Desde un lugar llamado siempre, cartas de amor de Ramón Palomares | Por Vielsi Arias

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Vielsi Arias Peraza autora de la columna Ciudad Escrita

Las cartas son una manera de acceder al universo íntimo del otro, a su necesidad de comunicar lo que sienten: temores, dudas, angustias, pasión y entrega al amor más profundo. A lo largo de la historia, poetas y políticos han escrito cartas dando cuenta de situaciones que les aquejan; ésta ha sido una forma de mantener la cercanía con los seres que aman.

 

Desde la antigüedad, todas las civilizaciones disponían de medios para enviar mensajes a largas distancias. En lugares de paso los viajeros podían comer, descansar y disponer de papel u otros materiales para escribir sus cartas. Los mensajes daban cuenta del lugar donde se encontraba el remitente, de las circunstancias y de su estado emocional.

 

Nadie imaginó que Simón Bolívar, político y libertador de América, dejaría sus tribulaciones y su amor por Manuela en las cartas que escribió mientras estaba dedicado a su vida de armas:

 

El 3 de Julio de 1822 escribió en una carta:

 

No esquivo tus llamados, que me son caros a mis deseos y a mi pasión. Solo reflexiono y te doy un tiempo a ti, pues tus palabras me obligan a regresar a ti; porque sé que esta es mi época de amarte y de amarnos mutuamente. Solo quiero tiempo para acostumbrarme, pues la vida militar no es fácil ni fácil retirarse. Me he burlado de la muerte muchas veces, y ésta me acecha delirante a cada paso.

 

 

O al poeta Pablo Neruda diciendo a su gran amor Albertina:

 

«Pequeña, ayer debes haber recibido un periódico y en él un poema de la ausente (tú eres la ausente). ¿Te gustó, pequeña? ¿Te convences de que te recuerdo?

 

 

Fueron hasta un momento de la historia de la humanidad, la única forma para resolver asuntos del corazón. Así también lo fue para el poeta Ramón Palomares, quien en sus inicios de amorío con la joven María Eugenia Chávez escribió las cartas más sentidas a la joven ausente que viajaba constantemente de Mérida a Caracas. Como una forma de mantener ese vínculo, el poeta no escatima en explayar entre líneas sus más intensos pesares por la ausencia de la amada. Y nos regala esta memoria personal desde un lugar llamado siempre.

 

Ramón Palomares
Ramón Palomares

El amor no es un tema recurrente en la poesía de Ramón Palomares, pues su poética se centra, fundamentalmente, en la celebración del lugar y la forma de vida de los Andes venezolanos. Son pocos los textos en su obra donde el poeta se refiere al amor como cuerpo temático; uno de ellos apareció publicado en la antología de la Biblioteca Ayacucho editada en el año 1994 titulada: Poesía amorosa latinoamericana en la que fue incluido el poema  “Presente”, texto que podría considerarse un antecedente de la cercanía del poeta con el tema que da título al libro Desde un lugar llamado siempre, cartas y poemas de amor a María Eugenia:

 

 

Presente

 

Díjome que le trajera una serpiente,

la quiere ondulante para jugar

y aprender odio en sus colmillos.

Para ponerla en sus tetas la quiere.

Y que ella sueñe enrollada

como los picos de aquellas.

 

Díjome que la quiere coral

para ponerla en su cuello de árbol

y parecerse a los oscuros bosques.

Para que enrolle su garganta, me dijo,

y su bello color entrega mis ojos

muy mansos y silenciosos como perros.

 

Díjome que la quiere armada, siempre,

como su sexo, como sus caderas en el aire,

como sus piernas chorreantes de veneno.

Para colocarla en el vientre cuando se acueste

y que ella sorba del bello ombligo

y haga su nido allí como un pájaro extraño.

 

Díjome que le trajera una serpiente

que tenga un sueño por dentro

para gozar cuando la noche sea más negra.

Para aprender el amor de la muerte, díjome,

y para aprender las caricias del viento:

Tráeme una serpiente bella, díjome.

 

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Las cartas escritas entre 1987 y 2014  fueron editadas recientemente por el sello editorial Nila, al cuidado de Giordana García, escritas durante sus viajes a Bogotá, Madrid y Caracas son misivas donde el poeta desborda todo su amor intentando dibujar la tristeza que le embarga por la ausencia de la amada. Su temor a no ser correspondido lo amilanan como un niño que se rinde ante sus pies.  El amor a veces es dulce y otras amargo; dudoso  parece ponerlo en peligro y ante el cual el poeta se interroga:

 

Qué soy yo para ti

Y me respondiste con voz suave y casi infantil

Todo.

 

Aunque Palomares no hizo del amor un tema de su poesía, estas cartas develan no sólo su sensualidad y arrebato, sino también la carga del paisaje que si es un símbolo reiterado en su obra, visto con los ojos de un poeta enamorado que resalta el lugar. Nos dice:

 

“Una carta olorosa a nísperos, a noche, a albahaca. Una carta  que es el clavel y herida “o cuando expresa: “la estrecha carretera tiene cabeza de serpiente y los árboles de enormes pájaros picotean su horizonte”

 

Se trata de su interés particular por la poesía maya, azteca y los cantos precolombinos en la que se da una interrelación ser y naturaleza y que la convivencia de ambos le podía permitir mirar un universo distinto al europeo.

 

***

 

Vielsi Arias Peraza, Venezuela 1982. Poeta, docente, investigadora, columnista y promotora cultural. Ha publicado: Transeúnte (2005), Los Difuntos (2010), con el que obtuvo la mención honorífica en poesía del Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca; La Luna es mi pueblo (2012), Luto de los Árboles (2021) y Mandato de puertas (2022). Es miembro del Consejo de Redacción de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo, miembro de WPM, capítulo Venezuela, y miembro del equipo promotor de la Escuela Nacional de Poesía de Venezuela.