“Elon Musk, Twitter y libertad de expresión, un volcán por explotar” por Fernando Guevara

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Es común entre algunos sectores hablar de libertad de expresión como un derecho absoluto para decir lo que se venga en gana.

Este tema es una constante entre comunicadores sociales, bien sean titulados, es decir, formados y egresados de universidades como tales, bien con otras profesiones y estudios de postgrado en áreas de la comunicación; también por aquellos que unilateralmente he denominado como comunicadores “profesionales” por el hecho de escribir usualmente en medios de comunicación o participar en espacios radiales más o menos extendidos (como quien esto escribe).

De todas formas, el tema de la libertad de expresión es un tema común a diversos niveles de la sociedad y siempre es un tema polémico.

Se tiene, como primer texto que recoge la necesidad de proteger la libertad de expresión, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano durante la Revolución Francesa de 1789, la misma rezaba “Artículo 11.- La libre comunicación de pensamientos y opiniones es uno de los derechos más valiosos del Hombre; por consiguiente, cualquier Ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, siempre y cuando responda del abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.”  Como podemos leer el artículo en cuestión claramente establece que quien abuse de dicha libertad debe responder de ello.

La Constitución de los Estados Unidos (el país que no es país, tema del cual hablaremos en otra oportunidad) señala, en su primera enmienda, que el congreso “no hará ley alguna… que coarte la libertad de palabra o de imprenta”, aquí todo el mundo puede decir lo que le venga en gana sin limitaciones.

La Constitución venezolana señala en su Artículo 57 reza: Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura. Quien haga uso de este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado”. Es decir, es responsable todo aquel que al hacer uso del derecho a la libertad de expresión cause un daño a otro.

La libertad de expresión, como generalmente toda libertad o derecho, es limitada y se restringe justamente cuando se pueda causar un daño a otra persona o a la colectividad. Muchos consideran esta última acepción, es decir, que pueda provocar un daño a la comunidad o a la colectividad como una censura, pero la realidad es que no se censura el uso de la libertad de expresión, sino su abuso. Veamos.

Las normas al respecto, generalmente, señalan que todos tenemos derecho de expresar, a viva voz, nuestros pensamientos. Y eso es realmente una libertad fundamental para el ser humano. Hay tantos temas sobre los cuales tenemos opinión que es necesario debatirlos y exponerlos a las demás personas en un ejercicio hasta sano de socialización y aprendizaje.

En muchos casos, por no decir en la mayoría, los puntos de vista de las personas no son del agrado de sus semejantes o de las personas con las que compartimos. Quizás podemos tener puntos de vista semejantes, pero la verdad es que muchas veces nuestros puntos de vista chocan con los de los demás. Por eso, a veces, nos quedamos callados la boca sobre algún tema, e incluso nos mordemos la lengua cuando alguien cercano suelta una opinión destemplada sobre un tema en el cual nuestro punto de vista es completamente distinto.

He allí cuando surge el gran problema que Elon Musk tiene en sus manos. Twitter se ha convertido en la plataforma con mayor penetración para la libre expresión del pensamiento.

Ahora, este sujeto, calificado por las mass media como el hombre más rico del mundo, nuevo propietario de la red del pajarito, ha venido postulando desde hace algún tiempo que twitter debería permitir la libertad absoluta y que, en tal sentido, no habrá más censura, y hasta aseguró que le regresará la cuenta al eliminado Donald Trump.

 

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El asunto es que precisamente la irresponsabilidad comunicacional puede conducir a excesos y graves alteraciones sociales. Y esto lo han vivido todas las sociedades. No estamos hablando de censura, sino del abuso de una libertad que por efectos de la mentira y la manipulación ha causado graves daños en la historia de la humanidad.

De nuevo, no hablamos de censura ni de coartar la libertad, hablamos, como ya lo hemos hecho antes, de educar a la colectividad en el entendimiento de las noticias, en lo que se denomina la formación del pensamiento crítico.

Una persona, una sociedad, formada y educada en entender el cómo funciona el entramado de los poderes fácticos, bien sean económicos, militares, religiosos o políticos, puede entonces enfrentarse a los fake news de una mejor forma que aquel sujeto sometido a diario a los escándalos divulgados en las redes sociales, que solamente buscan favorecer intereses propios, incluso el paupérrimo bolsillo de algunos twiteros, tiktokeros o instagramers que divulgan lo que sea con tal de agrandar su número de seguidores, sus likes y sus cuentas.

Educación y formación en análisis y pensamiento crítico debe ser el norte educativo hoy en día.

 

Fernando Guevara / Ciudad Valencia