Pensar o hablar de Salsa es sinónimo de alegría, de gozo, de bonche y de todo aquello que implique algarabía y disfrute, es decir, «Rumba»; de hecho, cuando se quiere resumir cuánto se ha disfrutado una reunión, o lo que se quiere realizar en cuanto a festejo, la palabra que lo resume es “Rumba”: «Estuve en tremenda Rumba», «Quiero organizar una buena Rumba», «No me perderé, por nada del mundo, ese rumbón»…
Tal vez sea por eso, en parte, ese prejuicio que algunas personas tienen hacia esta música a pesar de que también la disfrutan. Pero, a pesar de la diversión que implica y la alegría que nos contagia, la Salsa posee una gran carga poética en sus letras; un clamor por la solución a los problemas sociales; un fuerte reclamo y llamado a la justicia, a la conciencia, entre tantas otras cosas.
En este preciso momento se están viviendo, en diversas naciones (Irak, Ucrania, Palestina, Israel) por sólo mencionar algunas, situaciones inimaginables, jamás vividas o presenciadas por nosotros (afortunadamente), guerras, bombardeos, asesinatos de niños, mujeres, ancianos, escenarios que registran una barbaridad, que para nada concuerda con la supuesta civilización que hemos desarrollado en pleno siglo XXI.
El ser humano ha logrado avances sorprendentes, sobre todo en la ciencia, y ni se diga de la tecnología, pero como seres humanos no nos diferenciamos en nada, más allá de la moda, de la época medieval, en eso no hemos crecido, hoy se asesina de manera más sofisticada y rápida, ahí está el avance. Todo bajo la complicidad de gobiernos de países que pueden detener esas atrocidades, pero que no lo hacen por intereses mezquinos, económicos y de poder.
Sólo nos queda, modestamente, manifestar nuestro desacuerdo y alzar la voz pidiendo la detención de los múltiples genocidios y continuar con nuestras funciones, pues no obstante el sabor amargo, el arte siempre ha sido protagonista y un sobreviviente de las tragedias, y por ello representa una trinchera de lucha, protesta y reflexión para quienes le brindan su atención.
En la música se logra la combinación de la alegría y la melancolía: baile y mensaje, escucha, reflexión y discusión. En la Salsa son muchas las canciones en las cuales se hacen llamados a la conciencia, al buen vivir; invocaciones a la justicia, por el respeto al ser humano, a la independencia y soberanía de los pueblos; entre muchas otras peticiones, a pesar de lo dicho al principio en cuanto a lo festivo. Lo que se manifiesta con ánimo y alegría no le resta su valor, su seriedad ni distorsiona su mensaje.
Existe un extenso listado de canciones contentivas de letras hermosas dignas de ser tomadas en cuenta para el análisis, más allá de que muchos las hemos bailado durante años y todas muy conocidas por los seguidores de la Salsa y también por los no muy adeptos a ella. En ellas se plantean denuncias, críticas, exigencias a los gobiernos, pero también se exalta lo bello, lo humano, las bondades de los países y su gente y todo eso al compás del baile, de un movimiento de cintura y hombros, de un repicar de tambores, de un coro añejo, romántico o jocoso, en fin, una mezcla de emociones que le dan trascendencia en el gusto del melómano. La Salsa siempre se opone a lo inhumano y abraza la esperanza, esa es su esencia, temas como los siguientes lo abalan:
“Justicia” (1969) y “La libertad lógico” (1971) con Eddie Palmieri; “Tiburón” (1986) con Willie Colón y Rubén Blades; “Juana Bayona” (1974) con La Sonora Ponceña; “Cipriano Armenteros” (1975) con Ismael Miranda; “Pueblo latino” (1976) con Pete “El Conde” Rodríguez; «Profesión esperanza” (1977) con Ismael Rivera; “Paz” (no quiero guerra) (1970) con la Orquesta Flamboyán; “Patria” (1988) con Rubén Blades; “Las caras lindas” (1978) con Ismael Rivera; “La abolición» (1976) con Pete “El Conde” Rodríguez; “Pueblo” (1977) con Willie Colón y Rubén Blades; “La corte” (1974) con Johnny “El bravo”; “Una sola bandera” (1978) con Carlos “Tabaco” Quintana; “Casa pobre casa grande” (1980)con la Orquesta La Terrífica; “Juan albañil” (1980) con Cheo Feliciano; “Compañeros” (Trabajo y tierra) (1980) con el Grupo Madera; “Lamento de Concepción” (1978) con Roberto Roena y su Apollo Sound; “Si yo pudiera” (1975) con Ismael Rivera…
No está demás decir que esta es una modesta muestra entre miles de canciones hechas para los pies, el corazón y la cabeza, hace falta retomar todos estos grandes clásicos, no sólo para el disfrute, sino para el análisis y el estudio; tomando en cuenta, además, las limitaciones que observamos en la música de hoy, carente de tantas virtudes a las cuales me he referido en ediciones anteriores.
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No puedo cerrar esta edición sin mencionar y reconocer el éxito de la Ruta Comunal de la Salsa en Carabobo que culminó el día sábado 28/10/2023 lo cual es una buena señal para que sea una constante todos los meses de octubre venideros. Felicitaciones a todos los equipos involucrados en la organización y en su desarrollo.
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Ramón Emilio Toro Martínez (Caracas-Venezuela, 1966) es licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura, de la Universidad de Carabobo (UC) en 1993. Es también Productor Nacional Independiente y locutor con experiencia en el desarrollo de programas radiales sobre música afrocaribeña en la ciudad de Valencia, estado Carabobo: Ciento por ciento Natural, por Lago 91.5 FM; Letras y Notas, por Salsera 96.3 FM, y Óyelo que te conviene, por RNV Región Central 90.5 FM. Es autor del libro «Letras y Notas sobre la Música del Caribe» (2020), presentado en la FILVEN Caracas 2020 (Casona Cultural Aquiles Nazoa) como el único proyecto editorial independiente de ese año.
Ciudad Valencia / Foto de RT: Edicson Dávila