¿Sabes cómo se reproducen los cocos? El coco es, aunque no lo parezca, una de las frutas más extrañas. La pieza de aspecto esférico que encontramos en el mercado es, en realidad, el hueso de una fruta carnosa en tipo drupa, del mismo tipo que el melocotón o la aceituna. Sin embargo, la pulpa no es tan jugosa como la de estas frutas.

 

La morfología de una palmera cocotera

La palmera cocotera puede alcanzarlos 30 metros de altura, con hojas largas y divididas de hasta 5 metros de longitud. Presenta un tallo liso, constituido por las vainas secas de las hojas —no forma verdadera madera—.

Sus raíces son también fibrosas, con un sistema de abundantes raíces adventicias —hasta 4000— que parten de la base del tallo y crecen hacia fuera, cerca de la superficie, y escasas raíces dirigidas hacia abajo. Estas raíces son delgadas y frágiles, aunque la planta las repone constantemente.

Las flores se desarrollan en una inflorescencia densa, se abren primero las flores femeninas, y las masculinas después. Normalmente, hasta que no se han cerrado las primeras no se abren las segundas, lo que ayuda a evitar la autofecundación. Salvo excepciones, en las que las flores masculinas se abren antes de que se cierren las femeninas de la misma inflorescencia, y, por tanto, es posible la fecundación con el mismo individuo.

La polinización se produce por la acción del viento o de los insectos. Cuando las flores femeninas son fecundadas, de cada una de ellas se desarrollará un fruto.

Cocos verdes

 

La extraña anatomía del fruto del cocotero

Un fruto de coco puede pesar hasta un kilo y medio. La piel gruesa y de color amarillo o verdoso conforma el epicarpo del fruto; debajo se encuentra el mesocarpo, formado por fibras firmes y densamente entrelazadas unas con otras, generando un tejido esponjoso. Estas fibras se utilizan en algunos lugares como fertilizante, no solo por la gran cantidad de nutrientes que aporta a la tierra, sino también por su capacidad de adsorber agua.

Por debajo de estas fibras, se encuentra el endocarpo, duro, coriáceo, que protege la semilla que encierra en su interior. Este endocarpo es, de hecho, la cáscara del coco que nos encontramos en la tienda.

Tiene tres hendiduras circulares en su extremo, denominados micropilos, dos de ellos ciegos, y otro funcional. Bajo él, se encuentra anclado el diminuto embrión.

Profundizando aún más abajo de esa cáscara, se encuentra una fina piel de color marrón de unos 4 o 5 milímetros de espesor, que es la cubierta de la semilla, y en su interior, la parte comestible del coco, el endospermo, que presenta dos fases, una sólida, blanca y carnosa, y la otra líquida y acuosa, lo que comúnmente se denomina “agua de coco”.

Cocos abiertos

 

Los cocos tienen una anatomía adaptada a flotar

Una particularidad de la semilla del coco es que no está completamente rellena por el “agua de coco”, sino solo una pequeña parte de su volumen. El resto está lleno de aire. Además, el mesocarpo, esa esponjosa capa de fibras entrelazadas, tiene también múltiples cámaras de aire, y está adecuadamente aislado por el epicarpo, la gruesa piel amarilla o verdosa.

La cámara estanca que conforma el epicarpo del coco impide que se infiltre el agua de mar; esta particularidad no solo le permite flotar en el agua, sino que protege a la semilla de la salinidad.

Y esa es, principalmente, su vía de propagación: la capacidad de flotar en el mar. Las palmeras suelen crecer cerca de la playa, y cuando el fruto del coco cae, rueda cuesta abajo hasta llegar al agua, donde es arrastrado por las corrientes, facilitando su dispersión desde una isla hacia las islas cercanas.

El gran espesor del endocarpo, aquella cáscara dura y coriácea, retrasa significativamente la germinación, protegiendo el embrión. Puede sobrevivir más de 120 días flotando a la deriva.

Al llegar a suelo firme, el epicarpo se descompone y el esponjoso mesocarpo retiene la humedad, favoreciendo el enraizamiento. Recordemos que estas fibras se emplean como fertilizante; cuando se descomponga, nutrirá a la plántula una vez germine.

Una vez el embrión germina, atraviesa el endocarpo por el micropilo funcional y se ancla en el suelo de la playa, donde, si todo va bien, dará lugar a una nueva palmera.

 

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