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Ángel Omar García González: autor de la columna de Ciudad Valencia "Historia y Memoria"

Carabobo y su vigencia histórica

Amigas y amigos constructores de sueños, forjadores de esperanzas. La celebración del 202 aniversario de la batalla de Carabobo representa una ocasión propicia para repreguntarnos acerca de su significado y vigencia en la Venezuela del siglo XXI.

Tradicionalmente el sistema educativo y una parte de la historiografía nacional la han visto como un episodio de carácter militar que permitió alcanzar la independencia del imperio español. Tal apreciación, específica y reduccionista, ha impedido considerar una perspectiva más amplia respecto del origen y final de Carabobo, así como poner en contexto aspectos que adquieren relevancia en el escenario del tercer milenio.

Visto en una perspectiva de mediano plazo es posible sostener que Carabobo comenzó en 1817 con la liberación de Guayana y concluyó en 1823, luego de dos episodios militares cuyos Bicentenarios conmemoramos este año: la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, el 24 de julio, y la Toma y liberación de Puerto Cabello, el 8 de noviembre. Allí culmina, realmente, la guerra de independencia y la presencia militar española en territorio venezolano

 

Etapas que conducen a Carabobo:

Desde la perspectiva que defendemos, consideramos que lo que tradicionalmente se ha llamado Campaña de Carabobo puede tener un origen muy anterior derivado de las consecuencias que para este fin tuvieron estos sucesos. La primera de esas etapas es la liberación de la Provincia de Guayana tras el triunfo en la Batalla de San Félix, el 11 de abril de 1817. Las consecuencias de tal victoria permitieron el control geopolítico de esta importante porción del territorio, contribuyó a una más fácil comunicación con la zona nororiental del territorio y con el caribe inglés, también el abastecimiento de pertrechos y contactos diplomáticos; todo ello facilitado por el control de la navegabilidad del río Orinoco asegurada la armada patriota.

Guayana también garantizó el abastecimiento de ganadería: vacuna, caballar y mular, así como la comunicación con los llanos occidentales a través de los afluentes del Padre Río. Basado en todo esto Bolívar tomó decisiones importantes: declaró a Guayana capital de la República y asiento de los Poderes Públicos y convocó allí el Congreso Constituyente instalado en Angostura el 15 de febrero de 1819. También creó los Consejos de Estado y de Gobierno para legitimar las decisiones que como Jefe Supremo venía tomando. Acciones, estas últimas, que hacían parte de la segunda etapa de este proceso que llamamos de reinstitucionalización del Estado.

La tercera de esas etapas la denominamos la lucha por el reconocimiento. Se procuraba despejar la matriz promovida por España, según la cual, en Venezuela lo que acontecía era una guerra civil. La creación del Correo del Orinoco, el 27 de junio de 1818, fue un paso importante en el proceso por combatir esa visión. Los triunfos militares obtenidos en el Pantano de Vargas y Boyacá, en julio y agosto de 1819, y la contingencia militar ocurrida en España a partir de enero de 1820, derivada del alzamiento militar del comandante José Rafael de Riego; crearon las condiciones para una disposición de negociar por parte de la corona, la cual concluyó en noviembre de 1820 en los famosos Acuerdos de Trujillo: la firma de la tregua, el Tratado de Regularización de la Guerra y la famosa entrevista entre Morillo y Bolívar.

La cuarta etapa comenzaría con la invasión y liberación de la Provincia de Maracaibo el 28 enero de 1821, acción invocada por los realistas como violación de lo dispuesto en Trujillo que, finalmente, condujo a la reanudación de la guerra a partir del 28 de abril. En esta última etapa merece ser destacada la actuación del general José Francisco Bermúdez, quien logró controlar hacía finales de mayo la ciudad de Caracas y poner en fuga al coronel realista José Pereira. Pero el apoyo de la caballería comandada por Morales le hizo retroceder y finalmente ser derrotado en El Calvario (Caracas) el día 23 de junio.

