DOS FOLLETOS DE AMÍLCAR FIGUEROA

Dos Folletos de Amílcar Figueroa se refiere a un comentario de sus textos “Enfrentar al Estado imperial es un deber patriótico y revolucionario” y “La CELAC y la lucha por el socialismo”. JCDN.

Uno de los títulos más celebrados de Trinchera

Amílcar Jesús Figueroa Salazar es el responsable de una empresa alternativa: Editorial Trinchera, la cual dirige con pulso firme desde Caracas. Su línea editorial se refiere al socialismo, la teoría marxista, el análisis político y la literatura comprometida (ya habíamos comentado en este medio la muy estupenda novela de Juan Antonio Hernández, “Lo que fue dictando el fuego” referida al Caracazo).

LEE NUESTRA RESEÑA A LA NOVELA DE JUAN ANTONIO HERNÁNDEZ

Dadas las circunstancias aciagas que embargan a la república, en 2012 Trinchera reimprimió un par de folletos que hoy no pierden actualidad: “Enfrentar al Estado imperial es un deber patriótico y revolucionario. Respuesta al Departamento del Tesoro y demás instancias de poder de los Estados Unidos” y “La CELAC y la lucha por el socialismo”, ambos títulos publicados el año 2011. Así lo amerita la seria coyuntura en la que la potencia imperial apareja contra Venezuela sanciones económicas, ataque a la economía por vía del mercado negro y la especulación financiera, amén del reciente sabotaje al sistema eléctrico.

Por supuesto, la corrupción y la infiltración hostil de un equívoco funcionariado en el Estado, hace de las suyas igualmente. La corrosión, pues, es exógena y endógena. El corpus discursivo de ambos folletos, por fortuna, posee claridad expresiva y rigor político-histórico en el no muy fácil esfuerzo analítico y esclarecedor del momento.

Amílcar Figueroa, editor responsable de Trinchera

El primero de los textos excede la respuesta y aclaratoria del autor al Departamento del Tesoro, con motivo de ser injustificado acreedor de sanciones diplomáticas y económicas. Por medio de interrogantes y sub-títulos a manera de categorías socio-políticas, Figueroa Salazar teje un sudario argumentativo para acarrear la sepultura del discurso extremista, intolerante y embustero del gobierno norteamericano. No es primera vez que los sancionados son tildados de bandoleros, terroristas y narco-guerrilleros. La terminología es vieja pues se la adjudicaron a Augusto Sandino, Emiliano Zapata, Pancho Villa y Farabundo Martí, entre otros mártires de Nuestra América.

Estados Unidos, la OTAN y el estado teocrático de Israel son las instancias más emblemáticas del terrorismo de Estado: La vil cosa va de las invasiones a los países centroamericanos y el respaldo a las dictaduras ultraderechistas del continente, pasando por Irak y Libia, hasta ese gigantesco campo de concentración que es aún la Franja de Gaza.

Otro de los títulos de Trinchera

¿Qué decir de las trochas golpistas del Irán-Contras y su vinculación con el narco-tráfico colombiano de Escobar Gaviria y Compañía? ¿Y minar las aguas territoriales de Nicaragua para derrocar el legítimo gobierno sandinista?

Respecto al muy sonado caso de Venezuela (por el acoso político y mediático con sus falsos positivos), nos dice Figueroa el porqué de la ojeriza gringa: “el proceso político en desarrollo en Venezuela ha cometido lo que el Estado Imperial considera un doble crimen: 1.- emprender caminos soberanos y 2.- intentar construir una experiencia postcapitalista”. Para la rapacidad de las corporaciones industriales, militares y financieras es menester criminalizar cualquier afán liberador y autogestionario dentro y fuera de América Latina.

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El segundo folleto se ocupa de la realización de la integración latinoamericana y del Caribe por vía de la para entonces recién creada CELAC. En la ausencia de slogans mustios y esterilizantes, Figueroa no sólo se refiere a los antecedentes históricos de la Confederación de Estados Latinoamericanos, sino también el reconocimiento crítico de las fortalezas, debilidades y oportunidades de la integración latinoamericana. No faltaba más, dado su espíritu bolivariano, la Gran Colombia, y mirandino, Colombeia, el cual es actual, justo y necesario. Allá los Pino Iturrieta que tildan la integración como un constructo desfasado y anacrónico: Le encantan el discurso anti-democrático de los Milton Friedman, Von Hayek, Karl Popper y los yuppies de Chicago.

Primer tomo de las obras completas de Pedro Ortega Díaz

Por ejemplo, el film “La Cordillera” de Santiago Mitre entrevé –en el campo de la ficción- la pugna entre gobiernos integracionistas y pitiyanquis en la posible constitución de una empresa petrolera multinacional latinoamericana. El presidente argentino, encarnado por un estupendo Ricardo Darín, fue el instrumento que desbarató la integración de nuestros países previo acuerdo con el gobierno de Estados Unidos.

Las posibilidades integracionistas y soberanas de la CELAC, se han dificultado con los triunfos de Macri en Argentina, Piñera en Chile, Borsolano en Brasil (gracias al encarcelamiento ilegal de Lula y el apoyo del fundamentalismo evangélico) y el uribismo en Colombia. Si bien la línea no intervencionista de la Cancillería mexicana en la gestión López Obrador fue recobrada, el recién instalado presidente progresista enfrenta la superación de retos como la corrupción, la problemática migratoria y fronteriza y el narcotráfico.

Nos resta recomendar la lectura de estos textos breves, como materia de discusión política verdadera que contraríe la banalización insufrible de los discursos en Venezuela y América Latina.

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC    

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