«Jugar con palabras» por Vielsi Arias

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Vielsi Arias, autora de la columna de Ciudad Valencia "Ciudad Escrita"

Jugar con palabras… Durante la infancia todos los niños inventan historias, hablan solos y hacen diálogos imaginarios con personajes que cobran vida en el juego. Estas historias comunican sus miedos, intereses, deseos y su visión de la realidad.

Por tal razón, la fantasía es el lenguaje por naturaleza de los niños. Antes de alfabetizarse ya leen, comprenden el mundo y comienzan a construir su propia mirada a partir de su microcosmos. En este sentido Laura Antillano (2005) nos dice:

“Entendamos al niño como al que se inicia, el que, de manera extraña para sí, se encuentra ubicado frente a una realidad, un mundo de cosas, seres y relaciones sobre los cuales no tiene ninguna referencia. Él está aquí por un acto mágico inexplicable”.

En esta misma línea, Luis Darío Bernal (2005), plantea que el primer círculo donde se estimula de manera natural el acceso a la lectura es la familia. Como la lectura es un acto voluntario de apropiación del lenguaje y decodificación, esto requiere de un esfuerzo, y por ello es importante que exista un estímulo natural en casa.

La infancia representa un reservorio infinito de imágenes para acercar al niño al libro y ayudarlo a descubrir el mundo a partir de sus propias palabras. Asimismo, Gianni Rodari cree que las palabras tienen ecos que, cuando nos abalanzamos sobre otros con palabras de manera sorpresiva, estas generan un efecto motivador que da lugar a nuevas palabras.

 

Palabra de lluvia-Vielsi Arias-taller

El interés de Gianni era poder ayudar a los niños a inventar sus propias historias de forma divertida, a veces sin ningún sentido lógico, solo con el propósito de jugar, despertar la creatividad, la confianza y hacer posible “todos los usos de las palabras para todos”. Este maestro apasionado solo quería que los niños escribieran para divertirse con el uso de su propio lenguaje y que hicieran uso de su infinita imaginación.

Asimismo, la infancia es un tema que ha sido motivo en la obra de muchos poetas venezolanos. Enriqueta Arvelo, Palomares, Ana Enriqueta Terán, Luis Alberto Crespo, entre otros, han dedicado parte de su obra a escribir sobre el recuerdo de leer o su afecto hacia el ser que les acercó a los libros: el padre, el abuelo, la madre, la maestra.

 

Siempre ha existido alguien que nos hizo amar el libro. Cuando era niño, Paulo Freire vivía en un pueblo que se iluminaba con antorchas. Al llegar la noche, sentía miedo y desde la ventana de su casa observaba cómo el encendedor iba por toda la calle encendiendo cada antorcha. Así en su texto “La importancia de leer” cuenta cómo su miedo a la noche y las almas en pena desapareció cuando aprendió a leer.

Su imaginación por las cosas que ocurrían en la oscuridad: gritos, voces, gemidos, risas, se disiparon en la medida que “entró en la intimidad de su mundo”. Una suerte de luz le iluminó cuando descubrió las palabras. Pero no aprendió a leer solo, su lectura del mundo fue acompañada por sus padres:  “Fui alfabetizado en el suelo del patio de mi casa, a la sombra de los mangos, con palabras de mi mundo y no con las del mundo de adulto de mis padres, el suelo fue mi pizarrón, las ramitas mi tiza”

Luego de la casa, el lugar inmediato donde aprendemos a leer es la escuela, a veces de forma desagradable. Gianni Rodari en su libro “Gramática de la fantasía” nos cuenta que por el invierno de 1938 llegó a la casa de unos judíos alemanes que habían encontrado un refugio en Italia. El motivo de su estadía era enseñar italiano a los niños de la familia. Gianni dice que este “fue un tiempo feliz”, porque pudo encontrarse con la fantasía. Ese tropiezo con los surrealistas le permitió conocer nuevas técnicas que le ayudaron en su labor de maestro. Esta experiencia fue su punto de partida para proponer textos extraordinarios cargados de las técnicas de Breton, donde el niño solo jugaba con sus palabras y era capaz de escribir sus propios textos través de ideas que parecían sin sentido.