Las tropas realistas fueron derrotadas en las sabanas de Carabobo, pero no fueron liquidadas. Una parte importante logró refugiarse en Puerto Cabello y otra huir por la vía de El Pao. La plaza de Puerto Cabello, con sus imponentes edificaciones, se convirtió en lugar de resguardo y ofensiva realista durante los 28 meses siguientes a Carabobo. Para asegurar el triunfo alcanzado, Bolívar ordenó la organización de gobiernos en los pueblos cercanos a Valencia, recoger el parque militar abandonado y organizar patrullas militares para mantener asedio sobre la plaza de Puerto Cabello.

El día 2 de julio, desde Caracas, instruyó a Mariño la concentración del ejército en Valencia, el batallón Apure impediría, desde Naguanagua, cualquier posible huida enemiga y el teniente coronel Segarra levantaría y organizaría cuadrillas en las poblaciones costeras de Morón, Alpargatón y Urama, a los fines de hostigar y prevenir la fuga del ejército atrincherado en Puerto Cabello. El asedio militar sobre La Guaira, donde se refugiaron las tropas realistas tras conocer el triunfo patriota en Carabobo, rindió sus frutos. El día 4 de julio, cercado, sin pertrechos ni alimentos, el coronel José Pereira capitulaba ante el ejército patriota.

El acuerdo permitió que una parte de las tropas realistas se incorporaran al bando patriota y otras fueron trasladadas en buques de la armada francesa a la plaza de Puerto Cabello. La guerra no había concluido y el ejército realista continuaba siendo una amenaza a la estabilidad republicana, al punto que, hacia enero de 1823, habían reconquistado casi un tercio del territorio: las provincias de Coro, Maracaibo y todo el eje andino, además de Puerto Cabello. La guerra en Venezuela no había concluido.

 

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La reivindicación social:

Carabobo fue un episodio militar que marcó la etapa final del dominio colonial español en Venezuela, pero dejó sin resolver demandas y aspiraciones de carácter social que fueron el germen de la inestabilidad política durante el siglo XIX: la igualdad de los pardos y la libertad de los esclavos. La primera sería, eufemísticamente, reconocida en la Constitución de 1830 bajo la figura de propietario, si se demostraba la posesión de bienes materiales, de un oficio decente y conocido o un ingreso anual determinado por ley; requisitos que era inaccesible para más del 90 por ciento de la población. Si de demostraban esos prerrequisitos, a los hombres mayores de 21 años, se les admitían derechos políticos como el sufragio censitario o la libertad de expresión.

La libertad de los esclavos debió esperar hasta 1854, cuando un decreto del presidente José Gregorio Monagas, les otorgó una libertad jurídica que no los liberó de la explotación laboral a la que continuaron sometidos a través de nuevas figuras como el peonaje, la medianería o la aparcería. Hoy la lucha por la igualdad y la justicia social se hace presente en la defensa de conquistas políticas y sociales alcanzadas en las últimas dos décadas, las cuales, disminuidas y afectadas a consecuencia de mala gerencia, la aplicación de políticas inadecuadas, la corrupción, pero, principalmente, por los efectos devastadores de las medidas coercitivas unilaterales impuestas por EEUU. Así la lucha por la igualdad y la justicia social es otro de los legados de Carabobo, los cuales debemos definitivamente consolidar en este siglo.

 

Preservar la paz:

Todas las guerras se hacen en nombre de la paz. Quienes la invocan alegan como justificación zafarse de la opresión a la que están sometidos. En Carabobo se sentaron las bases de una liberación que sería alcanzada, definitivamente, en 1823, luego de la batalla Naval del Lago y la toma del Castillo de Puerto Cabello, pero que no pudo liberarnos, totalmente, de la guerra en el siglo XIX. Hoy la paz es uno de los bienes más preciados que tenemos. Somos uno de los pocos países en el mundo que puede decir, orgullosamente, que tiene más de un siglo de paz, con sus fronteras abiertas acogiendo personas que huyeron de la guerra y de la miseria. Ese es otro de los legados de Carabobo. Un legado que pretende ser alterado por un pequeño sector de venezolanos que en alianza con sectores e intereses extranjeros han pretendido conducirnos a una guerra civil. Preservar la paz es tarea fundamental del pueblo venezolano en el siglo XXI.

 

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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

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