Chema Saher
José David Capielo autor de la columna Del Medanal Venimos

Llegamos a una etapa de especial activismo político entre 1988 y 1990. La propia situación vivida en el país así lo exigió. Hubo elecciones presidenciales en 1988, luego la asunción (o “coronación”), en su segundo mandato, de Carlos Andrés Pérez (CAP II) e inmediatamente los sucesos del Caracazo (1989) y el inicio de lo que fueron sus consecuencias posteriores.

Había logrado junto a mi compañera (y nuestra hija) consolidar un sitio de estadía. A mediados de 1988 pudimos mudarnos al sector Arboleda de la Urbanización Parque Valencia, donde uno de los vecinos “ocupante de buena fe” (nunca aceptamos la calificación de invasores) accedió a cedernos “su” apartamento por un pago compensatorio como “traspaso”. Nos incorporamos así al conflicto del “Caso BTV” (Banco de los Trabajadores de Venezuela), por el logro de una justa negociación con esa entidad bancaria adeca intervenida desde 1982.

Todas las vicisitudes vividas en la lucha sobre las viviendas BTV las narraré en otro capítulo más adelante. Por lo pronto, lo resaltante fue la resolución circunstancial del tema habitacional, lo cual nos daba una mayor holgura para el desarrollo de todas nuestras actividades.

Mi compañera incursionó en algunos trabajos como secretaria, hasta finalmente, en 1989, ser contratada como personal administrativo en FACES-UC. Por mi parte sobrevivía con algunos trabajos ocasionales (incluido el de maestro suplente en una escuela básica) y la solidaridad siempre presente de amigos, familiares y colaboradores.

En 1988 nos incorporamos casi enteramente a la campaña de las elecciones presidenciales, cuando se decidió apoyar la candidatura del entonces diputado de la Liga Socialista (LS) David Nieves. Allí estuvimos en una alianza junto a LS y su tarjeta electoral, con la que votaríamos, y la gente del PST o “troskistas”, básicamente constituidos en torno al Sindicato de Mantex en Valencia.

Fue una etapa intensa donde realizamos múltiples jornadas propagandísticas, no obteniendo resultados electorales favorables. Tenía yo, además, el visto bueno para reiniciar en UCV-Maracay mis inconclusos estudios universitarios, lo cual resultó fallido por las exigencias del propio activismo.

La rebelión popular del 27 de febrero 1989, o “Caracazo”, con su saldo represivo de incontables muertos, heridos y detenidos afectó igualmente otras regiones del país. En Valencia se dieron varias escaramuzas con la policía y saqueos en algunas zonas. Todo conllevó a constituir, por iniciativa de la Universidad de Carabobo (UC) y de su secretario (profesor José León Uzcátegui), un comité de solidaridad permanente en el Rectorado, donde nos incorporamos junto a los gremios universitarios.

Desde allí se realizaron constantes declaraciones de prensa y muchas gestiones por el respeto a los derechos humanos, la denuncia sobre desaparecidos y la libertad de quienes permanecían detenidos. La UC oficializó luego la constitución de una instancia, el “Comité de Defensa de los Derechos Ciudadanos” (CODDECIUC), presidido por el abogado y camarada Yoel Pérez Marcano.

Ya para 1990, el gobierno adeco seguía en declive y contra el propio CAP se iniciaba un proceso de enjuiciamiento. Seguíamos cumpliendo tareas de solidaridad y apoyo a las luchas del pueblo todo. Recuerdo particularmente las actividades cumplidas desde el Sindicato de la Unión de Trabajadores de Productos Alimenticios (UTPA), en la avenida Michelena, que se transformó en centro de operaciones de buena parte de los sectores progresistas y revolucionarios.

 

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Con apoyo del UTPA y su principal dirigente, Luis Rojas, pudimos en forma unitaria apoyar las principales luchas populares para el momento. Importante enfrentamiento laboral fue la de los trabajadores de INLACA, donde hubo despidos, represión a puerta de fábrica y una dura contienda de meses. Se trataba de hacer valer los derechos legítimos a tener un sindicato para su defensa y en eso hubo bastante solidaridad.

A finales de 1990, dos acontecimientos me impactaron  en lo personal. Un 20 de noviembre muere en Coro, a los 70 años, mi padre David Capielo Rojas. Conviví con él desde niño y gocé de su protección hasta que me  vine al centro del país (1968). A la vez había polemizado mucho con él, ya que cuestionó siempre mi participación política comprometida. Fue sin dudas un hombre solidario, honesto, controversial y sin dobleces. En su velatorio lloré mucho esta gran pérdida.

Solo pocos días después de la muerte de mi padre, nace en Valencia nuestro hijo, David H., con el que cerraríamos mi compañera y yo nuestro ciclo de procreación. Recordé nuevamente a Alí Primera en aquella ya repetida arenga: “Tristezas a veces, alegrías a veces. Es el equilibrio hermano”, así decía nuestro eterno cantor y paisano, así lo asimilé, una vez más, para seguir adelante…

 

 

“…ha emergido una nueva metodología de conocimiento de lo social que se apoya en la experiencia de lo vivido, en la subjetividad como forma de conocimiento, tan válido como los números, los modelos, las curvas o cualquier otro instrumento estadístico”. (Profesor Víctor Córdova. UCV, 2003)

 

 

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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.

 

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