«Las razones de un Jardín Botánico» por Laura Antillano

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Desde 1996 existe el llamado Jardín Botánico de Naguanagua. Con sus ocho hectáreas y unas 230 especies vegetales, fue en sus inicios un verdadero regalo, desde muchas perspectivas, para quienes vivimos en este sector de Valencia.

Un regalo para la vista, la relación con el mundo vegetal, la salud, el conocimiento general desde ese contacto con la naturaleza, y le atribuimos cualidades hasta con el ensueño y la relación del sentido de un espacio para  el solaz, el efecto de lo humano con el mundo vegetal y animal. De hecho recordamos un  criadero de mariposas como hermoso ejemplo de lo que podía contener un lugar como este.

Pero cambiaron muchas cosas a posteriori, que desviaron el concepto original de este espacio, destinado no solo a la alegría de conocer la riqueza de nuestra variedad vegetal y su entorno, sino también a proporcionar al visitante un lugar de sana expansión, de serenidad plena, y  un alimentador de los descubrimientos, relativos a  la variedad sin límites  de  lo que la botánica puede significar  para la vida misma del planeta, en este caso: circunscrito a nuestro medio.

Se nos hace un tema reiterativo el insistir en que se retomen los conceptos con los cuales  este Jardín Botánico fue creado y que no se permita, por ejemplo, el montar  negocios de restaurantes dentro de sus límites, ni otro tipo de asuntos que no correspondan a lo que significan   sus razones originales de existencia.

 

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Por el contrario, se llama a retomar su origen, que tenía  el propósito, en buena medida, de cumplir con una tarea pedagógica: instruir al visitante acerca de lo que la vegetación, y la botánica en concreto, significan para la vida, con condiciones específicas de su existencia en nuestro paisaje natural.

Pensamos que la Alcaldía del Municipio Naguanagua debe proteger tales directrices, rescatando los hilos esenciales del origen de este Jardín Botánico, que fuera tan celebrado y  visitado con fines  tanto pedagógicos como de serena expansión.

Y cerramos con palabras del poeta Reynaldo Pérez So, muy acordes: ”Eres verde / planta/ y yo / no soy el color de los pasos del ganado / el verano me sujeta / el invierno me sujeta / tú que tienes cuerpo / hierba / adónde iré a parar / pequeña / adónde?”.

 

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Laura Mercedes Antillano Armas (Caracas, Venezuela, 8 de agosto de 1950) es una escritora venezolana, que ha incursionado en los géneros de ensayo, poesía, cuento, novela y crítica literaria. También ha trabajado como titiritera, guionista de radio y televisión y promotora cultural.

Es licenciada en Letras Hispanoamericanas y Magister en Literatura Venezolana por la Universidad del Zulia (LUZ). Durante 25 años ejerció como profesora de Literatura en el pre-grado de la Facultad de Educación de la Universidad de Carabobo (UC). También coordinó el Postgrado en Literatura Venezolana de la UC (1995-1998), además de ejercer también como Directora de Cultura de la misma universidad (1999).

Es ganadora del Premio Nacional Cultura, mención Literatura, 2012-2014,​ Premio Bienal José Rafael Pocaterra mención Poesía con la obra “Migajas” (2004), Ascesis al Premio Miguel Otero Silva de la editorial Planeta de Venezuela con su novela “Solitaria solidaria” (1990), Premio de Cuento del diario El Nacional con su cuento “La luna no es de pan de horno” (1977), Premio Julio Garmendia de la Universidad Central de Venezuela (UCV) con el cuento “Caballero de Bizancio” (1975).

Entre su vasta obra publicada se incluyen, entre otros: La bella época (cuentos, 1969), La muerte del Monstruo Come Piedra (novela, 1971 y 1997), Un carro largo se llama tren (cuentos, 1975), Haticos Casa Nº 20 (cuentos, 1975), Los niños y la literatura (estudio, 1978), Maracaibo: Las paredes del sueño (textos, con fotografías de Julio Vengoechea, 1981), Perfume de gardenia (novela, 1982, 1984 y 1996), Dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir (cuentos, 1983 y 1992), Cuentos de película (cuentos, 1985 y 1997), Literatura infantil e ideología (estudio, 1987), La luna no es pan de horno (cuentos, 1988), Solitaria Solidaria (novela, 1990 y 2001), ¿Cenan los tigres la noche de Navidad? (cuento infantil, 1990 y 2005), ¡Ay! Que aburrido es leer: El hábito lector y el cuento de la infancia (estudio, 1991), Jacobo ahora no se aburre (cuento infantil, ilustrado por Tony Boza, 1991), Tuna de mar (cuentos, 1991), Diana en la tierra wayúu (novela infantil, 1992), Una vaca querida (literatura infantil, 1996), Apuntes sobre literatura para niños y jóvenes (estudio, 1997), Las aguas tenían reflejos de plata (novela, 2002), Elogio a la comunidad (texto divulgativo, 2004), Poesía completa 1968-2005 (poesía, 2005), Emilio en busca del enmascarado de plata (novela para niños, 2005), La luna no es pan de horno y otros cuentos (antología de cuentos, 2005), La aventura de leer (estrategias de lectura, 2005), Libro de amigo (poesía, 2007), Crónicas de una mirada conmovida (crónicas periodísticas, 2011), Ellas (Semblanzas, artículos, entrevistas, 2013), Las alas de la lectura (estrategias de lectura, 2019), Me haré de aire (cuentos, 2021).

 

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