MOHAMED ABÍ Hassan-taller de cronistas comunales-Mariara-Poesía en compañía

Quisiera comenzar diciendo que la XI Cohorte de este maravilloso taller dictado en el municipio Diego Ibarra hace honor a la memoria siempre viva de Gilberto Antolínez (figura emblemática de la arqueología y del movimiento indigenista en Venezuela, junto a Alejandro Colina, entre otros).

Vale la pena mencionar que me sumé a esta maravillosa aventura de iniciar un taller de esta trascendencia, gracias a la invitación que me hiciera el poeta, cronista de San Antonio de Los Altos y director de la Revista Nacional de Cultura, Antonio Trujillo, quien desde el comienzo me convenció de que sí valía la pena el esfuerzo.

Desde entonces, en el Salón de Sesiones del Concejo Municipal, pudimos contar con la presencia de diferentes personalidades relacionadas con el oficio de contar tanto la macrohistoria o historia oficial, como la microhistoria o pequeña historia, conocida también como historia matria o “intrahistoria”, como la denominó Miguel de Unamuno en 1890, refiriéndose a la historia construida por personajes anónimos, de la cotidianidad, casi invisibles, quienes luego de muchos siglos  por vez primera tienen voz propia y son protagonistas de su vida en el barrio o urbanización donde viven, generando un proceso de reencuentro y relación más cercana con el lugar, es decir, con ese mirarse a sí mismo y contar la historia no contada por la historia oficial.

Al respecto, es importante destacar que la figura del cronista oficial data de principios de 1600, pero es a partir de 1990 que surge el cronista comunal, tal como hoy día le conocemos. Ya en 1945, Enrique Bernardo Núñez, nuestro primer cronista del siglo XX y al que en su honor se estableció la fecha de su natalicio, el 20 de mayo, como Día Nacional del Cronista, apuntaba que “hay otro cronista que es el pueblo mismo, según se desprende de sus palabras a la prensa dos días después del nombramiento:

 

«El pueblo mismo es el cronista por excelencia… No concibo el papel de cronista de Caracas como un encasillamiento en el pasado. Cuidar de esta como parte de la historia de la ciudad es cuidar de una herencia. Nos interesa porque forma parte de un paisaje: nosotros mismos” (Diario El Nacional, Caracas 17 de enero de 1945).

 

En este sentido cabe destacar que esta actividad contó con la participación de un público heterogéneo cuyas edades oscilaban entre los 9 años y los 80 años, aproximadamente, los cuales cada miércoles de la semana colmaron el auditorio de la Cámara municipal con su presencia- se estima un número conformado por 60 u 80, y algunas veces no menos de 40 talleristas, durante los más de tres meses que duró.

Por ese espacio pudimos conocer hechos y personajes de nuestra historia, de una forma muy especial, gracias a la alquimia del verbo de los diferentes ponentes. Así, nos deleitamos sobremanera con la ponencia de nuestros amigos, el antropólogo Omar Idler y el investigador de la arqueología, Rafael Páez, ambos llevándonos de las manos de la imaginación a recorrer las vivencias de nuestros pueblos originarios, llámense wayuú, yukpa, yanomami, pemones, waraos, caribes o arawacos, entre otros, hasta finalmente invitarnos a trasladar a la milenaria piedra de Las Casimbas o piedra de Los Pilones, a pocos pasos del ente municipal.

Allí en presencia de la exuberante naturaleza, Idler realizó un viaje en el tiempo para explicarle a un público ávido de conocimientos toda su interesante investigación acerca de los rituales ceremoniales practicados en el yacimiento arqueológico por la etnia de los arawacos, que se asentó en las orillas del río Mariara, entre los siglos VII y VIII de nuestra era.  Seguidamente, le correspondió al acucioso historiador y profesor de postgrado de la UC, Ángel García, disertar sobre la singular historia regional, recordándonos que Valencia es una ciudad con un papel protagónico en la historiografía venezolana, sobre todo de los dos últimos siglos, ya que fue capital de Venezuela tres veces; en su suelo se libró la decisiva Batalla de Carabobo; y sediciosamente, a través de la Cosiata, se llevó a la separación de Venezuela de Colombia la Grande, como gustaba llamarla Bolívar, produciéndose de esta manera un interesante intercambio con los asistentes.

