euforia
Se levantó enratonada: la rumba pre invasión había sido épica, todos los panas de toda la vida, como toda la vida, bebiendo, bailando al ritmo del concierto cucuteño y gozando una pelota, pero esta vez, más pelota que nunca, porque al día siguiente llegaría la intervención militar gringa que tanto deseaban.
Brindaron por las bombas que caerían sobre los barrios niches -valga la redundancia-, sobre ese lado horrible de “su bella Caracas”, el lado feo, donde quedan Miraflores, los ministerios, Fuerte Tiuna… y lástima que PDVSA no quede de tan de ese lado, sino más al este, cerca de la casa de Luis, porque cuando la bombardeen, el ruido de las explosiones puede que no lo deje dormir… ¿Y quién va a poder dormir con esta alegría, gafitos? Es como la navidad pero en lugar de Santa Claus, vienen los marines. ¡Salud!
Brindaron las mujeres por los soldados gringos, papeados, catires, altotes, no como Rafa que mide uno setenta -dijo su esposa, cansada de 20 años de chaparres marital-. Rafa no brindó esta vez porque le dijeron chaparro. Algunas comentaron encantadas sobre la posibilidad de que algún soldado Ryan se llevara a alguna de sus hijas y le diera un Green Card ¿te imaginas? Y luego puede reclamar al resto de la familia y a vivir en Miami forever, baby! ¡Salud!
Y nuestro bello país, ya libre de chavistas, se abrirá al libre mercado, al Starbuck que el comunismo nos negó, al Walmart en Las Mercedes, Chacaito y hasta en Valencia y Maracaibo. Y comeremos Milky ways y diablitos, lo mejor de los dos mundos, y nada de cajas CLAP, eso se va a acabar porque yo quiero comprar lo que me é la gana y no esa comida baratísima que el gobierno chavista me quiere vender. ¡Salud!
Enratonada se levantó el día D, se comió dos croissants con lomo embuchado y mermelada de arándanos, café con leche y unas pasta secas que sobraron de la rumba de anoche. Se puso el blue jean que compró expresamente para la marcha final, una talla más grande porque, tú sabes, los kilitos de más y además, esa crisis humanitaria es para los niches, o sea. Se puso su franela blanca pureza y candidez, la gorra tricolor encasquetada, los lentes Mulco, un brillito en los labios, rimel, colorete y a la calle, calle y más calle, que hoy llega la invasión y la libertad.
Enratonada se fue a La Carlota a insultar a los militares que custodian la base aérea para que se pasen al lado correcto de la historia, el de las puputov, donde poner guayas para degollar motorizados y quemar negros es una forma de heroísmo. Somos muchos, dijo cuando se encontró con los amigos de anoche, que, como ella, combatían el daño que hace el sol a los ojos enratonados con lentes chísimos, todos tan igualitos que parecían una comparsa sin carnaval. Selfie, selfie, para el Facebook. ¡Digan whisky! ¡Salud!
Los militares recalcitrantes no atendían a los insultos y amenazas y se negaron a saltar. El sol recalcitrante ardía sobre el grupo enratonado que ya no podía más. El ratón se saca con cerveza y de todos modos la verdadera batalla es en Cúcuta, así que vámonos a un lugarcito chévere a seguir brindando por la libertad. Cumplido el deber, corresponde el beber. ¡Salud!
Se apilaban las cervezas en cuenta, las caras se iban alargando con cada trago, con cada minuto que pasaba y no pasaba nada, ni la “ayuda”, ni los “muertos necesarios”, ni los marines… ¡nada! Mesonero, tráigame la cuenta…
Arrastrando los pies regresó al carro que la llevaría a casa. Eso no se le hace a nadie, vale, otra fecha tope, otro ultimátum otra invasión que no llega. La música de las bombas cayendo sobre Caracas le ha sido negada de nuevo… Arrastrando los pies sube al ascensor, entra a la casa, se tira en el mullido sofá y busca alivio en Twitter: Julio Borges, Guaidog, Leopoldo Castillo, el que mató a Leopoldo López, pero no importa, cualquiera que le diga que si nos van a invadir. ¡Aleluya! Nos van a invadir el lunes, cuando Pence se reúna con el Grupo de Lima. ¡Vamos bien! ¡Salud!
Y el lunes pasó, y también el martes, pasa el miércoles y ni una bombita… pasa el tiempo y esa sed de guerra cede al ratón moral. Enratonada, vacía, borra las fotos de euforia sádica que publicó en Facebook, mientras se bebe una amarga y solitaria botella de vino caro.
CAROLA CHÁVEZ
@tongorocho

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