BIOGRAFÍAS PARALELAS (4): J.V. GÓMEZ / STALIN

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BIOGRAFÍAS PARALELAS (5): J.V. GÓMEZ / STALIN

Refería el periodista Oscar Yanes, Chivo negro, que un osado tachirense [no sabemos si cronista o historiador] intentó hacerse recibir en el Kremlin sin lograrlo, para demostrarle a José Stalin (Georgia, 1879-Moscú, 1953) que era el egregio hijo bastardo de Juan Vicente Gómez (La Mulera, 1857-Maracay, 1935) y de una bailarina rusa que estaba de gira circense en Colombia.

Si bien, la biografía del Benemérito no cuadra con tal hipótesis, puesto que junto con Cipriano Castro se exilió en Colombia el año 1892 [luego de ser derrotados por Crespo], tres años después del nacimiento del presunto y destacado hijo, ambos personajes coinciden en varios aspectos, lo cual le otorga raro atractivo a tan descocada tesis histórica.

Físicamente son muy parecidos: rostros adustos, corporeidad patriarcal y bigotes de bagre.

No es extraordinario el hecho de que Juan Vicente Góméz y José Stalin fueran oriundos del campo.

Por lo cual, cada quien asumiría un espíritu conservador dentro y fuera de casa, pese a profesar Gómez el liberalismo y Stalin el marxismo.

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Más allá de las distancias geográficas e históricas, el uno y el otro tomaron el poder por asalto acompañando a figuras mayores como el compadre Castro, y los camaradas Lenin [fallecido por enfermedad en 1922] y Trotsky [alcanzado de muerte por el brazo homicida de Stalin en 1940].

Gómez y Stalin fueron acreedores tanto del culto a la personalidad [después de la depuración política que cada uno implementó] como de la oposición política de su tiempo [reducida a muerte dentro y fuera de La Rotunda y de los gulags].

Asimismo edificó cada quien su Olimpo: Maracay, Stalingrado [Volgogrado] y Moscú fueron hechuras urbanas a la imagen y semejanza de cada cual, monumentalidad militar mediante.

Desde un punto de vista militar, Gómez obtuvo triunfos notables como los de Ciudad Bolívar en 1903, que trajo consigo la ejecución sumaria del general anti-castrista Antonio Paredes, y el aplastamiento de la invasión del Falke en 1929, en el que murió uno de sus más acérrimos enemigos, el general Román Delgado Chalbaud.

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BIOGRAFÍAS PARALELAS J.V. GÓMEZ / STALIN

Stalin, les guste o no a Patton y a Montgomery, fue el artífice del avance del Ejército Rojo hacia Berlín viniendo de menos a más, lo cual significó la derrota del III Reich y el suicidio y la cremación de Hitler por si a las moscas.

Para el dictador alemán, no sería concebible que su cadáver se exhibiera en la Plaza Roja de Moscú. Por virtudes políticas y militares, el georgiano obtendría ventajas geo-políticas para la URSS en Yalta y Postdam.

Muy en la suya, el socialismo en un país, Stalin publicó libros de obligada consulta en la URSS y países satélites [además de su fluencia demoledora en el ortodoxo Realismo Socialista]: El marxismo y el problema nacional (1912), Preguntas del leninismo (1926), El marxismo y las cuestiones de la lingüística (1950) y Problemas económicos del socialismo en la URSS (1952).

En cambio, Juan Vicente Gómez tuvo quien le escribiera: Desde los discursos del controversial cura Carlos Borges, las especulaciones de positivistas y modernistas, hasta el clásico Cesarismo democrático de Laureano Vallenilla Lanz [en el que se le equipara a Bolívar y a Boves, antecedentes que justificarían al gendarme necesario de entonces].

Si bien hoy día tenemos viudas y deudos* de ambos personajes influyentes en la historia del siglo XX, para bien o para mal [sobre todo], llama la atención el fin aparente de su influencia mítica y política en el curso de un muy relativo corto tiempo.

*Además de los reductos estalinistas en todo el mundo, Gómez tiene aquí quien lo adore en el altar equívoco de ciertos historiadores: En la Casa de la Estrella el 2019, en vez de evaluar la Cosiata y conmemorar de verdad el natalicio de Bolívar, un cronista ecocida y su grey montaron una puesta en escena para añorar a Juan Bisonte, compadre del Bailómano.

Gómez dejaría de ser el catalizador que retardó el ingreso de Venezuela en el XX, paradójicamente por la propia mano de sus herederos políticos: los militares de carrera López Contreras y Medina Angarita, quienes se separaron en el acometimiento del cómo encarar la transición política hacia la derecha y la centro-derecha respectivamente.

El post-gomecismo se proveyó de su propio fin. Serían los estudiantes del 28 los que asumirían el poder a partir del 18 de octubre de 1945, pagando luego y muy cara la alianza con los tres cochinitos [Pérez Jiménez, Delgado Chalbaud hijo y Llovera Páez], mediando luego la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, otro andino oriundo de Michelena.

Mientras que José Stalin, el padrecito, sufrió [después de estar bien muerto, claro está] la desmitificación de parte de Nikita Krushov durante el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956.

Pese a los crímenes y abusos de poder durante el largo período estalinista, persistieron en la URSS los gulags, el anti-semitismo, la represión a la disidencia y, por supuesto, la ortodoxia y el realismo socialista esterilizantes.

Por supuesto, la hipótesis que vincula a Juan Vicente Gómez con José Stalin en una relación padre-hijo de lo más melodramática, no tiene ni pies ni cabeza. Dios, la Providencia o el devenir de la Historia los crían y a ellos los juntan.

 

 

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

 

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