Entre las costumbres venezolanas que han desaparecido, barridas por la escoba del progreso, está la de colgar en el zaguán, detrás de la puerta, una penca de zábila para proteger la casa de la pava y de las malas influencias.
Esa inocente costumbre, bien alejada de la brujería, desapareció entre otras cosas porque ya no hay zaguanes donde colgar la penca benefactora, salvo en las contadas casas antiguas que van quedando en pueblos y ciudades.
La zábila tiene hoy otros usos, ya no relacionados con la suerte, sino más bien con la salud de personas y animales. La industria farmacéutica, así como la de los cosméticos, hace un amplio uso de la zábila, convirtiéndola en una importante fuente de ingresos para los países que la cultivan en gran escala, entre los cuales, por cierto, no se cuenta Venezuela.
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La zábila es una utilísima planta de origen africano perteneciente a la familia de las Liliáceas, a la cual pertenecen también otras especies de singular importancia como el ajo, la cebolla, el espárrago, el ajoporro y la legendaria zarzaparrilla, que las películas de vaqueros han popularizado entre nosotros.
La palabra zábila, típicamente española, viene de sabbára, que en la España árabe tenía la pronunciación vulgar sábbira, o mejor sabbiria, con acento en la I. También es conocido por su nombre latino, aloe.
Aparte de su olor, que no es precisamente de los más agradables, la zábila no tiene sino buenas cualidades. Últimamente el comercio ha puesto de moda su nombre técnico, Aloe vera, que estampado en la etiqueta de cualquier producto es muy útil para impresionar a la clientela.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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