“Dolarización, salario, educación y golpismo” por Christian Farías

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El inicio de este nuevo año 2023 está cargado de mucha agitación económica, social y política, heredada de la larga temporada de guerra económica que se comenzó a derrotar el año pasado. En consecuencia, se ha impuesto una dinámica de calle, con movilizaciones sociales y políticas bastante intensas, bajo la conducción organizativa y encubierta de la oposición rabiosamente anti chavista, que solo le interesa, realmente, sacar de Miraflores al presidente constitucional Nicolás Maduro.

Un análisis dialéctico, crítico, sistémico y desde la complejidad, nos permite identificar la línea o el sentido de continuidad entre los cuatro elementos que titulan este artículo. En tal sentido, quiero señalar la relación semántica y su continuidad dialéctica hacia un propósito final que sería el golpe de Estado o una supuesta rebelión civil contra el presidente Nicolás Maduro, en el contexto sistémico y complejo de la recuperación económica-social del país y su reelección presidencial.

LA DOLARIZACIÓN es una estrategia monetarista norteamericana, que surge al final de la segunda gran guerra europea, (ver Acuerdos de Bretton Wood de 1944) para darle valor universal y supremo al Dólar norteamericano, por encima de las monedas europeas; y así, controlar el funcionamiento financiero del viejo continente. Luego, se extendió por América y Asia con resultados nefastos y oprobiosos para la dignidad de los pueblos. He aquí estos datos:

La clave para entender cómo el dólar se convirtió en la divisa por excelencia de las reservas está en la Segunda Guerra Mundial. Antes de entrar en el conflicto, Estados Unidos era el principal proveedor de armas de los aliados, entre otros bienes. La mayoría de los países le pagaban en oro y esto hizo que, para el final de la guerra, Estados Unidos fuera el mayor poseedor de este recurso y el resto de países tuvieran sus reservas diezmadas, con lo que no podían volver a un sistema que se sostuviera con base en el metal dorado.

En 1944, integrantes de los 44 países aliados se juntaron en Bretton Wood, en Nueva Hampshire, para diseñar un sistema para la gestión de las divisas y decidieron que ya no estarían vinculadas al oro sino al billete verde (que a su vez estaba vinculado al oro).

Como resultado, los países comenzaron a acumular reservas de dólares en lugar de reservas de oro y a comprar títulos del Tesoro de Estados Unidos para guardar sus dólares.

El sistema ha sufrido diversas modificaciones desde entonces; por ejemplo, el dólar se desvinculó del oro a partir del Gobierno de Richard Nixon, pero la divisa verde no ha dejado de ser la principal moneda de reserva. (https://cnnespanol.cnn.com/2022/08/08).

 

En definitiva, la dolarización es el arma o instrumento de dominación financiera y monetaria que le permitió a Estados Unidos imponer su hegemonía económica-financiera-cultural sobre el viejo continente europeo, para sustituir la prestigiosa tradición cultural greco-romana por la emergente industria cultural del cine y la música norteamericana. Para ello sirvió el Dólar y la drogadicción, como instrumentos de control y dominio de las nuevas generaciones de la postguerra europea.

Igualmente, la dolarización de la época post-guerra le facilitó a Estados Unidos fortalecer y darle un gran impulso a su principal poder tecnológico-industrial-militar, terriblemente conocido como El Pentágono. Con ello, consolidó su expansión y dominio hegemónico imperial sobre Europa, América, África y Asia.

En ese contexto, se ubica la imposición del Dólar sobre nuestro Bolívar. Es un ataque de guerra monetaria en función de agravar la guerra alimentaria y contra la salud a la que ha sido sometido nuestro pueblo, junto a casi todos los pueblos de Nuestra América; y al mismo tiempo, para recuperar y fortalecer la economía financiera de Estados Unidos. Al respecto, he aquí estos datos:

 

El efecto en Estados Unidos y el dólar como principal divisa internacional, ha sido drástico. Durante la primera mitad del 2022, la inflación estadounidense se ha ubicado en máximos históricos que no se veían desde hace más de 40 años. La Reserva Federal, ante un escenario posible de recesión económica en Estados Unidos, se ha visto obligada a incrementar las tasas de interés a cifras récord en casi 30 años, lo que motiva a los inversionistas a buscar refugio en una divisa sólida como el dólar, incrementando el valor de éste por su mayor demanda y depreciando otras monedas. Diferentes monedas como el euro, el yen y la libra esterlina han perdido terreno frente al dólar, así como las monedas latinoamericanas. (Ver:crudotransparente.com/2022/07/14/el-papel-del-dolar-y-del-petroleo-en-la-coyuntura-mundial-actual).

