BARCA DE PAPEL (35): SOSTIENE PEREIRA

Barca de Papel (35): Sostiene Pereira trata de una reseña a esta celebrada novela de Antonio Tabucchi a 25 años de su aparición. JCDN.

Sostiene Pereira es una preciosa novela de Antonio Tabucchi, publicada el año 1994 en Milán. La adaptación homónima al cine le hizo justicia, 1995, gracias a la cuidadosa dirección de Roberto Faenza y la actuación arrebatada de Marcelo Mastroianni.

Tabucchi se propuso no sólo un homenaje al ciudadano de a pie, comprometido con su siglo, sino también a Lisboa y la cultura portuguesa.

La anáfora Sostiene Pereira que se repite a lo largo del discurso narrativo, no sólo es música liberadora sino también un estímulo para simpatizar y dialogar con el protagonista: el columnista cultural Pereira quien irá creciendo como ser humano que adversará al final  la dictadura de Oliveira Salazar.

La relación paradójica y entrañable, no en balde la diferencia generacional, entre el viejo Pereira y el muy joven Monteiro Rossi, está enclavada en la pulsión rebelde y disconforme por la vida.

Al padre putativo no le importa pagar por necrófilas impublicables de escritores en el nuevo diario, proclive al régimen dictatorial. Ni siquiera Monteiro es el autor, sino su novia, la díscola Marta. La pareja se solidariza con los oprimidos y perseguidos de su tiempo histórico.

 

 

LEE ESTA RESEÑA DE LA NOVELA: SOSTIENE PEREIRA DE ANTONIO TABUCCHI

http://revistaparaleer.com/lee/sostiene-pereira-de-antonio-tabucchi-una-lectura-de-mario-s-arsenal/
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El diario naciente Lisboa obedece al orden patriarcal establecido. La censura previa le iría controlando el switch de publicación a Pereira, incluso en la página cultural.

Sin embargo, nuestro avejentado y solitario paladín, en tanto gesto subversivo que lo redime, logra estampar y denunciar en primera página la tortura y el asesinato de Monteiro Rossi.

El quietismo de los medios daría vil soporte a la apología fascista dentro y fuera de Portugal: Oliveira Salazar, Hitler y Mussolini serían los salvadores de una Europa por venir, luego de la crisis económica de 1929 y el terremoto político de las repúblicas.

Otra anáfora, esta es Qué le vamos a hacer proferida por Pereira, si bien de tenor conformista, conducirá al reseñista y traductor literario al heroísmo histórico del hombre común. Además de la resurrección espiritual, nuestro modesto y gran paladín se redime en virtud de la Palabra como poder libertario.

Uno de los episodios neurálgicos del libro, se refiere a la Confederación de Almas que sacude el mundo interior de Pereira: “una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico (…) quizá de ahora en adelante su vida ya no le parecerá inútil, déjese llevar por su nuevo yo hegemónico y no compense su sufrimiento con la comida y con limonadas llenas de azúcar”, le recomienda el Doctor Cardoso como facultativo y amigo.

Esta revolución espiritual, sin duda, convierte a Pereira en otro de los escritores católicos que critican el dogmatismo y el despropósito de la Pre y Post-Guerra. Se hace acompañar por los místicos españoles, Quevedo, Papini y más adelante por Graham Greene.

Es harto estimulante para los lectores, la confluencia viva entre la vejez y la juventud, sin desencuentros generacionales ni sumisión a los cogollos geriátricos que pervierten a la sociedad, desde la tiranía hasta las repúblicas portátiles: Pereira “sintió una punzada en el corazón, quizá porque le pareció reconocerse en aquel joven, le pareció que se reencontraba a sí mismo en los tiempos de Coimbra”.

Ni siquiera el diario Lisboa con su portera-telefonista fisgona y su dueño facha-complaciente, logran intimidar el proceso de aprendizaje juvenil y liberador de Pereira.

Este pequeño periódico en el que nuestro héroe trabaja, evidencia la problemática mediática de ayer y hoy, su condición bovina de aparato ideológico de Estado: “Pero el Día de Camoens es el diez de junio, objetó Pereira, señor director, ¿qué sentido tiene celebrar el Día de Camoens a finales de agosto? (…) quiero que el Lisboa sea un periódico muy portugués incluso en su página cultural”. Se trata de la cultura necrofílica y sesgada de las efemérides, ello como aliño podrido de los nacionalismos enfermizos.

Una de las alternativas mediáticas, se refiere al pueblo llano que accede a otros medios de información como la radio extranjera: Manuel, el camarero, representa no sólo una fuente distinta de información para Pereira en medio del clima de censura, sino un acicate muy estimulante de su conciencia política emancipadora en latencia.

El narrador omnisciente simula con sutil ironía la redacción de un expediente policial al ciudadano Pereira, sometido al escrutinio de la tiranía en ausencia. Sin embargo, es un relato minimalista del Decir, desprovisto de los artificios del estilo, que se traduce en poesía humanística que nos toca y conmueve.

El lenguaje poético sublima el ventilador vetusto de la redacción y, en especial, la carpeta Necrológicas, un curioso objeto humorístico, literario y político: Panteón de notas tragicómicas que le escurre el bulto a la Muerte.

Pereira va completando su viaje místico, simulado en el periplo físico: De Lisboa a la Clínica talasoterápica de Parede, escala y baño nostálgico en la playa de Santo Amaro. Luego retornó a una Lisboa por convulsionar. La épica desmitologizada que tomó a Pereira por las orejas, el estómago y el corazón, se asimilaría a la mítica de Ulises u Odiseo. De donde Monteiro Rossi encarnaría a Telémaco (luego en un Cristo crucificado) y Marta la Libertad que dignifica a Penélope.

En síntesis, Pereira fue amalgamando su fraternidad de almas: de Sancho al Quijote y viceversa, un par de yoes hegemónicos que trituran con poesía y consecuencia realidades esquivas.  

 

 

LEE NUESTRA ENTREGA ANTERIOR: BARCA DE PAPEL (34) CON ESTADOS UNIDOS O CONTRA

http://ciudadvalencia.com.ve/barca-de-papel-34-con-estados-unidos-o-contra/

 

 

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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