Ciudad Escrita-Vielsi Arias-África-poesía-recitales
Vielsi Arias, autora de la columna de Ciudad Valencia "Ciudad Escrita"

El 15 de enero del año 1945, el presidente Isaías Medina Angarita decreta el Día Nacional del Maestro en reconocimiento de las luchas de los maestros venezolanos por sus derechos laborales y contra la dictadura gomecista.

En plena dictadura, un grupo de docentes conforma la Sociedad Venezolana de Maestros de la Instrucción Primaria (SVIMP) con el fin de trabajar en propuestas para mejorar la calidad de la educación y luchar contra el analfabetismo en el país. Al dictador Juan Vicente Gómez no le gustaron las acciones del gremio y ordenó a los maestros separarse de esta organización.

Luego de su muerte, en el año 1936, fue convocada una gran asamblea de docentes para fundar la Federación Venezolana de Maestros (FVM). Desde entonces se celebra este día para reconocer la labor de quienes forjan a los profesionales de este país, al sujeto con sensibilidad y conciencia por el otro.

En Venezuela la lucha de los maestros no ha cesado. La crisis compleja y multidimensional por la que atraviesa el país ha golpeado con mayor fuerza a este gremio. Sin embargo, gracias al compromiso, la entrega y el amor incondicional de los maestros, el derecho a la educación se ha garantizado en las condiciones más deplorables de las instalaciones de las escuelas y Universidades, sin recursos, haciendo posible que muchos niños, niñas y jóvenes puedan continuar estudiando.

Hoy un docente de educación básica tiene un salario promedio mensual de 400 bolívares, razón por la cual debe dedicarse a otro tipo de trabajos no formales para poder llegar a fin de mes. En reconocimiento de esta labor y del amor de los docentes por el país hemos invitado a nuestro espacio a un maestro excepcional, un cuestionador de la escuela, un maestro que se convirtió en poeta estando en las aulas: Arnaldo Jiménez, quien ejerció la labor de docente durante 27 años, licenciado en Educación mención Ciencias Sociales, miembro del equipo de redacción de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Cuenta con una extensa obra publicada en los géneros de poesía, ensayo y narrativa. Hoy nos comparte su experiencia:

 

Arnaldo Jiménez-poesía-escuela

 

Un maestro de escuela

Yo ejercí la docencia alrededor de 27 años, contando instituciones privadas, suplencias que di antes de graduarme, pero el grueso de mi experiencia docente la viví en la Escuela Básica Estadal Morón, en el municipio Juan José Mora, que queda frente a la carretera Panamericana vía San Felipe.

Mi experiencia, además, paralela a estas clases, también estuvo signada por dictar talleres en los municipios Juan José Mora, Valencia, Puerto Cabello y Guacara, en todo el estado Carabobo, prácticamente, dicté talleres en muchas escuelas privadas y públicas e institutos universitarios. En la Escuela Básica Estadal Morón ejercí continuamente la docencia durante 22 años, pasando por todos los grados y de allí salí por una incapacidad producto de una operación.

 

El poeta y el docente

No puedo hablar de todos los poetas que son maestros, porque cada quien tiene una experiencia diferente. En mi caso decidí ser maestro por diferentes circunstancias de la vida, sobre todo por la capacidad económica, yo quería ser médico, pero yo sabía que esa carrera era muy costosa y al no tener como pagar, trabajar y estudiar al mismo tiempo, decidí entonces estudiar Educación.

Una vez que estoy dentro de la Facultad de Educación, las asignaturas como Antropología, Filosofía, me fueron enamorando y allí prácticamente comencé a leer ensayos, claro, yo venía ya leyendo mucha poesía desde joven, porque mi mamá era una lectora de poesía. Ella fue realmente la que ejerció un estímulo en mí en relación con la escritura. Me llevaba suplementos, después me dio cuentos, yo creo que ella sabía lo que estaba haciendo. El poeta fue apareciendo lentamente y de manera paralela al estudio de Educación.

Una vez que ejerzo la carrera ya yo había conseguido el cargo como maestro, entonces allí me convencí de que debía hacer de mi función algo más humano y no caer en los escollos en los que caen algunos maestros, y que yo caí en los primeros años de la profesión, debería sacudirme esto de las rutinas y la mediocridad.

