Uno de mis más gratos recuerdos, ha sido el estupendo «cuarteto» que en mi barriada natal LAS COCUICITAS, se agrupaban los fines de semana en la vieja casona que con el numero 55, de la calle Rondón, se ubicaba entre las esquinas de «El Cañón rayao» y la «Piedrita e’ tranca»!

No hay palabras para describir mi emoción al escuchar la recia voz de Don Pancho Núñez, un señor bonachón que lucia blancos mostachos, los cuales movía rítmicamente al repicar su cuatro con increíble virtuosismo, para crear un joropo cuya letra me aprendí desde los cinco años:

Para ser un buen llanero

Tres cosas hay que tener:

Buen caballo… buena silla…

Y una zamba a quien querer.

Quiéreme mi negra, como yo te quiero…

Ah Caramba… cámara..!

No hay placer como mi llano…

Y una soga pa ‘ enlaza…!

Repetía Don Pancho el estribillo punteando y repicando para finalizar con la segunda estrofa:

Cuando piso la sabana,

en mi caballo alazán.

Es mi patria la llanura..

Y es mi Dios la inmensidad..!

Un repique final de aquel mágico instrumento y culminaba el joropo con aquello de: !»Quiéreme mi negra como yo te quiero, para que el resto de los instrumentos, guitarra, mandolina y piano, marcaran la nota final y todos aplaudíamos con gran entusiasmo:

– Bien bueno..!

-Así se canta un joropo..! Buche que tiene Don Pacheco, no jile!

El mismo Don Pancho Núñez, dirigía aquel maravilloso cuarteto, compuesto por Doña ROSA PAEZ DE NUÑEZ y su guitarra valenciana hechura del joven artista PEDRO LANZ; ROSALIA, hija matrimonio, una gentil ojos soñadores cuyas

manos desgranaban deliciosas notas en su bandolín y por último, mi tía CAROLINA ASHDOW, pianista, compositora y exquisita soprano quien a la vez hacia los arreglos y escribía partituras.

Un repertorio muy selecto, poseía este cuarteto de «Las Cocuicitas»: EL CISNE, EL HIJO AUSENTE, EL JARRO MOCHO, LAS BRUMAS DEL MAR, EL POLICHENELA… y yo aprendía todas aquellas melodías que aún conserva mi mente, como si fuese ayer.

El grupo actuaba en casi todas las reuniones sociales de las familias de la parroquia. Las Luyando, Arcay Olivo, Clavo, Manzanilla, Cordido, Seytife, Bruguera, Zerpa, López, Manosalva, Riera, Salazar, Urbano, Contreras, Liendo, Gramcko, Villamediana, Borge, Ugarte, Peña, Izaguirre, González, Falcón, Estévez, Küper, Díaz, Arguinzones, Herrera, Estrada, Arocha, Paz, Bellera, y tantas otras que en aquella época de oro de mi niñez, constituyen para mi, gratísimos recuerdos.

Una barriada inolvidable que conoció las serenatas de Díaz Peña y Ricardito Rodríguez y que escuchó los más hermosos poemas de amor de MANUEL ALCAZAR..!

 

Como siempre, en aquellas veladas no podía faltar la nota de buen humor imprevisible. Recuerdo, porque resulta muy graciosa, la intervención de tres personajes ya desaparecidos, quienes en su condición de bohemios, actuaron sin libreto al final de una de aquellas tenidas musicales:

– shhh… shhh… compadre…! Quédese quieto!

– Pero si ya terminaron de tocar, ahora nos toca a nosotros!

– Bueno, (jip!)..Si es así, arránquese (jip!) compadre!

– Señoras, señores, pichoncitos y pichoncitas..! por si no me conocen, yo soy Pedro Pablo Marais… y aquí, con el grato acompañamiento, de mi compadre José Nepe, voy a cantarles un pasodoble.. cuando Rubito se fue de Lima…! (jip!), Perdón, es que me atraganté con un clavito de especie!

 

Pedro Pablo, el zapatero de la esquina de «El Cañón rayao» y su compadre José Nepe, el albañil del barrio, casi siempre se unían a Don Alejandro Rodríguez Ceballos, para «celebrar» cada «Feliz encuentro» de «Fruta e, burro, anisado, guayabita o pejua» la más pura «caña blanca».

A menudo se presentaban en silencio cuando el famoso cuarteto estaba tocando «donde las Astones» para intervenir al final, dando a la pequeña función un toque especial al cual estábamos acostumbrados. Los Núñez se retiraban y quedaba este improvisado grupo, con el cuatrista José Nepe y los dos cantores bohemios: Pedro Pablo Marais y Rodríguez Ceballos.

 

– Arránquese con lo del perrito. (jip) pero en re menor..!

– Empiece usted y yo lo sigo..! La última vez, (jip!) metió la pata con aquello de «las cuatro milpas»…!

– Ah bueno, esta bien, pero afine ese bicho, José Nepe! (jip!)

 

Rasgueando el cuatro, José Nepe punteaba el famoso foxtrot de José Bohr que hacia furor para la época.

– Un perrito se ha perdido, no lo han podido encontrar… (Jip!) Dónde estará (jip!)… dónde estará… (Jip!) Que no lo pude hallar..!

– Pare un momento, compadre, que el hipo lo descuadra… ya perdió dos veces el compás..! Empiece otra vez!..

– Mejor es que cante… (Jip) Don Alejandro…! Yo estoy muy pelao, compadre…!

– Pues, no cantará ninguno… porque Rodríguez Ceballos ya se durmió en la silleta… mejor

 

nos vamos…! Despierte a Don Alejandro y vámonos a comernos un asaito donde Venancio, o unas arepas con salpicón en la esquina del mercado…! Bueno pues. Minina…Perdone lo malo… ¡Hasta mañana!

 

– No se preocupe José Nepe… esta es su casa..! Mejor se van a dormir… hay mucho peligro en la calle..!
– No te preocupes Carola, que yo me los llevo a los dos..!

 

Y así, el trío de noctámbulos, continuaba la farra hasta el amanecer, sin peligros ni asechanzas, porque era un época sana, donde cualquier vecino, como en el caso del personaje José Nepe, podía amanecer en algún zaguán, con el dinero desbordando los bolsillos, en la seguridad de que nadie se atrevería a robarle y por el contrario, alguien se ocupaba de recoger las monedas, para depositárselas en el bolsillo de la camisa..!

Gesto enaltecedor para los valencianos de entonces, ya que no era despreciable su valor puesto que, con una sola moneda de cinco céntimos, «una puya», «un cobre», «una chiva» o «un centavo» se podían adquirir muchas cosas en la inolvidable era de los años 30.

Calle Colombia vista desde el Puente Morillo en el año 1880

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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