dijo que a la derecha le une los intereses y a la izquierda les separa los ideales. La izquierda, por lo general, siempre está disputando un mundo alternativo y por tanto casi siempre está en el mundo de las ideas, somos más inteligentes en el diagnóstico que en la propuesta, porque las propuestas suelen ser más mediocres que nuestros sueños intelectuales. Por eso yo digo en todos los países que uno de los ejercicios intelectuales más inteligentes que conozco son estos diálogos por el mundo [Pensando el mundo desde Bolivia], que hace el Vicepresidente, aunque creo que lo hace desde una posición amablemente sádica, porque convoca a todos los intelectuales de la izquierda creo que para dejar claro que los intelectuales de la izquierda no tienen nada claro qué demonios hay que hacer.
— ¿Tanto así…?
— En esos libros, los intelectuales más brillantes vienen a La Paz a decir: “Hay que pensar en esto”; como para decirle: “Pero qué ha hecho usted toda su vida”; o sea, bajen a tierra, pongan una parte de su enorme inteligencia al servicio de no sé… qué ocurre con los semáforos o las alcantarillas; y es que si no bajas a tierra es que no has entendido las cosas; creo que tenemos la obligación, la izquierda, de dejar de estar pensando en el éter, porque el éter está tan lejano de la realidad, que por una pequeña coma montamos una Internacional diferente. Mientras que cuando tú estás en la gestión de las cosas, lo importante es lo que aportas; en ese sentido, las mujeres son infinitamente más inteligentes que los hombres; porque en la discusión política, mientras los hombres estamos como esperando el desencuentro para hacer nuestro propio partido, mientras que las mujeres son más prácticas y van a entender qué puede aportar cada una de ellas; uno de los grandes optimismos que nos habitan, tanto en Europa como en América Latina tiene que ver con el papel de las mujeres.
La izquierda, por lo general, siempre está disputando un mundo alternativo y por tanto casi siempre está en el mundo de las ideas, somos más inteligentes en el diagnóstico que en la propuesta…
Creo que en España la revolución, que va a ser ecologista, de reparto del empleo, de los cuidados a los de dentro y a los de afuera, va a ser protagonizado por las mujeres, porque en el mundo, tan complejo, atravesado por aquello que decía Gramsci, de que lo viejo no termina de marcharse y lo nuevo no termina de llegar, creo que solamente los cerebros ricos de las mujeres pueden solventar esta situación. En ese sentido, cuando vengo a Bolivia y veo al gobierno de Evo, que es hombre, creo que esa cultura también indígena que él representa tiene muchos elementos femeninos, y que seguramente eso explica buena parte de su éxito en un mundo de la izquierda, donde se sigue dando palos de ciego, cuando lo que necesitamos, como decía Mario Benedetti, es dar palos de vidente.
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Juan Carlos Monedero. Reivindica el papel de Podemos en la actual coyuntura española, de su empeño por construir un programa y gobierno de izquierda allí. Deplora cómo los grandes medios que quisieron «sepultar» a Podemos, hoy alientan la división encabezada por Íñigo Errejón.
Datos:
Nombre: Juan Carlos Monedero
Nació: 12 de enero de 1963, en Madrid, España.
Profesión: Ciencias Políticas y Sociología.
Ocupación: Profesor en varias universidades.
Perfil:
“Si queremos que las ideas se hagan ciudad, necesitamos reinventar las palabras de la política, convertirlas en cubos de agua fría que caigan sobre nuestras templadas cabezas…”