Por largo tiempo no habíamos vuelto a transitar por los alrededores de la Plaza Bolívar de Naguanagua, tanto nos afectaba la tristeza del lugar, habiendo perdido el entorno verde, el que le fue retirado, por lo cual veíamos con tristeza que se había convertido en un lugar lúgubre, donde la arena se levantaba y hasta el Bolívar subido a la tarima central se nos antojaba un hombre con deseo de transitar lejos, dado el aspecto tenebroso de los alrededores.
Pero resuelta a descubrir los cambios que algunos vecinos, sin dar detalles, me decían habían ocurrido, decidí esta mañana emprender el camino y averiguar la veracidad de esas palabras.
Y cuán grande fue mi sorpresa al contemplar la que podría decirse nueva Plaza Bolívar de Naguanagua.
Ahora el verde del césped y el colorido de una buena variedad de plantas hacen del lugar uno de los espacios más placenteros de la ciudad (no sólo de Naguanagua); la disposición de las caminerías dirigidas, la diversidad de plantas que ornamentan el paisaje general de la plaza, son tan atractivas que el paseante que pretenda, de inicio, pasar solamente por el entorno de la plaza, se verá llamado a penetrar en ella y hasta sentarse en alguno de sus cómodos bancos para disfrutar del paisaje general.
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Estamos felices de este cambio, imposible de ignorar, de la ahora hermosa plaza, y el Simón Bolívar que está en el centro (la escultura de Carlos Rojas que lo representa) montado en la pequeña tarima, parece jovial, y tan seducido por el paisaje del entorno como estamos nosotros ahora.
Vi niños que salían de la escuela y recorrían la plaza jubilosos, de la mano de sus padres; vi parejas en los bancos, señoras y señores, damas aprovechando el solcito, señores contemplando el paisaje, gente de todas las edades tratando con respetuoso cariño todo el lugar y, por supuesto: nosotros también.
Queda felicitar a la alcaldesa Ana González, quien, sin lugar a dudas, va en el camino de una excelente gestión. Y darle las gracias con efusividad por regalarnos este resucitar de la mejor manera el emblemático lugar, tan necesario para todos los que habitamos en este municipio.
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Laura Mercedes Antillano Armas (Caracas, Venezuela, 8 de agosto de 1950) es una escritora venezolana, que ha incursionado en los géneros de ensayo, poesía, cuento, novela y crítica literaria. También ha trabajado como titiritera, guionista de radio y televisión y promotora cultural.
Es licenciada en Letras Hispanoamericanas y Magister en Literatura Venezolana por la Universidad del Zulia (LUZ). Durante 25 años ejerció como profesora de Literatura en el pre-grado de la Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo (UC). También coordinó el Postgrado en Literatura Venezolana de la UC (1995-1998), además de ejercer también como Directora de Cultura de la misma universidad (1999).
Es ganadora del Premio Nacional Cultura, mención Literatura, 2012-2014, Premio Bienal José Rafael Pocaterra mención Poesía con la obra “Migajas” (2004), Ascesis al Premio Miguel Otero Silva de la editorial Planeta de Venezuela con su novela “Solitaria solidaria” (1990), Premio de Cuento del diario El Nacional con su cuento “La luna no es de pan de horno” (1977), Premio Julio Garmendia de la Universidad Central de Venezuela (UCV) con el cuento “Caballero de Bizancio” (1975).
Entre su vasta obra publicada se incluyen, entre otros: La bella época (cuentos, 1969), La muerte del Monstruo Come Piedra (novela, 1971 y 1997), Un carro largo se llama tren (cuentos, 1975), Haticos Casa Nº 20 (cuentos, 1975), Los niños y la literatura (estudio, 1978), Maracaibo: Las paredes del sueño (textos, con fotografías de Julio Vengoechea, 1981), Perfume de gardenia (novela, 1982, 1984 y 1996), Dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir (cuentos, 1983 y 1992), Cuentos de película (cuentos, 1985 y 1997), Literatura infantil e ideología (estudio, 1987), La luna no es pan de horno (cuentos, 1988), Solitaria Solidaria (novela, 1990 y 2001), ¿Cenan los tigres la noche de Navidad? (cuento infantil, 1990 y 2005), ¡Ay! Que aburrido es leer: El hábito lector y el cuento de la infancia (estudio, 1991), Jacobo ahora no se aburre (cuento infantil, ilustrado por Tony Boza, 1991), Tuna de mar (cuentos, 1991), Diana en la tierra wayúu (novela infantil, 1992), Una vaca querida (literatura infantil, 1996), Apuntes sobre literatura para niños y jóvenes (estudio, 1997), Las aguas tenían reflejos de plata (novela, 2002), Elogio a la comunidad (texto divulgativo, 2004), Poesía completa 1968-2005 (poesía, 2005), Emilio en busca del enmascarado de plata (novela para niños, 2005), La luna no es pan de horno y otros cuentos (antología de cuentos, 2005), La aventura de leer (estrategias de lectura, 2005), Libro de amigo (poesía, 2007), Crónicas de una mirada conmovida (crónicas periodísticas, 2011), Ellas (Semblanzas, artículos, entrevistas, 2013), Las alas de la lectura (estrategias de lectura, 2019), Me haré de aire (cuentos, 2021).
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