 

En ese contexto, se ubica la dolarización de la economía venezolana, anulando el valor de nuestra moneda al subordinarla y someterla al sistema monetario y financiero hegemonizado por el Dólar. De hecho, esto es un atentado contra la soberanía monetaria de nuestro país. Con ello, se ha generado un profundo malestar económico ya que reduce o liquida la capacidad adquisitiva de nuestro salario y nuestro ingreso familiar. Nos esclaviza en esa competencia desigual entre el valor del Dólar y el valor del Bolívar.

Frente a ese ataque mortal, el presidente Nicolás Maduro creó y puso en funcionamiento a partir del día 20 de febrero de 2018, el Petro o criptomoneda digital con respaldo en el valor que tenga nuestro barril de petróleo. A cinco (5) años de su creación, el Petro se mantiene como fuente de ingreso monetario, libre e independiente y soberano del Estado y el gobierno nacional, para beneficiar a nuestro pueblo y el desarrollo soberano de nuestro país.

El tiempo ha demostrado que el imperio es fuerte, implacable y criminal; pero, igualmente, nuestro gobierno y nuestro pueblo han demostrado una gran capacidad y fortaleza para resistir con éxito esa bestial guerra monetaria. No han podido someternos y hoy tenemos dos monedas:

La primera es nuestro Bolívar, devaluado, recuperado, vuelto a devaluar y ahora en resistencia, debido a la instrumentación perversa y criminal del Dólar. La segunda, nuestra criptomoneda, el Petro, que mantiene su fortaleza en el sistema internacional de las criptomonedas y es fuente de ingreso seguro para nuestro país, pues, es la única criptomoneda en el mundo que tiene un respaldo propio y autónomo,  equivalente al precio de nuestro barril de petróleo.

La dolarización impuesta por EEUU no es otra cosa sino el ataque criminal contra la capacidad adquisitiva de nuestro salario, generando mayor empobrecimiento y miseria en la población asalariada. Igualmente, genera enriquecimiento y mayor poder adquisitivo en los sectores capitalistas, sobre todo, los del comercio y los servicios. Pero, igualmente, en la burocracia ineficaz y corrupta del Estado y el gobierno venezolano.

Es necesario entender que esta burocracia estatal, no es chavista ni revolucionaria; sino heredera de la vieja burocracia del puntofijismo adeco-copeyano, apoyada por FEDECAMARAS, el alto Clero y los militares corruptos. Todos ellos constituyen una fuerza institucional que no favorece a la revolución; sino, al contrario, conspiran contra el gobierno revolucionario, sabotean las políticas y los programas sociales. Lo han hecho así siempre, primero contra Chávez y ahora contra Nicolás.

Pareciera que hoy, esa alta burocracia pretende profundizar la brecha entre ricos y pobres, debilitar al gobierno revolucionario y generar el estallido de la guerra civil para que nos destruyamos unos con otros; y luego vengan los gringos a “darnos ayuda humanitaria”, apoderándose de nuestro país y nuestras riquezas minerales, agropecuarias y marítimas.

En ese contexto, los jefes del imperio incrementan el valor del Dólar por encima del Bolívar para derrotarnos y someternos a sus designios imperiales. Al mismo tiempo, nuestro Petro se ha mantenido durante estos cinco años apuntalado por nuestras reservas petroleras. Tendremos Petro, durante 200 años. Pero, hoy seguimos enfrentando los daños perversos de la dolarización.

Estamos en una etapa aguda de la contradicción dialéctica entre imperio y nación. Hegemonía única en decadencia y emergencia del nuevo mundo pluripolar y multicéntrico. En Venezuela, ha emergido con fuerza la crítica histórica de los pueblos contra el poder imperial y el poder del Estado burgués. La crítica de quienes trabajan y producen, contra las burocracias que no producen; pero se roban las riquezas del pueblo para convertirse en los nuevos opresores.

He allí la confrontación de los sistemas de las viejas formas de opresión y esclavitud frente a los nuevos sistemas emergentes de integración, respeto y unión para la paz y el bienestar de los pueblos. He allí las nuevas complejidades del capitalismo y el imperialismo en decadencia, por un lado; y por el otro, las complejidades de los procesos de construcción de nuevas sociedades democráticas, participativas y protagónicas, libres y soberanas.