Luego, el siguiente miércoles, el poeta y cronista, Antonio Trujillo, tomó la palabra para darnos una clase magistral de literatura y oralidad que él denominó con el sugestivo título de “Cómo escribir hablando”, cautivando así a sus atentos oyentes que no cesamos de hacerle preguntas y establecer una larga conversa que se extendió, aún después de haber concluido formalmente, al café cercano al ente municipal, donde durante varias horas, nuestro amigo nos encantó con su afán y donaire característico.

Aquí es oportuno destacar el destacado papel que en la historia de la crónica han jugado los poetas, desde el primer cronista de Indias, el conquistador español Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (Madrid 1478-Valladolid 1557), pasando luego por el primer cronista de Venezuela, el soldado y poeta Fernan Ulloa, designado por la corona española en 1593; hasta llegar al pasado siglo XX donde nos encontramos, casi cuatro siglos después, con nuestro Enrique Bernardo Núñez, a quien ya citamos, todos ellos poetas.

Siguiendo con el orden de participación de nuestros destacados ponentes, nos encontramos con el investigador del patrimonio del estado Carabobo, Euclides Rojas, pedagogo, músico, fundador de la agrupación Budare y Leña e investigador de las manifestaciones tradicionales venezolanas, quien realizó una brillante exposición sobre la riqueza patrimonial que alberga cada rincón de esta agraciada tierra mágica, su historia, arquitectura y casco central conformado por la Casa Páez, la Casa de los Cellis, la Casa Pocaterra, el Capitolio, la Casa museo Alexis Mujica, el Ateneo Municipal, el museo Nelson Mandela  y el MUVA, entre otros. Dado lo interesante del tema abordado, la conversa fue apasionante y plena de calor humano.

Posteriormente, a mediados de mayo, tuvimos la grata oportunidad de escuchar la magistral ponencia del presidente del Centro Nacional de Historia, Alexander Torres Iriarte, quien realizó un extenso recorrido por toda la historia de Venezuela, desde los pueblos originarios hasta los últimos sucesos de nuestra historia contemporánea, generando en la audiencia muchas interrogantes y certeras respuestas que dejaron entrever el dominio que nuestro invitado tiene del tema que nos ocupa. También, llamó mucho nuestra atención el gran número de niños haciéndole compañía y posando junto al historiador para la foto de rigor, rompiendo de esta manera con la formalidad académica acostumbrada.

Luego, en la penúltima semana del taller tuvimos como ponente al amigo José Gutiérrez, facilitador del MPPPC, con una larga trayectoria en la defensa de la causa afro dentro y fuera de Venezuela, transmitiéndonos su visión de la historia de Venezuela desde la perspectiva de la afrovenezolanidad, acompañándose de videos relacionados con las diferentes manifestaciones culturales de origen afrocaribeño.

Finalmente, quien esto suscribe sustentó su ponencia en torno al patrimonio local del municipio Diego Ibarra, realizando un recuento sobre los numerosos íconos presentes en Mariara, como el emblemático Torreón, el Fortín de La Cabrera, las figurinas Tacarigua, las Aguas Termales de Aguas Calientes y la Piedra de las Casimbas o de Los Pilones, por solo citar algunos, hasta culminar con el tema relacionado con los nombres que designan algunos lugares y monumentos públicos, fechas y símbolos patrios que identifican al municipio, planteando la posibilidad de una revisión exhaustiva para enmendar ciertas decisiones erradas. Al respecto hubo mucha participación de los presentes emitiendo sus opiniones sobre el planteamiento.

 

LEE TAMBIÉN: “Literatura y literatos en el retrete (1)” 

 

Como corolario de todo lo expuesto a lo largo de la exposición es importante dejar por sentado que con todo el talento en potencia que poseen los talleristas, si  no hubiese quien ayudara a descubrirlo y encausarlo, como es el caso del papel jugado por los facilitadores de este taller, quienes hicieron de guías y ductores con sus ponencias y respuestas a las preguntas que se suscitaron durante su realización, repito, se correría el riesgo de perderse inútilmente todo ese potencial.

En este sentido esperamos que este taller se convierta en multiplicador de los saberes ancestrales del pueblo, logrando finalmente crear  una conciencia patrimonial capaz de allanar el camino para definir nuestra razón de ser como pueblo indo-afro-latino-caribeño, en relación a las preguntas  que desde siempre nos hacemos sobre quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos como pueblos hermanos, hijos comunes de nuestra abya yala.  ¡Salud, Poetas!

 

Mohamed Abí Hassan (Poesía en compañía) / Ciudad Valencia