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Crisis de los opiáceos o cómo en EEUU mueren por sobredosis… A veces las personas quizás piensen que la vida en el “Gran País del Norte” es una especie de luna de miel eterna, adornada por escenas hollywoodenses llenas de riqueza, esplendor y prosperidad. Una especie de paraíso capitalista donde todo es posible y la felicidad es un símbolo de dólar. Sí, eso piensan. Es lo que con mucha efectividad nos han vendido por un siglo. Es un buen efecto del dominio de los medios de comunicación de masas.

No obstante, ese país que gran parte de la población mundial venera e idealiza como la meca de la felicidad está pasando por una crisis de salud de proporciones inmensas y no por la pandemia o por una enfermedad o por la guerra o hambruna. Aun cuando los Estados Unidos (EEUU) ha sembrado de muerte y destrucción al mundo, ellos están sufriendo una pandemia que solo puede atribuirse al capitalismo y a la idealización de un mundo sin dolor. En los EEUU se mueren por centenas personas a causa de sobredosis de opioides.

Las muertes causadas por abusos de Fentanilo, OxyContín, Heroína y otras drogas de este tipo son tan abultadas que se considera que existe una epidemia de opioides especialmente en EEUU. Es muy probable que la incidencia sea igual o mayor en otros países (lo cual empíricamente dudamos), pero la afición norteamericana por las estadísticas nos deja unas cifras alarmantes al respecto. Diversas fuentes señalan cifras que a cualquiera alarman.

Sobre este problema se habla de tres olas de la crisis de los opioides u opiáceos. La primera, nacida en 1996 con la creación del OxyContín, un analgésico más poderoso y adictivo que la morfina, originado en la farmacéutica Purdue de la poderosa familia Sackler, un clan de los más poderosos de EEUU. Esta familia logró, con métodos fraudulentos, mafiosos según algunos entrevistados en el documental “The Crime of the Century”, que la FDA, la organización del gobierno estadounidense que aprueba las medicinas y tratamientos médicos, autorizara la comercialización de la OxyContín aun cuando no había evidencias de que era una medicina segura.

Los métodos agresivos de comercialización del producto llevaron a que miles de médicos recetaran el fármaco indiscriminadamente generando una primera dependencia entre los consumidores de esta medicina. Es tan fuerte esta dependencia que originó la segunda ola de la crisis de los opiáceos y llevó directamente a los adictos a enviciarse con la heroína.

La tercera ola es la más letal, pues los adictos ahora se aferran al fentanilo, cuyo abuso lleva a la muerte a más de 120 personas cada día. Otro de los datos que hemos podido encontrar en este aspecto es que en los “admirados” Estados Unidos de América cada 25 minutos nace un bebé con síndrome de abstinencia, que no es otra cosa que una narcodependencia del opioide transmitido por el consumo de la madre. El bebé necesita la droga que antes le llegaba durante la gestación y que habiendo nacido necesita que le sea suministrada.

Lo grave de esta situación es que la adicción a este tipo de drogas fue creada por las farmacéuticas, los doctores, políticos y lobbystas.

Primero que nada, debemos mencionar a Johnson & Johnson, que estimuló la siembra de amapolas genéticamente modificadas que producían un opio más poderoso y resistente a las plagas, especialmente en Tasmania, ofreciendo a los agricultores premios y estímulos por cosecha como vehículos Mercedes Benz o BMW, posteriormente ofreciendo el opio, producto de la amapola, a las demás farmacéuticas para la creación de productos basados en ello y tratar el dolor.

 

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Ahí entra luego el laboratorio Purdue, que promocionó falsamente el OxyContín y decía que podía ser recetada hasta para cualquier dolor, como de rodilla o pequeñas lesiones. Señalaba que el producto no creaba adicción. De hecho, los médicos en la nómina de Purdue crearon el término Pseudoadicción, pues según ellos el OxyContín no creaba adicción.

Para ir cerrando este capítulo, pues seguramente más adelante hablaremos de otras cosas, debemos tocar el tema del Fentanilo, pues lo adictos a la OxyContín, que luego pasan a la Heroína, terminan sumergiéndose en la adicción al Fentanilo, que es unas cien veces más poderosa que la Heroína y además sumamente adictiva. Es el Fentanilo la droga que más muertes ha causado en la historia.

El Fentanilo es tan peligroso que una dosis de 2 mg, que puede ser el equivalente a dos granos de sal, puede ser mortal. Además, el Fentanilo puede ser fabricado fácilmente, y siendo tan pequeño su tráfico es bastante fácil.

La crisis de los opioides ahora es un problema casi que exclusivamente estadounidense, pero si no se toma conciencia, se educa y se enfrenta ahora, esto puede ser un problema mundial en pocos años.

 

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Fernando Guevara Herrera (Valencia, Venezuela, 1967) es abogado egresado de la Universidad de Carabobo en 1995. Tiene especialización en Gerencia Pública, actualmente realizando tesis de especialización en Educación Superior en la Universidad José Antonio Páez (UJAP) y en el doctorado en Educación UPEL, núcleo El Mácaro. Tiene curso de especialización en Marco Jurídico de la Cooperación Cultural Iberoamericana, Universitat de Barcelona, España. Beca del Ministerio de la Cultura de España.

Fue Jefe de Extensión Cultural y Recursos Humanos de la Biblioteca Nacional de Venezuela. Consultor Jurídico del Centro Nacional de Historia, del Archivo General de la Nación y del Complejo Editorial Batalla de Carabobo (Cebac); Registrador Público de los municipios Naguanagua y San Diego de Carabobo. Auditor Interno de FUNDADEPORTE y Sub Director del Museo de Arte Valencia (MUVA). Es también profesor de la UJAP y locutor desde 1990.

 

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