Hoy Suena en Ciudad Valencia «El Gavilán tocuyano» de Pablo Canela, como un sencillo homenaje a uno de los músicos prodigiosos de la historia artística venezolana.

Pablo Canela nació en el barrio Los Dos Caminos de El Tocuyo, Edo. Lara, el 25 de noviembre de 1914, ahí contrajo nupcias con Carmen Luisa de Canela, el matrimonio tuvo 13 hijos.

Desde muy temprana edad, manifiesta especial inclinación musical, que fue alentada por el profesor José Ángel Rodríguez López, director de la orquesta Euterpe, de la cual Canela llegaría a ser integrante. Luego se dedicó a la fabricación de cuatros y otros instrumentos musicales.

 

 

Pablo Canela: ¡Soy más ebanista que músico!

Según indican las reseñas de su vida, su primer violín fue de cardón, a partir de cuya creación exclamó: “¡soy más ebanista que músico! “.

Sin embargo, su condición de artesano le llevó a dedicarse a la fabricación de cuatros, hasta convertirse en un experto en instrumentos musicales de cuerda.

Tan reconocida fue su carrera en este sentido que figuras de la talla de Aldemaro Romero y Freddy Reina encontrarían en Pablo Canela un asesor permanente en cincos, arpas, violines y cuatros.

 

Algunas de sus composiciones más destacadas son: El Gavilán Tocuyano, Hilda, Dulce Melodía, Mirna, Ramoncito el Cimarrona y El Burro de la Manea, entre otros.

En 1955, a la edad de 41 años, viajó a Barquisimeto donde fundó la Primera Escuela para la Enseñanza del Cuatro, en la sede del Club Comercio.

 

 

De la mano del Conjunto de los Hermanos Báez, que integraban cuatro de sus hijos en la ejecución del arpa, el cuatro, las maracas y el bajo, grabó varias producciones de 45 rpm y otros tantos LP que le hicieron merecedor de reconocimientos nacionales y extranjeros.

Recibió los siguientes premios: Coral Juvenil Doralisa de Medina, Ampies de Oro de Venezuela, La Estrella de Venezuela y Pentagrama de Oro Musical.

El compositor, luthier y arreglista tocuyano Pablo Canela falleció en Barquisimeto, Edo. Lara, el 25 de agosto de 1981.

 

El Gavilán tocuyano

Es posible que muchos se pregunten cuál es la fuente de inspiración que tienen los autores para crear una obra. Pues bien, la respuesta pudiera estar en los hechos sencillos y cotidianos que despiertan la atención y, por ende, la vena artística de aquellos que logran hacer un verso de las más rutinarias situaciones de la vida.

Un día, cualquiera asoleado en tierras del Tocuyo, Pablo Canela se encontraba en el patio de su casa, contemplando el horizonte con los cardones y cujíes de esa tierra árida, cuando, sin buscar inspiración y por casualidad, observó en el aire un gavilán que volaba. A la vez, pudo apreciar una gallina impaciente y casi desesperada tratando de reunir a sus polluelos para protegerlos de la agresión del gavilán. El hecho llamó tanto la atención del maestro que no perdió detalle alguno de la situación.

 

Después de cierto tiempo, estando en el mismo sitio, escuchó el gavilán que piaba simulando el llamado de la gallina a sus pollitos, y pudo apreciar como éste, al ver el descuido de uno de los pollos, se lanzó en voraz ataque, atrapándolo y llevándolo en sus garras… Simplemente se podía escuchar el piar del pollito cada vez más distante”.

Tomado de la biblioteca familiar de Pablo Canela

 

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