El Judío Errante es un personaje legendario que, hasta el nacimiento del Estado de Israel en 1948, simbolizó al pueblo hebreo carente de un territorio donde residir.
Este personaje estaba condenado desde la muerte de Jesús a andar sin descanso por el mundo, hasta la consumación de los siglos. También se le había forzado a que, durante ese tránsito interminable, pudiese disponer siempre de cinco monedas de cobre, pero nunca de mayor cantidad de ellas.
Su leyenda no figura en ninguno de los textos bíblicos, ni en los Evangelios Apócrifos. Tampoco en los escritos de los Padres de la Iglesia.
Se dice que la misma se originó en el siglo IV de nuestra era, en la misma época en que Santa Elena Emperatriz, la madre del emperador romano Constantino, encontró en Jerusalén la cruz sobre la cual murió Cristo.
Se cuenta que en Jerusalén vivía un zapatero llamado Ahseverus, cuyo taller quedaba en el camino hacia el Calvario. Cuando Jesús pasó llevando la cruz por delante de dicho taller, los soldados que lo custodiaban se apiadaron de él y le pidieron al zapatero que lo dejara descansar un instante, en el zaguán de la casa.
Ahseverus no accedió a la súplica y, como los soldados insistieron, se volvió hacia Jesús y le dijo en tono de quien espanta a un animal:
–¡Anda!
Jesús entonces lo miró a los ojos y con voz suave pero firme, pese a sus heridas y a su cansancio, le respondió:
–También tú andarás: recorrerás toda la Tierra hasta la consumación de los siglos; y cuando tu planta fatigada quiera detenerse, esa terrible palabra que has pronunciado te obligará a ponerte en marcha de nuevo.
Ahseverus se burló de las palabras del mártir, pero, al día siguiente, se sintió a merced de una fuerza sobrenatural que lo obligó a iniciar su viaje interminable.
En los siglos posteriores fueron muchos los testimonios de personas que aseguraban haber visto y haber hablado con Ahseverus, a quien ya se le conocía como El Judío Errante.
Durante la Edad Media se le vio en Inglaterra, Francia, Alemania, Hungría, Persia, Suecia, Dinamarca y Escocia.
En 1575 se le reportó en España y en 1599 se dijo que estaba en Viena. Dos años después, en 1601, fue visto en el puerto alemán de Lübeck y en 1616 varias personas dijeron que hablaron con él en Livonia, Cracovia y Moscú.
Posteriormente se le encontró no solo en Europa sino también en América y, sobre todo, en Asia. En este último continente –el asiático–, la leyenda se esparció a partir del siglo XIII, gracias a Mateo de París, monje de San Albano.
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La versión de Mateo de París introducía dos variantes: en ella el Judío Errante no se llamaba Ahseverus, ni tampoco era un zapatero.
Según Mateo de París su nombre habría sido en verdad Cartaphilus, y había sido un hombre que, al momento de la Crucifixión, trabajaba como portero para Poncio Pilatos.
En cuanto al resto de su narración, la leyenda es la misma.
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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
Ciudad Valencia / Foto del autor: José Antonio Rosales
