La Bamba, Ricardo Valenzuela y la hipocresía capitalista

La Bamba, tema musical del folclor mexicano, escogido como tema central de la película del mismo nombre, que fuera exhibida a finales de los años 80 siglo XX; teniendo la oportunidad de verla nuevamente me permitió pensarla de manera distinta a aquellos años que vislumbraban el final tormentoso del estado de bienestar burgués.

Ricardo Valenzuela, músico nacido en Los Ángeles y de origen mexicano, como referencia protagónica fue uno de los pioneros en tocar rock and roll en español que lamentablemente murió a los 17 años; la fecha de su muerte la llamaron «el día que murió la música”.

A los cinco años Ricardo Valenzuela, migrante y por supuesto pobre, aprendió a tocar la guitarra con su papá, dando sus primeros pasos de reconocimiento para su cualidad musical, tuvo su primera “suerte” a los 16, cuando tomó el lugar del líder y vocalista de la banda donde tocaba, The Silhouettes, que no pudo asistir a un show.

 

La segunda, luego de ensayo y  error, fue un año más tarde, al ser “descubierto” <y dale con el descubrimiento> por el Jefe de una firma disquera. A partir de allí su vida empezó a cambiar, tanto que su familia, pobre como la mayoría latina en esos y estos tiempos, se impactó fuertemente.

 

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La Bamba y la deslatinización de la música

La empresa disquera, ahora propietaria de Ricardo Valenzuela, lo primero que impone es cambiarle el nombre, logrando así «deslatinizarlo» para transformarlo al anglosajón Ritchie Valens.

No conforme con esto lo chantajean al recordarle la pobreza familiar para hacerlo desechar a los compañeros de su banda inicial, pues, como solista, su madre podría ser dueña de su propia casa, cuestión que efectivamente logró en menos de dos años de éxito.

La Bamba deslatinizada un borrador de la memorias

La novia, origen de clase media asalariada y gringa de raza, inicialmente forzada por sus padres a abandonar su amor, se convirtió en inspiradora de la canción que llegó al segundo lugar del el ranking estadounidense Billboard «Donna».

La novia fue redimida en su amor gracias a la insistencia del ahora famoso roquero que a los 17 años empezaba a paseare a la vista de todos con flamante y último modelo automóvil.

 

La pregunta de las cuarenta mil lochas

¿Qué pasó, de dónde salió la felicidad de una casa propia y un carro de nueva generación en tan poco tiempo? La respuesta va relacionada con la hipocresía y el estado burgués, pues, como se sabe uno de los problemas que tienes los no ricos en USA es la falta de una vivienda propia.

 

Ahora, ¿cuánto habrá sido la ganancia de la empresa disquera que se dio el lujo de darle la casa y el carro al autor de la Bamba sin pestañar y tan pronto?

 

Lo que es más grave, dramático y triste, ¿por qué, sabiendo de la superstición de Ricardo Valenzuela respecto a los viajes en aviones, no consiguieron un vehículo terrestre para ese importante viaje que lo llevó a la muerta? pues, la agencia disquera solo le importaba la presencia física y pronta de Ritchie Valens.

 

Gustavo Claret VQ / CiudadVLC