“Géneros que no congenian” por Armando José Sequera

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Una de las múltiples curiosidades de nuestro idioma lo constituyen algunos vocablos que, a primera vista, parecen ser el mismo y diferenciarse únicamente en el género –masculino o femenino–, pero que en realidad no tienen nada que ver entre sí.

Son numerosos los casos que pueden servir de ejemplo y que, vistos con los ojos de quienes de adultos desean aprender el español, lucen como obstáculos difíciles de superar.

Nosotros mismos, los hispanoparlantes, los hemos enfrentado de niños pero, gracias a la práctica cotidiana del idioma, los hemos superado sin mayor problema.

De hecho, en algún momento de nuestra infancia o adolescencia hemos jugado a confundir los géneros de las palabras, recurriendo precisamente al hecho curioso del que hablamos.

Así, nos hemos reído al comentar que caña no es el femenino de caño, ni puerto el masculino de puerta. Plata tampoco es el femenino de plato, ni modo el equivalente masculino de moda.

Los ejemplos abundan y podríamos alargar esta nota ofreciendo una larga lista, pero no es la idea. Nuestro propósito es que se perciba claramente este aspecto curioso de nuestra lengua que, aunque parezca exagerado señalarlo, ha hecho desistir a más de uno de aprender a hablarla.

 

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Y es que, aparte de las palabras que hemos reseñado, acerca de las cuales no hay confusión posible, hay otras menos usuales que sí generan equívocos.

Es el caso de vocablos como dulzor y dulzura. En los diccionarios de español, especialmente en el de la Real Academia de la Lengua Española, ambos figuran como sinónimos.

Los aproxima que dulzor hace referencia al gusto de una determinada sustancia, en tanto dulzura alude a la calidad de dulce que tenga esa misma sustancia. Pero la acepción más común de dulzura no es esa, sino el sentido que la hace sinónimo de suavidad, afabilidad, bondad y docilidad, todas ellas manifestaciones del espíritu.

 

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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).

Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una sogaLa vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños TeresaMi mamá es más bonita que la tuyaEvitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.

«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».

 

Ciudad Valencia / Foto del autor: José Antonio Rosales