EL SALARIO de nuestros trabajadores se ha visto fuertemente golpeado en ese contexto de la brutal dolarización económica de nuestro país. Pero, debemos reconocer que, en nuestra revolución bolivariana-chavista, el salario siempre ha estado protegido, tanto en el gobierno de Chávez como en el de Nicolás. En los mejores y los malos tiempos que hemos vivido durante estos 23 años de nuestra democracia participativa y protagónica, sustentada en la CRBV y en la perspectiva de los cinco objetivos históricos del Plan de la patria.

Es necesario recordar que, en los tiempos pasados de la dictadura militar y la democracia formal representativa, a lo largo de todo el siglo XX, sin guerra económica ni dolarización, el salario siempre fue muy pobre para que el trabajador viviera como un condenado en la pobreza, la miseria y el atraso económico, social, político y cultural; sin perspectiva alguna de bienestar social, cultural y espiritual.

Durante los 40 años de duración del pacto de Puto Fijo, los salarios siempre fueron limitados y estancados en la pobreza que sí crecía sin misericordia alguna, hasta que se llegó al día 27 de febrero de 1989 en que las multitudes de los cerros bajaron para saquear, asaltar y obtener lo que no podían comprar porque no tenían empleo ni salario alguno para vivir bien.

Es innegable que durante estos 23 años de la revolución bolivariana-chavista, hemos vivido y disfrutado el estado de bienestar social, materializado en los cinco derechos fundamentales para el buen vivir: derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.

Hoy, es indudable que los derechos económicos son el blanco de los ataques imperialistas; y el salario es el punto más débil de nuestra revolución. Igualmente, los derechos sociales (salud, educación, transporte, agua) son saboteados desde las estructuras burocráticas y contra revolucionarias, residuales del viejo Estado burgués del puntofijismo, que conspiran contra el proceso revolucionario.

Nuestro presidente obrero Nicolás Maduro, siguiendo el camino de Chávez, ha protegido siempre el salario de la clase trabajadora. Nunca ha traicionado ni abandonado a su propia  clase social ni a las grandes mayorías que conforman la inmensa fuerza del pueblo venezolano.

Ha enfrentado los ataques criminales, en el marco de la constitucionalidad democrática y la estrategia de resistencia victoriosa. Con ello, ha logrado preservar la paz y derrotar las múltiples tentativas golpistas, insurreccionales y de estallido de la guerra civil.

El problema del salario se hizo agudo y crítico, cuando se inició la guerra económica. No se ha podido superar de manera definitiva porque la guerra económica sigue en pie, no la hemos derrotado de manera definitiva. Finalmente, el salario será recuperado, fortalecido y estabilizado, en la misma medida que avance la reconstrucción del nuevo modelo económico, sustentado en los 18 motores de desarrollo productivo, soberano, libre e independiente.

LA EDUCACIÓN es un derecho constitucional del pueblo venezolano. El Estado y el gobierno están en el deber y la obligación de proteger y garantizar el funcionamiento permanente de todo el sistema educativo de la República, desde el pre-escolar hasta el universitario, en las condiciones que sean.

Igualmente, el salario necesario, justo y digno, es un derecho constitucional y universal de toda la población trabajadora de nuestro sistema educativo nacional y regional, que dirige el Estado y el gobierno en cada uno de sus niveles.

En ese sentido, el comandante Chávez protegió siempre el salario con el dinero obtenido de la renta petrolera, alta y estabilizada entre los 60 y 100 dólares el barril, durante el periodo 2004-2012 y sin tener que enfrentar una guerra económica tan despiadada y criminal como le ha tocado enfrentar al presidente Nicolás Maduro, “haciendo mucho con poco” y “de tripas, corazones”, como él suele decir.

Es necesario reconocer y entender lo que ha significado para nuestro sistema educativo, nuestra población, nuestro gobierno revolucionario y el país entero, enfrentar y vencer “una temporada en el infierno” (como se titula el libro del gran poeta francés Arthur Rimbaud), única, nueva y trágicamente histórica como lo es la guerra económica que nos impuso el imperialismo y sus lacayos, miserables y desalmados.

Afortunadamente, esa guerra la hemos venido derrotando y nuestras escuelas, liceos y universidades están hoy en pleno proceso de recuperación integral, que incluye el mejoramiento del espacio físico, la dotación de materiales didácticos y administrativos, insumos para los comedores escolares, reincorporación de toda la población escolar, el personal obrero, administrativo y docente

Por supuesto que el presidente Nicolás Maduro tiene y siempre ha tenido en su agenda la atención y protección económica y socio-cultural posible, para todas las personas que trabajamos en el sistema educativo venezolano. Salarios, bonos, IPASME, uniformes, zapatos, etc.

