CRÓNICAS DE LA PANDEMIA (2)

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Epidemia y terror sin sentido

En la cuarentena “voluntaria y radical” en Venezuela, la muy mentada nación forajida invocada por sheriffs pálidos y papanatas, hemos constatado escenas terroríficas del acoso del Coronavirus que superan el cuento de Poe, “La máscara de la muerte roja”, e incluso el metafórico Apocalipsis bíblico.

Nos conmueve e inquieta el Ecuador hasta el escalofrío en tuétanos y nervios: Los gallinazos o zamuros planean sobre Quito y Guayaquil, dada la pestilencia de cadáveres expuestos en las calles al desamparo de la ineficacia burocrático-asistencial más impune.

No olvidemos que el presidente Moreno mudó la capital administrativa, huyendo de las protestas del pueblo contra sus exabruptos filo-capitalistas y ultramontanos.

Asimismo el rey de Tailandia, se refugió en un costosísimo hotel extranjero de múltiples estrellas, con su harén de veinte concubinas y el resto del séquito servil, mientras que la ciudadanía –no sus súbditos- se enzarza en un combate con el COVID-19 en la precariedad injustificable de recursos.

 

La pandemia en América Latina, Europa y EEUU

Si en El Salvador, vía prensa amarillista, un presunto bandidaje le cae a palo limpio a su prójimo bajo sospecha infecciosa en plena barriada; en Honduras, la clase media alta descastada –invención funcionalista de clases- cierra las urbanizaciones tal como hace pocos años lo hicieran las “familias bien” del Trigal, Valencia, para evitar el contacto con “los cerrícolas” o “las cachifas conspiradoras”.

En Brasil, el vil presidente íncubo y pirómano de la Amazonía, Jair Bolsonaro, aducía que a gripecinha o gripecita esa no habría de afectar la economía basada en la esclavitud asalariada.

De buena fuente, nos enteramos del enseñoramiento del coronavirus en Castilla León, La Mancha y Madrid, ensañándose contra el personal médico y enfermero español.

¿Qué decir de Nueva York, Metrópolis multicultural y emporio financiero del mal llamado primer mundo? Los efectos de la pandemia han sido más devastadores que los atentados a las Torres Gemelas a principios de este siglo.

El caos andante y patético de muchos de sus habitantes recuerda al apagón de doce horas en los setenta.

A estos buenos salvajes del tercer mundo, no nos desconcierta [pero sí lamentamos] que ciudadanos norteamericanos se peleen por el papel higiénico en los suntuosos malls, las catedrales comerciales del siglo XXI por excelencia.

¿No recuerdan que el presidente Trump lanzó en San Juan rollos de papel toilet barato a los damnificados puertorriqueños,  no sólo por desastres naturales como los huracanes, sino por la bancarrota a la que sometió la administración neo-colonial gringa a la bien amada Borinquen de Bobby Capó y Daniel Santos?

No se trata en esta crisis epidemiológica pagar con la misma moneda: Ni con bloqueos económicos, ni con invasiones humanitarias, mucho menos con recompensas por la captura de adversarios políticos que remedan mal las leyendas del Far West.

Con contristación solidaria y auténtica ante la tragedia, se facilitaría el diálogo posible de naciones.

La clase política norteamericana desconoce que el sheriff Wyatt Earp y el pistolero Doc Holliday eran grandes amigos.

Asimismo, mediaba el respeto entre el comisario Patt Garrett y Billy the kid, pese a que el perseguidor mató al renegado y perseguido.

Epidemia del Poder fáctico de siempre

Tampoco la descocada asamblea de las naciones debería seguir lanzándose denuestos, descalificativos, retórica guerrerista y demás babosadas.

Mucho menos persistir en culpabilidades y acciones bélicas y sucias por inducción crápula.

Se nos olvida lo dañina que es la epidemia del Poder fáctico de siempre, desplegado por avaricia e ignorancia indolente, crasa e ilustrada respecto al Otro, esto es la mayoría oprimida. No importa si es endógena o pro neo-colonial.

Simón Rodríguez, ese anarquista romántico renombrado y re-significado hoy en el pseudónimo de Samuel Robinson, nos diagnostica el malestar de todo el orbe desde la contemporaneidad del siglo XIX en su libro “Sociedades Americanas” [atención a sus énfasis grafo-maníacos de alto vuelo]:

“La Misión de un Gobernante liberal… LIBERAL, se entiende… es cuidar de todos los hombres, en la Infancia… de TODOS… de TODOS, sin excepción, paraque [sic] cuiden de sí mismos después, i cuiden de su Gobierno”.

Sólo es posible encontrar el sentido humanístico en el sinsentido terrorista y terrófago del mundo.

La Fe en un Nuevo Mundo se forja en la vivencia y la consideración atenta de nuestras contradicciones. ¿Cuándo aprenderemos a contradecirnos para salir del foso?

 

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

 

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