 

Arnaldo Jiménez-poesía-escuela

 

El ejercicio de la carrera, en esos años, era muy encausado hacia el cumplimiento de los objetivos, entonces lentamente me fui dando cuenta de que no llegaba realmente a los alumnos e introduje la poesía dentro del aula y comencé a crear mi propia planificación que no le entregaba al director, yo entregaba otra, pero en el aula yo dividía el salón en círculos de aprendizajes y establecía de acuerdo al nivel de comprensión lectora en grados anteriores.

De los 25 años, al menos 12 años le di clases a un mismo grupo. Dentro del aula, obviamente, la libertad es fundamental, dar clase desde la amistad y no desde una supuesta posición de poder. Esto me dio buenos resultados, leíamos a poetas y narradores en talleres en lectura, redacción y me fue dando resultados, lentamente, así fue como el poeta y el docente se fueron equilibrando.

 

Dentro del aula

Hay muchas experiencias extraordinarias… Cuando mis alumnos pasaban a tomar lectura, yo los paraba a mi lado, junto al escritorio, para escuchar cómo estaban leyendo, los ponía a leer poemas de Juan Ramón Jiménez y otros, cerraba los ojos y escuchaba el tono de las voces, la diferencia y calidad de esos tonos de la niñez. Era algo realmente mágico.

Dentro del aula cada día era una alegría, eran situaciones de humor y compenetración que permitían que los estudiantes le arrancaran pedazos de tragedias a sus días, porque yo di clase en una zona donde había mucha pobreza, drogas, bandas que pasaban cerca de la escuela disparando. Una vez me tocó llevar a una alumna a su casa que se fracturó un pie, vivía en un cerro y ella era pesada. Cuando llegué a la casa me di cuenta que vivía prácticamente sola y esta niña a los años ya se veía en asuntos que no eran para su edad.

Lo más maravilloso fue cuando aprendieron a dibujar. Se hizo una exposición con la Universidad, recuerdo que Lyerka Bonnano y Víctor Manuel Pinto me ayudaron a que los niños expusieron sus dibujos. A un grupo de alumnos se les publicó unos poemas en la revista la Tuna de Oro, Gracias a Adhely Rivero, quien los recibió en el Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo y conversó con ellos, le hicieron preguntas.

 

Arnaldo Jiménez-poesía-escuela

 

Luego, recopilé unos poemas de otro grupo en un libro llamado El silencio del agua, fue publicado por la Secretaría de Cultura de la Gobernación de Carabobo en el año 2007. Estos alumnos ganaron un premio con ese libro y les hicieron un agasajo en el estado Cojedes. Esa era una muestra de una gran cantidad de alumnos que ya en 5to y 6to grados estaban escribiendo poesía de altísima calidad, cuentos, microficciones, guiones de teatro.

La intención no era que fueran poetas ni narradores, sino que fueran capaces de comprender y tener bien abierta la imaginación; que tuvieran confianza en sí mismos y desarrollarán una competencia lectora para enfrentar sus próximos años de estudio. Esa una de las cosas más extraordinarias que viví. Luego con otro grupo de alumnos publicamos el libro El tejido de las nubes, eran unos poemas de una calidad tremenda, uno de ellos ganó un concurso a nivel municipal.

 

Uno entrega el corazón y se devuelve

Un maestro es capaz de hacer por sus alumnos cosas de una calidad humana extraordinaria; cuando un maestro es auténtico, el salario no tiene nada que ver con su entrega. ¿Cuántos niños no lloraron en mi hombro porque tenían situaciones en sus casas de abandono del padre, alcoholismo de los padres, violencia? ¿Cuántos no llegaban a mi salón con la espalda marcada por la manera en cómo los trataban los padres o los hermanos?, porque algunos se los dejaban a los hermanos y eran muy violentos. ¿Con cuántos niños no me compenetré al extremo de que son ahora grandes amigos?

 

Arnaldo Jiménez-poesía-escuela

 

Esto que digo lo hacen muchos maestros por sus alumnos, hasta el grado de que uno puede ver en la calle algunas personas que quizás ya no recuerde su nombre, pero sabes que en la mirada, tú dices, este era uno de los míos. Ellos sí te reconocen rápidamente, el docente puede que no recuerde, porque le da clase a muchos alumnos, pero las miradas no se borran, quedan allí, incluso el tono de voz cambia, pero la mirada no.

