Del Medanal venimos-José David Capielo-La Cuadrícula-Paz
José David Capielo autor de la columna Del Medanal Venimos

Tengo la intención de realizar al menos un acercamiento al tema de los indios caquetíos, como parte de nuestros ancestros en la región falconiana. Trataré de reseñar parte de esa historia que ha sido abordada desde diferentes ángulos y posturas.

Está integrada al proceso vivido en nuestro territorio, a raíz de la llegada del colonialismo español. Agradezco a mi sobrino Ernesto, que como acucioso lector y desde la distancia, compartió conmigo una importante información.

 

Dentro de la clasificación de las etnias indígenas presentes en nuestro territorio, realizada por el profesor Miguel Acosta Saignes (UCV, 1961) destacan los Arawac (o Araguacos), los Caribes y los Chibchas. Se establece que dentro de los Arawac están incluidos: Achaguas, Caquetíos, Ciparicotos, Wayunaiki, Añú, Banivas, Curripacos y Aviteros, entre otros. Refiere además que el Arawac era el lenguaje común de estos pueblos.

Los caquetíos en particular, figuraban principalmente extendidos a lo largo del noroccidente venezolano (Falcón, Lara y Yaracuy) y las Islas de Aruba, Bonaire y Curazao, con comunicación marítima hacía el Cabo de La Vela de Coro.

 

Existen como referencia del perfil de los caquetíos, el ser un pueblo noble y apacible, hospitalario, valeroso y de excelente moral. Con un sistema tribal y de organización comunitaria consolidada.

Tenían igualmente gran capacidad para navegar fluvial y marítimamente, en balsas, piraguas o canoas construidas por ellos, siendo excelentes pescadores, con recolectas suficientes para abastecerse y comercializar con los vecinos.

Desarrollaron también la agricultura, sirviéndose de un sistema de riego llamado “buco”, que trazaron en las márgenes del Río Coro. Resalta el poder teocrático de su líder para el momento de su encuentro con los colonialistas españoles, el Cacique Manaure, con un gran liderazgo y jerarquía, que lo llevaron a proponer al llamado “Factor” o funcionario autorizado por la monarquía española, Juan de Ampies, la creación de un establecimiento concertado en esas tierras, tratando así de acuerdo a su visión, de proteger a su pueblo del asalto permanente que sufrían de mercaderes esclavistas y demás bandidos, que acechaban esta población originaria, desde distintos puntos de la costa.

 

Es así como se produce la fundación pacifica de Coro, un 26 de julio de 1527. Los caquetíos aceptaron no solo evangelizarse, sino transformarse en súbditos y defensores de los reyes de España.

Según la historiadora falconiana Elina Lovera Reyes (2011), los caquetíos fueron un caso de fidelismo a los realistas, constituyéndose en “fieles corianos”, cuyo basamento fue la profunda fe religiosa que lograron asimilar, donde no tenía cabida como tal, el aspecto racional.

La autora distingue, que existieron también los considerados “leales corianos”, distintos a los caquetíos y obviamente de una condición social y económica, equiparable a los propios reyes españoles. Hubo en los caquetíos observancia de fe y sumisión, más el empeño de su palabra.

 

Se habla del papel destacado cumplido por los indios caquetíos, en el resguardo y la defensa de los territorios cercanos a las costas falconianas, como afines a las autoridades españolas.

Hubo milicias que realizaban vigilancia desde El Carrizal, Guaybacoa, Cumarebo e incluso Santa Ana y Moruy, que cumplían vigilias en el Puerto de La Vela. Los caquetíos de Capatarida, Borojó, Zazárida y Mitare, se alternaban igualmente para el cuido de las Salinas de Paraguaná.

Pese a todo esto y a los aparentes privilegios, que al menos formalmente, llegaron a obtener los caquetíos de parte de los españoles, hubo un primer desencuentro al asumir la conducción los alemanes o Welser entre 1528-1546, a quienes el Reino de España entregó la jefatura de sus colonias en esta región, en retribución de deudas pendientes con este país.

Los Welser no respetaron ningún acuerdo previo, el propio Juan de Ampies fue no solo desautorizado sino enviado de regreso a Curazao. Las relaciones con los caquetíos se tornaron tensas, dada las violaciones permanentes en sus predios, donde se llegaron a producir incluso secuestros de población caquetía por comerciantes esclavistas.

Aún cuando el esclavismo se aplicó principalmente a los llamados “indios rebeldes” (como los caribes), en algunos casos estos mercaderes de la trata humana, no hacían distinción alguna, con nuestra población originaria.

 

El propio Cacique Manaure fue víctima de estos desmanes. En 1530 los alemanes se apoderaron de las lanchas de los caquetíos y Manaure reclamó ante las autoridades, siendo encarcelado y luego desterrado de las tierras falconianas en 1532. Emigró con parte de su familia hacia el sur, estableciéndose en El Tocuyo (Lara), donde murió en 1549 en batalla contra los conquistadores. En Falcón, el resto de la población caquetía se mantuvo en el fidelismo ya descrito, incluso algunos descendientes de Manaure fungieron como jefes tribales en los años posteriores.

Se señala que hubo grupos privilegiados entre los caquetíos ya bastante hispanizados, que se favorecieron luego de la salida de los alemanes, distanciándose de otros grupos de su etnia. Quienes fungían como caciques caquetíos se consideraban funcionarios coloniales. Todos igualmente fueron objeto de extorsiones, injusticias, abusos e incluso salarios de subsistencia.

 

Los caquetíos habitantes del hoy estado Falcón, ya para inicio del siglo XIX, convencidos de la justeza de su fidelidad colonial (y con una población ya disminuida) realizaron múltiples actuaciones enfrentando la lucha independentista, la cual no fue para ellos ninguna alternativa. Habían rechazado la incursión de Francisco de Miranda desde el Puerto de La Vela de Coro (1806).

Ya para mayo de 1821 la heroína falconiana Josefa Camejo logra desde Paraguaná, un importante triunfo patriota, antes de la Batalla de Carabobo. Posterior a la gesta de Carabobo los caquetíos fueron derrotados en San Francisco. Hubo otras acciones de los caquetíos hasta la capitulación del jefe realista Morales en Maracaibo (agosto, 1823).

Un capítulo trágico fue la inmolación colectiva de los caquetíos, a inicios de 1823, cuando fueron ajusticiados gran número de los integrantes de su etnia, en un sitio nombrado Justicia, cercano a Moruy. Paraguaná quedó asolada, escasearon las lluvias y los recursos, muchos indígenas murieron de hambre y otros debieron emigrar. Fueron así casi exterminados, junto al imperio español que abusó de ellos.

 

Leía el libro “Historia de una resistencia. Sobre el encubrimiento al pueblo Caquetío y su exclusión de la historia”, de Reinaldo Jesús Velasco (UBV, 2015), quien reivindica el legado histórico de los indios caquetíos, en especial para el pueblo falconiano.

Critica el desconocimiento de sus aportes. No pudieron desaparecer su espíritu y cosmovisión y éstas prevalecen aún hoy en muchos de sus ancestros en la Peninsula de Paraguaná, desde donde se recogen varios testimonios. Para el autor ha prevalecido una visión eurocéntrica que ha contribuido a la invisibilización de la gran nación caquetía, cuestión que estima debe superarse.

 

 

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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.

La Universidad Politécnica Territorial de Falcón “Alonso Gamero” (UPTAG) publicó digitalmente, en noviembre de 2023, su libro “Del Medanal Venimos. Un ensayo autobiográfico reflexivo”.

 

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