Carlos Gardel ha sido para mi un verdadero trauma. Soy de los pocos amigos del morocho del abasto, que ha sufrido hondamente la tragedia, por haberla sentido de cerca… muy de cerca…!

Esa noche, no podía dormir recordando su voz varonil y su gran simpatía, cuando el destino me colocó a su lado tan estrechamente que me ha sido difícil olvidar esa privilegiada ocasión.

Lo recuerdos me llevan al mas lejano pasado y pesa al aturdimiento que experimenté al conocerlo, veo una carroza llena de flores… cinco bellísimas rubias y varios caballeros de bufanda, cuyos nombres recuerdo vagamente…

Mi abuelita Carolina, quien me criara después del fatídico día de mi nacimiento, ya que mi madre, Flor de María, falleció después de darme a luz, se encargó de mi crianza y me hizo su compañero inseparable, cuando estaría cumpliendo siete años, en 1935 …

En ese año justamente me llevó a los Carnavales de Caracas, aprovechando, que después de esas fiestas llegaría Carlos Gardel, para actuar en el Teatro Principal y luego atender la invitación formulada por el General Juan Vicente Gómez, a quien en unión de Alfredo Le Pera dedicaría la criolla «Pobre Gallo Bataráz» y que fuera estrenada precisamente durante esa visita.

La casa de mi Tía Mercedes de Caballero Malpica, estaba situada a pocos metros de la Esquina de Pichincha, frente al «Cine Parlante El Dorado» a una cuadra hacia el este de la Iglesia de San Agustín regentada por Jesuítas de la orden de San Ignacio.

El desfile de las carrozas, en ese domingo gardeliano, pasaba justo a una cuadra hacia el Oeste de la Iglesia, en la esquina de El Muerto… ubicada en la ruta de los tranvías de El Paraíso y El Valle, con paso obligado por Puente Hierro y Roca Tarpeya.

Allí fuimos… a disfrutar en esa tarde del homenaje a Carlos Gardel, donde desfilarían varias carrozas ricamente adornadas con flores, máscaras y la alegría de su Majestad Maritza I… Reina del Carnaval.

Como apenas tenía seis años y seis meses, abuelita me advirtió:

– Agárrate de mi romantón y no te le zumbes a las carrozas!

– No era yo del tipo «desobediente»!, Me gustaba leer los avisos de «no pase» … «no pise la grama»… y siendo extremadamente curioso, gustaba de leer las «carteleras» .del cine hasta llegue a aprenderme «de oídas» algunos tangos de las películas de Gardel.

– Carlos… niño..! Epa Carlos, adonde vas…?

Momentáneamente, solté el «romantón» de mi abuelita al ver que la carroza donde iba Carlos Gardel, se había detenido en la esquina y cuando me acerqué levantando los brazos para pedir caramelos; una de las muchachas, bajó de la tarima, no muy alta y me colocó en los brazos de una catira despampanante.

– Pero… si yo lo que quiero son unos caramelos…! Tú debes ser una de las «rubias de New York» verdad?.

– Si..! Yo soy Mary, ella es Peggy …

– Y las otras son Betty y luly…?

Como me sentía, en aquellos brazos tan tiernos y percibiendo el rico aroma de perfume caro!.. La voz de mi abuela, mitigó aquel miedo que sentía, así como también el duro golpeteo del corazón…!

– Carlos, niño, bájese de allí.. ¡Carlos..! Carlos!

Ante los alaridos de mi abuelita, Gardel se volvió y yo me atreví a balbucear, aunque sentía que una soga apretaba mi cuello:

– Es que yo también me llamo Carlos, como usted!

– Entonces somos «parejos»! Dejálo viejita, dejálo!

Como la caravana iba muy despacio, «mi viejita» como la había llamado el artista, pudo seguir caminando hasta el famoso Bar Los Claveles, en cuyo espacioso estacionamiento hicieron alto las carrozas, aprovechando los «gauchos» y las rubias para refrescar.

Un poco más calmado y pasado el gran susto inicial me senté en una de las mesas con mi abuelita y un señor que resultó ser el famoso compositor Alfredo Le Pera, autor junto con Gardel de varias piezas del repertorio gardeliano. En la misma mesa hicimos amistad, con, una de las rubias, de apellido Malpica que resultó ser pariente y que más tarde, visitaba frecuentemente al Doctor Caballero Malpica y a mi Tía Mercedes su esposa.

Gardel llegó hasta la mesa y conversaba con Le Pera y otros de los de la comitiva, cuando mi abuelita juzgó que era oportuno retirarse…

– Señor Gardel, ha sido un placer conocerlo y a usted también, señor Le Pera … en Valencia me tiene a la orden…

– Créame que el placer ha sido mío…! Tenés un nieto muy despierto, viejita .. !

– Ya se sabe algunos de sus tangos…! Si lo oyera..!

– También canta…? Entonces tenés que ponerlo a estudiar música, porque un cantante que no sepa leer música…

Me haló suavemente por una oreja en señal de despedida…

– A estudiar, pibe… a estudiar mucho! Chau…!

La pariente también aprovechó para despedirse…

– Mucho gusto, misia Carolina..! Este domingo la visito, ya sé que es cerquita… a una cuadra de la Iglesia! Me dio un beso en la mejilla haciéndome ruborizar… pero esta vez, no sentí miedo escénico, aunque comenté para que escuchara:

– Ahora no me lavo la cara en un mes…!

A llegar a la casa, mi tía escuchaba la radio, pese a su sordera, con una especie de altavoz que se colocaba en el oído y por la Broadcasting Caracas, comentaba un locutor:

«El desfile de carnaval en honor al «Morocho del abasto» Carlitas Gardel; se ha detenido en el Hipódromo Nacional donde Luis Plácido Pisarello y el actor Tito Luizardo, han patrocinado una carrera con la intervención del joven jinete Leguisamo a quien Gardel y Le Pera inmortalizaron con el tango «por una Cabeza»,(Este tango estaba «de moda», para la fecha que recuento)

Carlos Gardel efectuó una pequeña gira durante el mes de marzo; presentándose en Maracaibo, Trinidad y las Antillas y durante el mes de abril fue huésped del Benemérito, Juan Vicente Gómez.
«El Heraldo» y «La Esfera», reseñaban el triunfo de Gardel en la «ciudad luz» y cómo «el tango» había inundado los centros nocturnos de la viejja Europa. Es entonces cuando Carlos Gardel decide que es tiempo de regresar a su «Buenos Aires querido» EL avión hace escala en Medellín, Colombia, como parte de un trágico sino.

Aquella tarde del 24 de junio, día aniversario de la Batalla de Carabobo, se acercó a mi lado mi abuelita y con lágrimas en los ojos, anudada su garganta de profundo pesar me dijo:

-Nuestro amigo, Carlos Gardel, ha muerto, hijo..! Acompáñeme a la catedral, para que pidamos a Dios por el eterno descanso de…
No dijo nada más! El llanto, inundaba su rostro entristecido!

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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