Este proceso de recuperación integral de todo el sistema educativo es el mejor y más notable indicador de la recuperación integral de nuestro país, de nuestra Venezuela, que ha sabido y sabrá siempre RESISTIR Y VENCER, POR ENCIMA DE LAS CIRCUNSTANCIAS QUE SEAN.

Así lo hicieron en cada uno de sus tiempos históricos, Guaicaipuro, José Leonardo Chirinos, Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Ezequiel Zamora, Cipriano Castro, Fabricio Ojeda, Hugo Chávez y ahora nuestro presidente Nicolás Maduro, siempre junto al pueblo, con el pueblo y para el pueblo.

EL GOLPISMO en la nueva Venezuela bolivariana, es como un fantasma diabólico del viejo militarismo de la primera mitad del pasado siglo XX (desde Gómez hasta Pérez Jiménez), que fue alimentado por la oligarquía y el imperialismo norteamericano.

Igualmente, el golpismo de izquierda de los años sesenta (el Carupanazo y el Porteñazo) no logró incorporar el apoyo del pueblo. La rebelión del 4 de febrero de 1992, no tuvo éxito inmediato porque no tenía incluida la participación masiva del pueblo.

Pero, después del fracaso, Chávez se rinde y habla por la televisión. El pueblo escuchó su “Por ahora…”, entendió su mensaje, lo asumió como su nuevo líder, lo eligió presidente de la República y lo inmortalizó para siempre con su legado y su ejemplo de praxis histórica, convertida hoy en la mejor referencia paradigmática de lo que debe ser un verdadero dirigente revolucionario bolivariano.

Por esa razón, el golpe de Estado o Carmonazo piti-yanki, del 11 de abril de 2002 contra el comandante presidente Hugo Chávez, también fue derrotado a los dos días, por el glorioso pueblo chavista que salió a las calles de Caracas, rumbo a Miraflores para rescatar a su Presidente. Y allí se sumaron los militares patriotas que no se confabularon con Carmona Estanga.

Igualmente, todas las movilizaciones, huelgas, guarimbas, saboteos, conspiraciones e intentos golpistas o de magnicidio, que se han realizado contra nuestro actual presidente Nicolas Maduro, han fracasado y seguirán fracasando porque, sencillamente, Maduro ya no es Maduro; sino un pueblo, el mismo pueblo de Chávez que sí sabe entender el momento histórico que estamos viviendo y valorar, defender y fortalecer nuestro proceso revolucionario independentista y liberador.

 

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Con base en los elementos expuestos, debo decir también que utilizar la dolarización, el salario, la educación y el golpismo para debilitar y sacar de Miraflores al actual presidente Nicolás Maduro es un miserable error de cálculo político sin ninguna posibilidad de éxito.

Es doloroso y muy lamentable ver gente de izquierda y de trayectoria revolucionaria chavista, participando en estas marchas y movilizaciones, orientadas y dirigidas, no por los hombres y mujeres visibles que dan la cara, sus discursos y arengas; sino por actores encubiertos de la derecha fascista y agentes del imperio norteamericano, para intentar un nuevo golpe de Estado, dividir y caotizar las fuerzas de nuestro pueblo hasta llevarnos a la guerra civil. Esa es la verdadera agenda del imperio para destruir nuestro país.

Lo que hoy está en plena recuperación, gestación y dinamismo en las estructuras económicas y las superestructuras políticas, geopolíticas, sociales, educativas, culturales, jurídicas, morales, éticas, estéticas y espirituales de nuestro país, es algo que debemos estudiar y analizar con detenimiento y base metódica para saber elegir los caminos y no sucumbir y ahogarse en los malos cálculos.

El tiempo actual nos exige calma y cordura, serenidad y visión dialéctica, crítica, dialógica y sistémica en el contexto de las complejidades propias de un mundo ya viejo, unipolar y hegemónico, lleno de enfrentamientos, destrucción, guerras y en plena decadencia; y otro mundo joven, emergente, pluripolar y multicéntrico, sustentado en la equidad, la solidaridad, el respeto, el ganar – ganar para la paz, la coexistencia humana y dialógica para el bienestar de toda la humanidad.

 

Christian Farías / Ciudad Valencia