Una palabra que preocupa mucho a los venezolanos, por nuestra gran afición a los viajes, y en la que no ha hecho mella el costo astronómico que han alcanzado los pasajes, es visa.
Aunque nosotros prácticamente la usamos sólo como expresión propia del lenguaje diplomático y consular, la verdad es que el pasaporte no es el único documento donde se puede estampar una visa, según veremos al conocer la etimología de la palabra.
Visa es una voz que el Diccionario de la Real Academia registra como americanismo. El término que se usa en la Península es visado, participio pasado del verbo visar, “reconocer o examinar un instrumento, certificación, etcétera, poniéndole el visto bueno” y “dar validez, la autoridad competente, a un pasaporte u otro documento para un determinado uso”.
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Visar viene del latín viss, más exactamente de visum, participio de videre, ver. En cuanto al género de la palabra, en vista de que en algunas partes se dice el visa y en otras la visa, para evitarse complicaciones lo mejor es no usar ninguna de las dos formas, sino la castiza visado, por aquello de que “seguro mató a confianza”.
La obtención de visas se ha convertido últimamente en un lucrativo negocio que da muy buenas ganancias no sólo a las embajadas, consulados y agencias de viajes, sino a cuantos vivos hacen con ellas algunos negocios no siempre legales, lo que popularmente los venezolanos llamamos «guisos”; o sea que, en cierto modo, a veces casi casi se puede decir “guisado” en vez de “visado”.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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