Así como Gianni Rodari, los que amamos leer y enseñar a leer, hemos experimentado en construir nuestros propios métodos, formas más libres y amorosas que no cuestionen ni lastimen el universo de los pequeños, sino que despierten su fantasía y que surja de allí la poética viva en los niños.

 

Palabra de lluvia en un taller de escritura creativa

Un taller de escritura es en primer lugar un espacio para el encuentro con el libro. Es un espacio para jugar, pero también para aprender. En mi experiencia de distintos talleres y círculos de lectura que he desarrollado con niños en los últimos años, he utilizado muchas técnicas de escritura de los maestros que nombré al inicio de este texto, siempre pensando en las necesidades del grupo: la caja de palabras, listas de palabras, hojas circulantes, texto colectivo, el script, poemas dibujados, retahílas, canciones, escribir a partir del inicio de un cuento clásico, etc.

 

 

Palabra de lluvia-Vielsi Arias-taller

 

Gracias a este espacio tuve la oportunidad de desarrollar un taller con niños entre 7 y 12 años de edad con distintos niveles de lectura y, otros, a pesar de su edad, sin alfabetizar. Mi propósito era despertar el interés por la lectura, la curiosidad por nuevos gustos, la sensibilidad para escribir, comunicar y expresar sus sentimientos. De esta grata experiencia nació PALABRA DE LLUVIA, título atribuido por el grupo cuyo significado evoca celebración, regocijo, fiesta y juego.

Este libro es el resultado del taller de escritura creativa de los niños que viven en varios barrios de Naguanagua, que conforman el parcelamiento 57. Editado por el sello Rubiano Ediciones y bajo patrocionio de varios colaboradores privados, fue posible su publicación. Se compone de una muestra de los textos elaborados por los niños, los cuales están acompañados de dibujos que forman parte del taller de pintura del artista Víctor Contreras.

 

Palabra de lluvia-Vielsi Arias-taller

 

Este taller forma parte de un proyecto comunitario que lleva adelante la Iglesia Bautista Misión Última Frontera; organización que trabaja con niños y niñas. Por lo general, atienden a personas de bajos recursos, niños con dificultades para el aprendizaje, problemas de violencia intrafamiliar y madres vulnerables.

 

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Producto de esta experiencia, este espacio pasó a formar parte del proyecto Semillero Rubiano ediciones. Una iniciativa del sello editorial que busca promover el hábito lector, superar dificultades con el lenguaje materno en los niños y niñas, así como el desarrollo de habilidades para la escritura creativa en los pequeños.

La lluvia es, pues, un motivo de celebración, nacimiento y juego. Que la palabra florezca en el alma de estos niños y que no deje de llover nunca.

 

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Vielsi Arias Peraza, Valencia, Venezuela (1982), docente egresada de la Universidad de Carabobo (UC) Mención Artes Plásticas. Ha publicado Transeúnte (2005), colección Cada día un Libro, editorial El Perro y la Rana; Los Difuntos (2010), editorial Fundarte, galardonado con Mención Honorífica Premio Nacional Estefanía Mosca; Los Difuntos (2011), reedición del sistema de imprentas regionales de Carabobo; La Luna es mi pueblo (2012), editorial El Perro y la Rana; Luto de los árboles (2021). Ha publicado también en distintas revistas nacionales literarias y académicas como: Cubile, A plena Voz, Revista Estudios Culturales UC, entre otras. Actualmente coordina la Plataforma del Libro y la Lectura del Ministerio de la Cultura en el estado Carabobo.

 

Ciudad Valencia / Foto de la autora por Luis Felipe Hernández