Nuevos Retoños Literarios siguen abriéndose camino y uno de ellos es el de Franklin Díaz Tabares. Gusto descubierto por la escritura, sueños almacenados que afloran y se transforman en expresión escrita. Compartimos este hermoso cuento para continuar nuestro recorrido con los autores emergentes.
Lili y el señor farol
La tormenta era sumamente pesada,
las grandes gotas impedían su vuelo,
una tras otra la golpeaban
derribándola al suelo.
Ella no perdía la esperanza,
de encontrar su rumbo perdido,
un fuerte viento la había arrojado muy lejos
de sus seres queridos.
Uno tras otros la golpeaban,
los vientos inclementes no cesaban,
y aunque caía al suelo desconsolada
su fuerte corazón no se quebraba.
Ya sin fuerza, más no podía,
sus alas mojadas ya no movía.
Este último viento era tan fuerte que
la arrastró hasta el filo de la muerte.
¡Pum! Chocó contra el duro suelo,
quiso levantarse, mas no pudo alzar el vuelo.
El viento la metió por la ventana
de una vieja cabaña por años abandonada
Y allí no pudo más,
se dedicó a morir en aquel suelo
sus fuerzas le abandonaban
y le abandonaba su último consuelo.
El agua chorreaba por su cuerpo,
tirada en el piso no se movía,
sus ojos entrecerrados
sólo miraban su agonía.
—¿Quién eres? gritó el farol,
¿Qué te ha pasado?
¿Estás maltrecha por la tormenta?
y tus alas se han mojado?
Mas ella no respondía,
fuerza ya no tenía,
—Descansa, dijo el farol,
estas a salvo en mi humilde compañía.
Quiso levantarse y no pudo,
la venció el cansancio,
y sus ojos se cerraban mientras el farol la secaba
y la acostaba en un lecho tierno y seguro.
Retoños Literarios
Al salir el sol, ella despertó.
—¿Donde estoy? dijo, ¿qué me ha pasado?
—¡Es que los vientos a mi casa te han arrojado!
Dijo el farol junto a la cama sentado.
—Tres días has dormido y yo te he cuidado.
—Pero, ¡no sé donde estoy! dijo ella,
No reconozco estos paisajes.
—Eso no importa por ahora, replicó él,
lo importante es que has sobrevivido con coraje.
Ella intentó ponerse en pié
pero el cansancio era mucho,
—¡No puedo! dijo ella,
Aunque con esfuerzo luchó.
—Descanse señorita, dijo el farol.
Aun le faltan fuerzas.
—Pero mi familia me estará buscando
y pensarán que estoy muerta.
—No se preocupe, apenas descanse
y sus fuerzas haya recobrado,
volverá a los suyos que
tanto le han amado.
Mientras ella dormía, el sol se alejaba
y la noche en el techo se posaba,
y al despertar en medio de la oscuridad estaba,
y se preguntaba
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué tanta oscuridad?—
—¡Ay! contestó él. Hace muchos años que solo he quedado
y la luz de mi interior se ha apagado,
ya nadie viene a visitarme
todos los amigos se han marchado.
—Vivo solo en esta cabaña que hasta el tiempo ha olvidado.
Hace años no tengo la luz, y mis esperanzas se han secado,
he buscado a la vida aferrarme pero en momentos morirme he deseado.
Mi vida es muy triste pues sin luz me encuentro
¡y se supone que de esta casa soy el centro!
Que les diera luz para siempre todos esperaban,
pero ahora no recibo ni una mirada.
Cuando en mí había luz, yo era el centro de la casa,
Pero ahora triste… triste… mi vida pasa.
No quiero importunarla con mis cuentos,
ya es muy triste la noche sin la luz,
para que también escuche mis lamentos.
—No se preocupe señor farol, usted ha sido un caballero,
por eso darle un regalo quiero,
Así que se puso en pie, y le dijo:
Yo soy Lili la luciérnaga,
y de luz tengo repleto el corazón
y en su honor haremos una celebración.
El señor farol no pudo esconder su asombro,
¡era luz! levantó la cabeza y dejó caer sus hombros.
No podía esconder su alegría, la luz aparta las sombras
y aleja la melancolía.
No podía hablar de la alegría
¡era luz! que por todas partes se metía.
¡su luz ha llenado mi interior!
—Oh señorita Lili, es usted la mejor compañía,
ha hecho muy feliz a este humilde farol.
—¡Pero si no es nada! usted ha salvado mi vida.
Usted me dio esperanza cuando me encontraba perdida.
Mi luz es algo natural, no puedo dejar de brillar,
lo único que hago es mi corazón reflejar.
—Para usted señorita Lili no significa mucho,
pues llevas su luz por dentro
pero para mí, es la vida, por ella lucho,
pues día a día solito me encuentro.
y Lili la luciérnaga se metió en su corazón
mientras él no cesaba de entonar una canción.
La alegría desbordaba, la luz salía
y llenaba todos los rincones de alegría.
—Pero ¡pronto debo irme!
dijo Lili la luciérnaga.
Mi familia estará triste,
esperando que yo vuelva.
—¡Oh Dios! exclamó el farol— no lo había pensado,
que usted pronto se marchará de mi lado.
Pero es cierto su familia la espera
y quizá por la angustia desesperan.
—No quiero dejarle, dijo Lili.
Salvó mi vida y no tengo como pagarle.
Replicó el farol muy contento:
—Usted ha llenado de alegría mi sufrimiento.
ella sonreía con pícara melancolía
—Y usted señor farol es mi complemento
—Por eso no me arrepiento de haber
estado solo tantos momentos.
—Ni yo de haber perdido el rumbo
y que los vientos de la vida me dieran tumbos.
—Pero ¡necesito de su luz! dijo el farol
y yo de su cuidado, ella contestó,
mientras su luz se tornaba en un pálido rosado
al fin nos hemos encontrado.
—Tengo una solución,
que quizá a todos mantenga contentos
traiga a su familia a vivir aquí adentro.
—Es una grandiosa idea
venir a vivir esta casa
digamosle a mi familia a ver que pasa.
Retoños Literarios
Semblanza del autor
Franklin Díaz Tabares, nació y reside en Valencia en 1966, es Reverendo de la I Iglesia Bautista «Luz de Esperanza». Es T.S.U en Mecánica y Teólogo del Seminario Bautista de Valencia. Creador y Director de Psicología Pastoral, además es terapeuta en Psicología Pastoral. Comenzó a escribir cuando cursaba bachillerato en el liceo Pedro Gual.
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