Mi visión e intención con la columna “Trazos en el tiempo” es dirigir al lector al mundo íntimo e introspectivo del artista, esa ventana escondida a la que solo tiene acceso de primera mano el creador, pero también aquellas pieles de hombres y mujeres que marcaron con tinta indeleble el pensamiento y el corazón de cada uno de ellos y, por ende, su obra.
Esos cómplices, aliados y amantes, de los cuales se escucha muy poco y de quienes, a medida que pasa el tiempo, siguen apareciendo datos cruciales que nos acercan de manera más certera a los más profundos sentimientos y pensamientos de estos Maestros y Maestras de la creación.
Considero fervientemente que, para comprender la obra de arte en todas sus dimensiones, debemos casarnos con la historia que construyeron junto a sus hermanos, amigos, maestros, maestras, familiares y, sobre todo, aquellos amantes convertidos en poesía e imagen.
Sin duda alguna pienso que estas pieles andantes han tenido un rol fundamental dentro del hecho artístico, no solo por ser motivo de inspiración, sino por su lealtad, su admiración, su visión e impulso al tesoro que tenían frente. Dichos sentimientos y acciones permitieron un mayor desarrollo y crecimiento creativo, intelectual, espiritual, personal y profesional de cada uno de estos genios.
Podríamos describirlos entonces, como: Luceros incandescentes, presencias negadas, deseos saciados o simplemente aquellos dolores nunca sanados, por lo tanto, habitan desde siempre en el lienzo, el trazo y el gesto, que no es más que el alma, el pensamiento y el corazón del creador, convirtiéndose así en las musas inmortales.
“Si un pintor o un poeta se enamora de ti nunca morirás”…
Algunas de estas musas más significativas en la historia del arte son: Juanita, modelo, cómplice y fiel amante de Armando Reveron; Gala, esposa de Salvador Dalí; Frida Kahlo y el pintor Diego Rivera.
Entre las historias más interesantes y motivos de estudio para mí han estado las seis amantes de Pablo Picasso: Jacqueline, Dora Maar, Françoise Gilot, Fernande, Eva, Olga y Marie Walter. Estas mujeres fueron retratadas por el pintor a lo largo de toda su carrera artística y así fue como trascendieron en el tiempo y en la historia del arte.
Por otro lado, tenemos el amor imposible de Miguel Ángel Buonarroti por un joven de 17 años llamado Tomasso, a quien dedico poemas y sonetos.
También Gabrielle Berlatier, mujer a la que Van Gogh le entrega su oreja izquierda en un burdel de París donde ella trabajaba como doncella, historia de amor que sobrepasa la razón y la cordura.
Mercedes Barcha, esposa de Gabriel García Márquez, sin ella no existiería “CIEN AÑOS DE SOLEDAD”. Amor traducido en la complicidad, la admiración, la espera y el apoyo incondicional del ser amado.
Una de las pieles que más ha sido fuente de inspiración y admiración para mí es la inigualable fierecilla de Manuela Sáenz, como la llamaba Bolívar, mujer que a mi parecer nos ofreció otra visión de nuestro Libertador, ya que se dedicó a mostrarnos desde su inmensa adoración, admiración y lealtad a muerte, el alma de un hombre vulnerable. Manuela nos dio acceso a la gran batalla interminable de Bolívar por alcanzar el amor, y con ello descubrimos su fuego inapagable producto de su pasión desbordada y desmedida.
Siendo sincera en algún momento de mi carrera artística me negué rotundamente a tal visión. Llegando a pensar y defender que el reconocimiento y los augurios por las victorias logradas de dichos personajes debían estar dirigidas única y exclusivamente hacia ellos, seguramente era mi ego el que hablaba en ese momento.
Por fortuna, hoy puedo decir que estaba rotundamente equivocada, pues a mis 32 años pude reencontrarme con una de esas pieles andantes, quien ha sido estos últimos 4 años ese pilar fundamental para mi crecimiento personal, espiritual, profesional y artístico.
Gracias a él he podido reconocerme entre las sombras infinitas de mis miedos y en las gotas diluidas entre el lienzo y el papel. Solo así logre comprender la importancia y el valor que les debemos a dichas divinidades, mujeres y hombres que pertenecen al hacer de todos los románticos que hoy habitamos los suelos de estas tierras:
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Usted, señor mío,
se ha convertido en mi más grande inspiración,
en mi cómplice, mi escudero, mi maestro, mi aliado,
en mi pulso e impulso
Desde ti
mis versos se gestan
y mi trazo se suaviza…
en este insomnio enamorado.
***
Penélope Tovar, artista plástica, egresada de la Escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena”; es también licenciada en Pedagogía Alternativa, mención Desarrollo Artístico, por la Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez” (UNESR). Ha participado en exposiciones colectivas a nivel nacional (Galería de Arte) e internacional (Canadá, EEUU, Reino Unido, Portugal y España). Exposiciones individuales: Museo de Bellas Artes de Caracas y Museo de Arte Valencia (MUVA). Reconocimientos: Artista Joven del mes de Noviembre 2021 por el Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela.
Actualmente es facilitadora en Arte-terapia en el Centro de Neuro-desarrollo “KOKIGYM”, apoyando en la rehabilitación de niños y niñas con discapacidad.
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