Recuerdo con mucho cariño a una niña llamada Kariel, que siempre se acercaba acariciarme el cabello, y a otros que me llamaban “papá”, a otros que éramos compinches de enamoramientos y una niña, después que salió de sexto grado, fue al colegio a decirme que había dado su primer beso… uno entrega el corazón y el corazón se te devuelve, con más latidos, con más pulsos.

 

La poesía y la escuela

La poesía puede aumentar la calidad de la educación, sobre todo a nivel de la escuela básica, porque están más cerca de la posibilidad de imaginar, comprender, indagar, curiosear, y la poesía permite que los alumnos sean seres despiertos capaces de comprender desde sí mismos y no desde otros textos. Ayuda a generar conocimiento no a repetir conocimientos.

Más valor tiene una carta, una opinión de un niño, un poema, un cuento que la repetición de objetivos, porque esto lo que contribuye es a que el alumno se sienta más inseguro. La poesía ayuda a los niños a sentirse más cerca de la naturaleza, a respetarla. Es el grado de conocimiento más alto que el hombre ha alcanzado y en los niños eso está a flor de piel. Les ayuda afianzar valores más auténticos, se amplía el grado atención y concentración, además que se equilibra la relación entre lo consciente e inconsciente, se eleva el alma y la conciencia.

En la poesía se reunifican los opuestos, las contradicciones, se utiliza la memoria de una mejor manera, se desarrolla la creatividad, la intuición, la relación de los contrarios, lo bello y lo feo, lo lejano y cercano, pero siempre desde sí mismo.

 

LEE TAMBIÉN: “QUE NO DESAPAREZCA NUESTRO ROSTRO: ENTREVISTA A EUCLIDES ROJAS, DIRECTOR DE BUDARE Y LEÑA”

 

El sistema educativo venezolano

El sistema educativo venezolano, actualmente, no puedo hablar de manera general porque las generalizaciones son muy peligrosas. Siempre hay docentes que se escapan de lo normal, que establecen una ruta propia de trabajo y marcan la diferencia en una escuela, a veces contagian, pero también se les agrede.

Hay docentes que quieren hacer del oficio de educar un oficio más humano, más libre, pero yo veo que este sistema está muy afanado por cumplir formalidades, por llenar requisitos, porque se cumplan planificaciones sin que esto sea una realidad concreta, sin que se vea un avance de los estudiantes en el modo de liberar el pensamiento, porque, repito, el uso de la memoria es el cáncer de la escuela, y el uso de la poesía en la escuela es la manera de como la vida entra dentro de ella.

Las planificaciones que solo están buscando cumplir un requisito formal, tienen que valerse, quiera el docente o no, de la memoria. Esto hace que cuando el alumno se encuentre en una situación donde tenga que expresar su pensamiento o comprender va a chocar contra ese muro. La lectura y la escritura son las herramientas principales del sistema y deben permanecer para que los alumnos puedan tener herramientas valiosas, siempre y cuando la escritura sea su manera y la lectura sea como ellos leen el mundo, su cotidianidad su casa, su barrio, y allí estaríamos hablando de otra escuela.

 

***

Vielsi Arias Peraza, Valencia, Venezuela (1982), docente egresada de la Universidad de Carabobo (UC) Mención Artes Plásticas. Ha publicado Transeúnte (2005), colección Cada día un Libro, editorial El Perro y la Rana; Los Difuntos (2010), editorial Fundarte, galardonado con Mención Honorífica Premio Nacional Estefanía Mosca; Los Difuntos (2011), reedición del sistema de imprentas regionales de Carabobo; La Luna es mi pueblo (2012), editorial El Perro y la Rana; Luto de los árboles (2021). Ha publicado también en distintas revistas nacionales literarias y académicas como: Cubile, A plena Voz, Revista Estudios Culturales UC, entre otras. Actualmente coordina la Plataforma del Libro y la Lectura del Ministerio de la Cultura en el estado Carabobo.

  

Ciudad Valencia / Foto de la autora por Luis Felipe Hernández