Un equipo de científicos de la Universidad de Granada, el CSIC y el Hospital Virgen de las Nieves de Granada ha identificado más de 5 300 microorganismos distintos, entre virus, bacterias y hongos, dentro del útero de mujeres sanas.

Los resultados revelan que la microbiota de este órgano es muy rica y variada, distinta a la microbiota vaginal y, además, cambia en función del momento del ciclo menstrual.

“Usted es un saco ambulante de bacterias”, le dijo en una ocasión la bióloga Lynn Margulis a un entrevistador. La rotunda afirmación de la científica nos recuerda que, efectivamente, las bacterias y otros microorganismos están presentes en todas partes y habitan todos los ambientes que se puedan imaginar, incluidos nuestros tejidos.

 

La mayor parte de estas comunidades microscópicas coexisten con nosotros sin causarnos daño e incluso llegan a ser beneficiosas, mientras que los desequilibrios en dicha flora pueden ocasionarnos problemas.

La microbiota intestinal y la vaginal son algunas de esas comunidades que están bien estudiadas y destacan por ser muy activas pero, en el caso del útero, siempre se había pensado que era un tejido más bien estéril.

Este nuevo trabajo, que se publica en la revista Human Reproduction, ha descrito y analizado la microbiota potencialmente funcional que habita en el útero de mujeres sanas mediante el análisis de secuencias de ARN.

Hasta ahora se sabía que el útero contiene secuencias de ADN bacteriano, pero se desconoce si estos trozos de material genético microbiano son restos de degradación o hay microbios funcionalmente activos.

 

Función en el embarazo

Este trabajo ha determinado, además, que la composición de los virus, hongos y bacterias del útero cambia a lo largo del ciclo menstrual y puede desempeñar alguna función en el establecimiento del embarazo.

Entre las actividades que desempeñan los microorganismos dentro del útero, los resultados del estudio demuestran que, durante la fase menstrual en la que se implanta el embrión, están involucrados en la biosíntesis de prostanoides (derivados de ácidos grasos esenciales) y el metabolismo del L-triptófano, ambos cruciales para que se establezca el embarazo.

“El avance en el conocimiento del microbioma uterino puede suponer la identificación de biomarcadores microbianos mínimamente invasivos y una mejora en los tratamientos ginecológicos con implicaciones clínicas y terapéuticas a nivel uterino hoy desconocidas”, concluyen los autores.

 

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