«Belandria, J. I: La poesía de la ciencia» por Luis Alberto Angulo

(A Luz Marina “Chela”, Iramar Mercedes, José Alberto e Iramar Coromoto, con inmenso afecto.)

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Belandria, J. I: La poesía de la ciencia… Supimos temprano que era entonces el mejor estudiante de Limoncito, del grupo escolar José Vicente Unda, del Colegio Provincial Barinitas, y probablemente del estado Barinas; que se ganó una beca para terminar bachillerato en Boconó en un prestigioso internado; y que la primera frustración de su récord escolar la recibió en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela con un brillante catorce en análisis matemático con que la mayoría se vanagloria.

En su sencillez y formalidad a él solo le gustaban sus veintes puntos en las calificaciones y dar clase a quien se lo pidiera. Enseñaba las materias más duras, matemática, física, química, “las tres Maria”, e inglés y dibujo; porque pintaba bonito desde pequeño al igual que doña Benilde Belandria, su madre y primera maestra de vida, tenía siempre una caja grande de Prismacolores que se ganaba, precisamente, haciendo deberes artísticos a otros. Obtuvo becas de estudio que compartía con la economía hogareña, fue y continúa siendo una referencia obligada para los jóvenes estudiantes de cualquier época en todos los niveles del aprendizaje y el conocimiento.

En la Universidad de Los Andes se jubiló como profesor titular pero continuó dirigiendo una cátedra humanística de ciencia y arte en la que desplegaba sus conocimientos científicos incentivando la creatividad de esa relación a través de la visión cuántica que le apasionó desde joven.

Creo que le impactó la experiencia de la cátedra humanista del profesor puertorriqueño Pereda en la Universidad Central de Venezuela en los sesenta a la que asistía con regularidad y a donde me llevó en una oportunidad.

La fusión de ciencia y arte, entroncada con la visión filosófica profunda de la gran poesía – que también es una forma de conocimiento sin barreras -, está presente incluso en sus aportes a la Termodinámica; una formulación matemática suya demuestra la excepcionalidad de la Entropía, la segunda ley de esa ciencia. Belandria decía que a través de esa formulación teórica, él comprobaba de manera científica la existencia de Dios.

Este mes de julio, fecha de pruebas académicas, José Iraides, Iraides como lo llamábamos en Barinitas, emprendió camino hacia el inevitable relato cuántico del que buscó explicaciones desde los primeros días en los que se ganó existencialmente para el conocimiento científico sin dejar de lado nunca la mirada del humanismo profundo donde bebió leyendo en su primera juventud a escritores como Bertrand Russell, Eric From, Herman Hesse, Soren Kierkegaard, lecturas que ampliaría continuamente al lado de los grandes teóricos del universo físico.

 

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No sé si a alguien se le ocurrió alguna vez postular a Belandria para el Premio Nacional de Ciencia, solo sé que no lo obtuvo y ello en desmedro de la instancia otorgante creada para reconocer y estimular la creación científica y tecnológica, instrumentos sin los cuales se hace imposible la vida en el planeta. La dimensión de la ciencia comprometida con la humanidad y vinculada al arte y la poesía fue una prédica constante de este gran maestro cuyos alumnos consolidarán sus aportes en el desarrollo de la ciencia en nuestro país pues “Nada se pierde, todo se transforma.”

José Iraides Belandria, falleció plácidamente en su casa de El Rincón en la ciudad de Mérida, la madrugada del sábado 8 de julio de 2023. Es importante ocuparse y hacer visibles sus aportes en el campo de la investigación, la divulgación y formación científica, así como su etapa final como teórico y docente de la relación ciencia y arte, tan esencial para el futuro de la sociedad humana. La universidad venezolana tuvo en él a uno de sus mayores baluartes, tenemos confianza en que su esfuerzo perdure.

Despedimos a José Iraides Belandria en un momento difícil para la universidad venezolana, sin embargo, esta despedida puede representar un estímulo para ellas. La mayor prueba de este momento difícil que viven esas casas de estudio es el silencio mismo de la institución sobre la partida del gran maestro.

El profesor José Iraides Belandria es simbólicamente la otra universidad, la que no se rinde y estará siempre al lado del país al que se debe.

“Nuestras vidas son los ríos / que a la mar van a morir / Jorge Manrique lo dijo / y el Mantra lo dice así: / Om Mani Dewa Rhi / Om Mani Dewa Rhi / Om Mani Dewa Rhi / Om Mani Dewa Rhi”

 

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Luis Alberto Angulo [Rivas]. Poeta, promotor, animador cultural, editor literario y articulista nacido el 13 de enero de 1950 en Barinitas, estado Barinas, residenciado en Valencia. Autor de los libros Coplas de la edad ligera (2021), Antología del decir (2013), y La sombra de una mano (2005), publicaciones de Monte Ávila Editores  (Colección Altazor), así como de Fusión poética (2000) en la Universidad de Carabobo; tomos que compilan su obra poética integrada por una veintena de poemarios. Obtuvo el Primer Premio del IV Concurso Internacional de la Revista Poesía (UC). También es premio nacional de poesía Dr. Francisco Lazo Martí del Ateneo Popular de Calabozo y Primer premio de poesía de la Universidad Rómulo Gallegos en San Juan de los Morros. Ha publicado selecciones poéticas de San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, Enriqueta Arvelo Larriva, Ana Enriqueta Terán, Lubio Cardozo y de Ernesto Cardenal (de quién es prologuista de la única edición en vida de su Obra poética completa), así como la antología Rostro y poesía, Poetas de la Universidad de Carabobo.

 

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