Del Medanal venimos-José David Capielo-EL 19 DE ABRIL-Simón Girán
José David Capielo autor de la columna Del Medanal Venimos

Luego de haber visto en forma bastante detallada el conflicto universitario en el Campus Maracay de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en sus Facultades de Agronomía y Veterinaria (1974), procede analizar el período inmediato a partir del cual debí tomar decisiones importantes que condicionaron mi vida en los años posteriores.

La decisión fundamental que tomé fue la de hacerme activista político y militante “a tiempo completo”, en este caso de la organización que me hizo (y nos hizo al colectivo) la propuesta de incorporarnos en una nueva fase donde se dedicarían especiales esfuerzos a la lucha política de masas, con apertura de un frente legal nacional, con un periódico a distribuir en el país y toda la infraestructura necesaria para ello.

Yo venía discutiendo, desde mi etapa liceísta, la inconveniencia de mantener una política insurreccional dedicada en exclusiva a la atención de los frentes armados y a la lucha clandestina, con poca o ninguna vinculación con el pueblo. Desde mi ciudad natal, Coro, en mis tiempos, algunos compañeros se incorporaron muy jóvenes a la lucha guerrillera, sobre todo desde la división del “Movimiento de Izquierda Revolucionaria” (MIR). Otro tanto había sucedido desde inicios de los años ‘60 con otros jóvenes comprometidos con la guerrilla. Falcón, como se sabe, representó un epicentro de la lucha insurreccional en nuestro país.

En mi caso, la relación principal que tuve entre los años 1967-1968, desde el liceo, fue con camaradas que se incorporaron desde el MIR a la constitución de “Bandera Roja” (BR), fundada en 1970 (organización que lastimosamente, luego de una destacada trayectoria política y guerrillera, con importantes dirigentes políticos y muchos mártires que ofrendaron su vida hasta mediados de los años ‘90, fue posteriormente revertida y es hoy una minúscula organización de ultraderecha). Me había mantenido yo como activista político revolucionario sin militancia formal todo ese tiempo hasta inicios de 1975, como parte de la vanguardia estudiantil en la UCV Maracay, secundando en forma auxiliar en otras tareas de apoyo y solidaridad fuera de la universidad.

La decisión de incorporarme al pleno activismo político no tuvo dudas, ya que aun cuando siempre mantuve la aspiración de culminar mis estudios universitarios, a la vez estuve totalmente identificado con este “viraje”, pudiéramos decir de la izquierda insurreccional hacía la lucha popular. Era lo que había planteado desde los tiempos del liceo. Recibí también la propuesta de incorporarme, por parte de un amigo y paisano, que para la época tenía responsabilidades como cuadro político-militar de BR. Todo se conjugó en esta resolución personal, que considero además de consciente, en sintonía con el momento coyuntural que se vivía.

Un primer deslinde debió ser con mis padres, ya que sin disminuir mis afectos y familiaridad hacía ellos, tuve que asumir plenamente lo que ya era un hecho: la independencia plena de mis actos. Yo venía en ese proceso desde el momento que pude acceder iniciando el cuarto semestre, a una beca de estudios a través de la llamada Organización de Bienestar Estudiantil (OBE) de la UCV (Bs. 400), con lo que pude “descargar” a mi padre, a inicios de 1972, del aporte que solidariamente me facilitaba desde el inicio de mis estudios en 1969 (Bs. 200). El salario mínimo para entonces era de Bs. 300.

Pude mantener esa beca ucevista por rendimiento académico satisfactorio en los próximos cuatro semestres, hasta mi expulsión ya referida, a finales de 1974. Ese “descargo” económico para mi padre fue importante, ya que tuvo dos familias y 22 hijos, que dependían bastante de sus aportes como comerciante independiente (sobre todo quienes convivían con él, su joven esposa y los hermanos paternos menores que fueron naciendo hasta totalizar 13 en total).

En mi núcleo familiar de nueve hermanos, liderado por mi progenitora (ya como madre sin pareja desde 1959), ella garantizaba la manutención con su trabajo doméstico independiente (elaboración de arepas para un restaurant). Una de mis hermanas había comenzado a trabajar muy joven en el área administrativa de una empresa y, junto a mis dos hermanos mayores, apoyó la autosuficiencia en la casa materna (sin subestimar algún aporte de mi padre).

Ese acontecimiento, más allá de los reclamos y discusiones, considero se dio lo menos traumático posible. Mi padre siempre objetó mi participación política, más por sobreprotección que por contradicciones ideológicas. Con él acordé tratar de mantener con independencia, la relación afectuosa que existió siempre. Mi madre, por su parte, bastante triste lamentaba mi expulsión y sobre todo temía que yo no siguiera estudiando. Traté siempre de mantener contacto con la familia y el terruño. Con mi madre existió el compromiso de obtener mi grado académico y compartirlo con ella, aún a posteriori (cosa que pude cumplir afortunadamente, años más tarde).

 

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Desde inicios del año 1975 comenzamos el activismo político, que fue bastante intenso, siendo asignado al frente obrero, cumpliendo funciones de agitación y propaganda específicamente en las puertas de las empresas textileras de Maracay, donde distribuíamos el periódico nacional “Qué Hacer”, se repartían volantes y se promovía la organización de los trabajadores, en una labor por demás riesgosa. Claro, yo seguía apoyándome en la UCV, usando el comedor y aprovechando la solidaridad permanente de los siempre consecuentes amigos y camaradas universitarios.

Igualmente, para garantizar la sobrevivencia plena en Maracay, me inicié como vendedor ambulante de libros, donde logré conseguir un proveedor que nos facilitaba los textos “a consignación” y nos otorgaba el 40% de ganancias por su venta. Esta actividad me facilitó la manutención un buen tiempo. Se funcionaba en un organismo o “célula” coordinadora, que centralizaba toda la actividad legal a desarrollar desde Aragua. Allí promovimos la conformación de los  “Comités de Luchas Populares” (CLP), como instrumento organizativo en los distintos sectores. Fue, sin lugar a dudas, una etapa de bastante auge en las luchas populares en el país.

 

 

“…ha emergido una nueva metodología de conocimiento de lo social que se apoya en la experiencia de lo vivido, en la subjetividad como forma de conocimiento, tan válido como los números, los modelos, las curvas o cualquier otro instrumento estadístico”. (Profesor Víctor Córdova. UCV, 2003)

 

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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.

 

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