LITERATURA Y NAVIDAD (1): CÉSAR AIRA

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Literatura y Navidad

Literatura y Navidad (1): César Aira inicia la serie que vincula el arte de la palabra con los tiempos decembrinos. JCDN. 

Edición venezolana de la novela por Fundarte

Los fantasmas (1990), novela de César Aira. Este narrador argentino se pasea entre lo periférico y lo anti-literario. La presente novela es un ejercicio lúdico de desestructuración del discurso novelístico de formación, pues propone la parodia no sólo de este género sino también del cuento fantástico de hadas e incluso el relato navideño.

Su protagonista, Patricia, es una cenicienta desmitificada en un mundo al garete. Parafraseando a Héctor Libertella, Aira cincela su porción del bajo relieve escultórico latinoamericano en el caos inducido por el lenguaje, subvirtiendo y poniendo en duda tanto el mundo como el oficio escritural que pretende recrearlo desde la fragilidad de la palabra: “Elementos [ligados a la nueva mirada sobre ‘el sujeto metafórico oscilante’ de Lezama] que remiten otra vez a la necesidad de mirar globalmente, sin cortes, todo ese mapa de América –esa piedra escrita- donde aparecen grabados tantos signos (propuestas, trabajo…) presentes como tradición” [Libertella, 1977, pp. 69-70].

 

Personajes variopintos y fronterizos

El motivo de la Torre de Babel revisitada que anima la anécdota del edificio de apartamentos de luxe en construcción, supone un registro caótico de hablas [la bonaerense, la chilena, la confrontación de la proletaria con la de la clase media alta] y, sobre todo, una personalísima arquitectónica peripatética que involucra el tratamiento de personajes variopintos y fronterizos [los fantasmas, claro está, el lumpen proletariado y los histéricos pequeñoburgueses], la desquiciante y descosida trama y el discurso novelístico anclado en la ironía y la irreverencia.

 

Edición de la novela en idioma portugués

La fiesta de fin de año que empalma el ulterior inicio del que le sigue, simboliza en una estridente y frenética risotada la esencia pretenciosa y finisecular del postmodernismo, tren desfasado e impuntual que sin embargo pierde ridículamente el pasajero nervioso y afanoso: “Para decir la verdad, era la  fecha en que según los contratos debían entregarse los siete pisos terminados; pero, como suele suceder, hubo una demora” (Aira, 1994, p. 13).

No es, por supuesto, una requisitoria simplista contra la ineficacia de la burocracia pública o privada que perturba a la ciudadanía. Por el contrario y en favor de un anarquismo literario colindante con Roberto Arlt y aliñado por el grotesco-criollo, se de-construye la novela misma como variante del aparataje ideológico del Estado burgués, para abundar sobre la gelatinosa condición humana en la que es inevitable reconocernos con desazón y auto-consolación.

Los fantasmas, desnudos y traviesos como el Vadinho de Jorge Amado, penitentes como el del parque neoyorquino de Albo Aguasola  o desconcertados como el de Canterville de Wilde, integran una legión disparatada [adosada al conglomerado humano de ese monumento horizontal de utilería] que fractura la realidad histórica, ideológica y estética.

 

Son semejantes a una manada de hienas o una bandada de zopilotes que se disputa los restos de las revoluciones francesa, bolchevique, cubana y, por qué no, sexual, realizaciones burguesas y proletarias muy a pesar de la desilusionada militancia: “Los muy pobres, y los muy ricos, encuentran natural tratar de sacar un máximo de provecho de quien tienen adelante” (Aira, 1994, p.19).

 

LEE ESTA OTRA RESEÑA DE «LOS FANTASMAS» DE CÉSAR AIRA

 

Por lo que el discurso narrativo, interrumpido a la mitad por un tratado desternillante de especulaciones postmodernas [¿apostillas teoréticas que desparrama la novela burlándose de sí misma?], se nos antoja una nave desquiciada que encalla en el Caos y la Desilusión [¿no les recuerda el viejo edificio de la Compañía de Seguros Carmesí que toma Wall Street en la película “El Sentido de la Vida” de Monty Python?].

A tal respecto la parrafada es la unidad de contenido, despropósito y estilo picarescos, que fundamenta este juego narrativo anti-novelístico como tal, además de la lograda atmósfera sensual, sarcástica y salvaje del descubrimiento sexual de la protagonista, La Patri, reina y diosa heterodoxa de este altar de papel marché, lustrillo y calcomanías cursis complementado por la presencia de los querubines fantasmagóricos proletarios y patricios que se retuercen de deseo sexual explícito por ella.

 

El narrador argentino César Aira

 

El erotismo coquetea con lo estrambótico

Eso sí, el erotismo coquetea con lo estrambótico y lo pornográfico tanto el que provee la telenovela como el del habla vulgar del macho latinoamericano, no en balde su pulsión como fuerza que apuntala, da sentido y promueve la vida a su alrededor: “Todo consiste en dar con un hombre de verdad, aunque tenga todos los defectos del mundo” (Aira, 1994, p. 67).

Plantearse la virilidad de los fantasmas y los hombres del entorno afectivo, o la posibilidad del compañero ideal que la complemente, no está reñido con esta jovencita inculta que ha sido acorralada en la servidumbre gratuita familiar de atender la prole y realizar los mandados: “El pensamiento se absorbe de los otros; los otros a su vez tampoco piensan, y lo toman de otros, y así sucesivamente. Se diría que es un sistema que gira en el vacío” (Aira, 1994, p. 106).

El humor corrosivo y lúcido [inteligencia luciferina] se vale de la parodia o pastiche criollo de los cuentos del Decamerón [los seis cuentos fantasmagóricos de sobremesa al final de la novela], así como también del tratado antropológico postmodernista abusado y falsificado con sus comentarios distractores o fuera de lugar.

La novela de iniciación, claro está, no se presenta como bien o producto manufacturado para un mercado de ocasión, sino en tanto manifestación de lo no edificado ni consolidado: “Si algo representan estas maquetas, es ‘la casa de los niños’, otra forma de lo no-construido” (Aira, 1994, p. 56).

La fiesta terrenal [y de ultratumba] no es más que el boicot posible de la sobriedad de la vida con sus rutinas y formulismos que la pervierten y resecan.

 

BIBLIOGRAFÍA:

Aira, César (1994). Los fantasmas. Caracas: Fundarte.

Libertella, Héctor (1977). Nueva escritura en Latino-América. Caracas: Monte Ávila Editores.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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