«El Primer amor», el que nunca se olvida» por Carlos Delgado Niño

En aquellos discos «rompibles» de 78 r.p.m, cuya dureza era capaz de soportar durante innumerables minutos el peso de un mal llamado «Fonocaptor» con su gran corneta de proyección ortofónica, por arte de invención del siglo 19, pude entender, más que escuchar, una de las más bellas canciones dedicadas a ensalzar el amor…!

Debo enfatizar, para explicar mejor, que no se trata del amor conceptualizado en esta era moderna de incertidumbre y confusión que tiende al materialismo doctrinario, sino más bien, del que hablan los poetas. El amor que se siente y se vive, con la plenitud de los sentidos, ese debe ser el «que nunca se olvida»…

Esa misma canción ha perdurado, hasta ser recibida por generaciones, en las claras transcripciones fonoeléctricas del siglo 20, cuyo final estoy viviendo al ofrecer a mis amigos este anecdotario. La voz de Lorenzo Herrera me lo hizo vivir y la de Lila Morillo, recordar… es por eso que puedo ahora contarlo:

-Hola nena..! Me recuerdas..?

-Hola Carlos…! Por supuesto que si te recuerdo!

-Han pasado varios años… muchos años, pero…

-Pero qué..?

-Qué el primer amor jamás se olvida..! No es así…?

Se alejó y mientras tanto, mi mente buscó… en el rincón de los recuerdos y de pronto me contemplé adosado a la baranda de la Placita Sucre, esperando el momento de entrar a clase…!
De pronto, aparecieron mis compañeros de curso; Armando Guevara, Neo Agreda, Ricardo González, Horacio Rivas Mijares…

– Ya preparaste el trabajo que nos pidió el profesor Feo La Cruz…? Si aquí lo tengo, el asunto de las emisoras y de la profesión del locutor comercial… los que no puedo entender bien es eso del certificado del MTC.!

Yo tampoco, por eso es que… yo…

Epa vale, se te van a salir los ojos detrás de esa carricita! -Ten cuidado con el hermanito que la cela mas que a su propia novia!. Es, es además, «torero-boxeador»!

Cada vez que la veía, me saltaba el corazón de gozo! Tan menudita, tan frágil! Descubrí que ya me había enamorado, a pesar de que en mi barrio, había nenas por montones y como ya me había «echado los largos» no me perdía «ningún arrocito ni ningún picoteo» esa «nena» me tenía «la empalizada en el suelo»…!

Armando Guevara me lo repetía a cada rato! ¡Cuidado!

Fueron muchos los «matines» que compartimos:

– Bueno, vale! Es que no vamos a ver la película?

– Lo del «vale» suena a pulpería de esquina…!

– Esta bien, mi amor..! No te vayas a resentir por eso!

Lo decía con la boca, los ojos, con toda su cara porque así es ella:…! el tiempo pasa y el amor también… cada semana de vernos y tratarnos, siempre a escondidas, cada encuentro en alguna fiesta deparando emoción tras emoción, acrecentaba más y más ese amor inocente que sólo pudo haber cambiado la forzada ausencia de alguno de los dos y eso ocurrió»…!

Y es que la vida tiene tantas facetas y tan distintas!…

Una de esas «facetas» me alejó del Liceo y de mi «nena»..!

Culminado el tercer año de bachillerato surgió la invitación a ingresar en la Academia Naval, para recibir el grado de Oficial de la Armada.

En efecto, poco después de los exámenes finales… en vez de cursar el cuarto y último año, ingresamos en la Escuela Naval de Maiquetía varios compañeros de curso: Armando Guevara, Lino Sanoja, Argenis Rueda, Melecio Delgado, Ricardo González y alguien más!

Carlitos Briceño, hermano de la Nena, no fue aceptado por su escasa estatura, aún cuando como torero, se agigantara y dejara de ser el «piorrita», para mostrarse tan espigado como Manolete.

Los años duros de la carrera naval y la ausencia prolongada, hicieron cambiar las cosas, marcando distancias desastrosas!

En un tiempo que pudo haber sido mas corto que largo, tuvieron lugar hechos singulares:… el crucero a Norteamérica, con el grado de «Midshipman» o Guardamarina!… La protesta «masiva» por la eliminación de las becas de estudio que redujo todo un batallón de cadetes (250 efectivos) a una media compañía (solo 72)… y el castigo por «amotinarse» fueron separando nuestros corazones…

En una de esas etapas, me dispuse a visitar a la nena, para conocer hasta que grado había soportado la espera…! Ni una carta ni un recado…

Armando Guevara y Ricardo González, hacían mofa:

– Amor de lejos… amor de pendejos!…

– Tu crees que después de tanto tiempo… y sin haber hecho contacto con la nena… la vas a encontrar como si nada?

Ningún argumento podía ser válido, porque para Virginia, yo era el primer amor… y «el primer amor nunca se olvida»…

El rápido «autovías», capaz de hacer el recorrido Caracas-Valencia en sólo tres horas y media, arribó a la estación a eso de las tres de la tarde; Ricardo González fue el primero en llegar ya que Don Lucio lo esperaba en su «Tipografía Fénix» y yo también pude llegar rápidamente a casa, mientras Armando seguiría poco más allá, por la Calle Cedeño a su casa de La Pastora.

Quedamos en encontrarnos en la Plaza Bolívar para celebrar…

– Después nos dirás como te fué…!

– Este va ser un sábado memorable, de Navidad!

A las seis de la tarde, de punta en blanco, con el uniforme de gala en todo su esplendor, me dirigí a la casa de la Nena en el Tranvía de Palo Negro… Que sorpresa para ella..!… trataba de imaginarla, corriendo a mi encuentro para darnos el más grande los abrazos… pero al acercarme, extrañe que en aquella adorable casita se realizaba la más grande de las fiestas…!

– Hola tocayo…! Que buenmozo llega con ese uniforme!

– Y usted anda muy elegante!… Esta cumpliendo años?…

– Yo no…! Es la Nena, que se casa…! Pase y brindemos!

Aquello fué, si,! la mas «tremenda» de las sorpresas! Sentía un puñal atravesando mi pecho que golpeteaba con furia!. Un abrazo largo, doloroso, como un reproche y con un nudo en la garganta..:

– Felicidades Nena!… y a usted también compañero! Pero lamento tener que irme! Debo reportarme en Maiquetía antes de las doce de la noche, ya que mi permiso está vencido!

– Lástima que no puedas quedarte, Carlos..!

Apresuradamente, me alejé para tomar el tranvía de regreso, evitando que se notara como enjugaba mis lágrimas con el pañuelo!

 

"El Primer amor"
Vista de la Estación de Ferrocarril Valencia – Puerto Cabello

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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