Todavía se me hace agua la boca, cuando recuerdo el rico sabor de aquellas parrilladas que Don Pipo, un personaje simpático del sector 5 de Julio, ofrecía a una «selecta» clientela a la entrada del Puente Páez, diagonal con la Plaza 5 de Julio.

En su modesto ranchito de «el Pajar», en una cama matrimonial de soltero, porque el viejo no tenía mujer, dormía hasta las 2:00 de la tarde, cuando se levantaba para «adobar» la carne con especias.

– Así no tengo que preocuparme por el desayuno!

Y era que Don Pipo se acostaba bastante tarde, debido a que sus clientes más abundantes eran los «trasnochadores». Después de una buena libación de cerveza, la parrillada era ambrosía!…

Cada tarde, llegaba la gente al kiosco ambulante de Don Pipo, en busca de las riquísimas parrilladas..

-Has probado la parrillada de «la Negra» en el matadero…?

-Como no.! Pero esta de Don Pipo es superior!

-Muy cierto, valesón! De verdad que no existe comparación…

-Guá, pues..! No te digo yo? Esta es una carne especial!

-Mejor, incluso, que la del Mercado Principal..!

-Ah no, viejo, en el Mercado lo que es rico de verdad son las tostadas con salpicón. ¡La parrilla es de suela!

A mediados de siglo, en la Valencia de las tres alcabalas: San Blas, Palo Negro y Camoruco, conocíamos muy bien los ventorrillos porque cada uno de ellos ofrecía una especialidad, mientras en la esquina del mercado, vendían tostadas con salpicón», en 5 de Julio estaba Don Pipo con sus parrilladas, de carne «especial».

– No has ido a «Salsipuedes»? ..

– Claro que no, vale, yo soy un hombre serio… !

– Y qué tiene que ver que sea un hombre serio con la comida…?

-Ah… Tú te refieres a los asados de Venancio?

-Por supuesto, vale! y a la ensalada de remolachas

Y cebolla, fíjate, se me hace agua la boca, que vaina tan sabrosa, no jile..!

– Lo mismo le pasa a mí mujer con la parrillada de Don Pipo.. !

– Y es que en efecto, Antonia, cuando estaba en estado de Eleonora, su tercera hija, se volvía loca, por «matar el antojo»…! .

– Te estaba esperando para que me lleves a 5 de Julio, porque no aguanto las ganas de comer parrilla..!

– Vamos pues, no vaya a ser que … el muchacho, me vaya a salir con la boca abierta..!

y es que, después de dos hembras, tenía la esperanza de que el próximo fuese un varoncito! Como disfrutaba Antonia de aquella rica parrillada!

– Riquísima .. ¡Pídeme otra, pero igual a esta, sin mucha grasa!

Tuvimos que esperar una media hora, porque la cola de carros era larga ya! ¡Don Pipo y una negrita que le ayudaba eran muy pocos para atender a los clientes! ¡Por fin! Aquí llega la parrilla». .

En el programa de los domingos, mi compadre Gregory Moreno y yo comentábamos lo rico de aquella parrillada de 5 de Julio y con el pretexto de la propaganda, nos encontrábamos con Domingo Araujo Jiménez, «el lobo» y su hermano Félix, para compartir con Luguito, Julio Rico, Napoleón Rivero y «Trompito» Rondón aquellas raciones «a cuenta» de las cuñas que radiábamos por La Voz de Carabobo, en las que invitábamos a consumir aquella delicia de los dioses, de sabor exclusivo.

Al día siguiente domingo por la tarde, Gregory, con aquella voz entonada y agradable, cumplía el «compromiso» publicitario..!

– Y si de comer bien se trata, acérquese al sabor de la gran parrillada 5 de Julio, a la entrada del puente Páez, desde las 5:00 de la tarde.! Recuerde: Don Pipo espera hasta las 12:00 de la noche!

– Y ahora … ¡más música!

– ¡Aquí está la Sonora Matancera! ¡»Son de la loma»..!

Aquellas eran las voces de los «locutores pichones» Domingo y Napoleón, quienes «entrenaban» en el programa, para transformase años más tarde, en glorias valencianas del teatro y la radio!

Recién había comenzado la segunda mitad del siglo que está por terminar, en una Valencia apacible, en la que conservaba el Río Cabriales su pureza y los tranvías comenzaban a dar paso al Troli Bus, que en vez de ruedas de hierro sobre rieles, usaba llantas.

Era frecuente ver en fines de semana por las noches, a Julio Centeno, Adán Fornerino, al Bachiller Burgos y a Pedro Miguel Suárez, en la Plaza 5 de Julio, esperando su turno para darse el banquete de la noche..! El «payador porteño» era también una fija:

– Ahora, a hacer pipí y a dormir..!

Casi todos vivíamos en las cercanías del sector: Las Cocuicitas, San Blas, La Adobera, por eso «caíamos» allí para encontrarnos con «el quemao», con los pintores Luis Guarenas y Braulio Salazar, los poetas Luis Guevara y Don Gustavo Jaén, el «policía» Izaguirre, el cojo Sandoval, Francisco Polo Castellanos, ya graduado de médico, toda una generación de valencianos que saboreábamos esa carne tan rica que el bueno de Don Pipo vendía de Lunes a Domingo, con yuca blandita y rica «guasacaca»…

– ¡Que vaina tan sabrosa!

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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