Se cree que fue en el año 1700 cuando este lago apareció con el nombre de Lago de Valencia, y su isla más grande, en tiempos más recientes, fue conocida como Isla del Burro. Unos justifican esta denominación por su forma, y otros al hecho de que alguien llevó hasta allí burros. Aún no hay acuerdo en esto, lo que sí se sabe es que esta isla mide aproximadamente 247 hectáreas, siendo la más grande de las 22 que hay en el lago.

Tiene una historia en gran parte olvidada, además de que fue escenario, durante la insurgencia de nuestra ciudad, en 1811, contra el movimiento de independencia. Se dice que embarcaciones armadas participaron en la batalla que se libró en Mariara y La Cabrera; por algo construyeron los españoles el Fortín de la Cabrera. Hecho estudiado históricamente por nuestro antiguo cronista de Mariara, don Hermes Boza Müller.

El destino de la Isla del Burro y muchas otras como El Burrito, La Culebra y Chambergo, entre otras, está ligado a la historia y el destino del lago, siendo la primera de ellas considerada una de las cárceles más crueles de la historia venezolana. Después del presidente Juan Vicente Gómez, la isla adquirió una negativa reputación, porque era utilizada como depósito de menores de mala conducta y prisión para adultos.

 

 

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Se dice que en el periodo presidencial del General Gómez fueron llevadas allí prostitutas y afeminados, y que esta circunstancia fue aprovechada por los enemigos de nuestra ciudad para denigrar a los valencianos. Se utilizó con estos fines hasta la muerte del general en 1935.

 

La Nueva Era: Campo de Concentración Rafael Caldera

La cárcel permaneció cerrada un tiempo, hasta el segundo período presidencial de Rómulo Betancourt, cuando se decidió reabrir el recinto, pero esta vez fue utilizada para encarcelar a los comunistas de la época y opositores del gobierno.

 

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En ella permanecieron prisioneros una gran cantidad de militantes del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), así como adeptos a la causa bolivariana, entre los que destacan el excontralor general de la República Clodosvaldo Russian, desde 1962 a 1968.

Como hecho noticioso, se supo que en las instalaciones de la isla del Burro, también  conocida como Campo de Concentración Rafael Caldera, situado en el municipio Guacara, estado Carabobo, se realizó en 2016 una inspección técnica a fin de recolectar evidencias relacionadas a las prácticas de torturas, desapariciones, asesinatos y otras violaciones de derechos humanos por razones políticas, ocurridas durante los gobiernos de Juan Vicente Gómez y Rómulo Betancourt.

 

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La odisea para llegar a la isla y visitar a los presos

En la década de los ‘60, concretamente en 1962, era muy complejo para los familiares visitar a sus presos. Inicialmente, había un solo día de visita, pero con el pasar del tiempo accedieron a dos días a la semana. La odisea que tenían que afrontar los familiares era extremadamente dura.

Para la visita, la mayoría de los familiares tenían que levantarse de madrugada para estar en el sitio donde partía el autobús, desde el pueblo de Magdaleno hasta el caserío de Yuma, a la orilla del lago. Había cualquier cantidad de familiares provenientes de Valencia, Puerto Cabello, Barquisimeto, entre otros lugares del país. Se llegaba a la isla por medio de una pequeña embarcación llamada gabarra, que invertía aproximadamente 20 minutos en su recorrido.

 

 

La propia gabarra en sí era muy peligrosa, ya que sólo contaba con una guaya en su borda, de donde se agarraban las personas. Algunas decían que en ocasiones las aguas del lago estaban agitadas y la gabarra se movía bruscamente poniendo en peligro la vida de los familiares y todos los que viajaban.

Al bajar de esta embarcación, se realizaba una profunda revisión donde los familiares eran vilmente tratados por los funcionarios de aquella época. Eran despojados, en muchas ocasiones, sin derecho alguno, de lo que traían para los reclusos, como prendas de vestir y alimentos. Era muy común que la gabarra tuviera que hacer dos y hasta tres viajes de tantas personas que deseaban ver por lo menos media hora a sus presos.

 

 

El complicado sistema de seguridad anti escape de la isla

Todos los espacios estaban rodeados de garitas, con guardias armados, gruesas alambradas, galpones espaciosos con hileras de camas de lado y lado. Disponían de baños, que los mismos presos limpiaban, y también cocinas improvisadas.

Cada cierto perímetro  había una garita con guardia, fusil en mano, y al lado una ametralladora, y en cada puesto de vigilancia tenían  instalados reflectores de largo alcance. Narrado de este modo, se puede creer que sería prácticamente imposible escaparse de este lugar, que muchos consideraban estaba maldito por lo que allí se escuchaba durante las noches.

Fue el 26 de diciembre de 1963 cuando la noticia se hizo saber, sobre la sensacional fuga llevada a cabo por un grupo de presos políticos y militares confinados en la isla del Burro. Entre los fugitivos figuraban el capitán de Fragata Pedro Medina Silva, el mayor Manuel Azuaje Montiel, Germán Lairet y Gastón Carvallo, pero  la gran pregunta que todos se hacían era: ¿cómo se fugaron?…

Se fugaron vestidos de mujer y portando cédulas falsas, mezclados con los familiares que visitaban a sus hermanos, hijos o padres prisioneros.

 

 

Algunas experiencias de cuando funcionaba la cárcel

Este lugar tenía ciertas particularidades, algunas   personas recuerdan experiencias como la fuerte presencia de arañas en el mes de abril, cada dos horas los presos limpiaban los enrejados, y los visitantes podían  ver como rápidamente las arañas volvían a tejer sus telarañas, hasta cubrirlos por completo.
Y otra de la cual no hay precisión de fecha, es la temporada de gusanos.

En cuanto a su fauna, su gran diversidad de animales incluye babas, zamuros, cotúas, diversas aves migratorias, serpientes, y hasta se llegó a hablar de cocodrilos traídos del Orinoco, para así garantizar la menor probabilidad de escape,  y por supuesto una gran variedad de peces que se dice no son  aptos para el consumo humano, sin embargo, tras la última visita al Lago de Valencia, el pasado mes de septiembre del 2023, por parte del equipo de Vestigios del Pasado y otros compañeros del sector, se constató que aún se comercializa la carne de pescado por todas las costas del lago y municipios cercanos de los estados Aragua y Carabobo.

 

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Hoy en día, las tierras del lago, fundamentalmente agrícolas, se han usado para fines industriales y para proyectos urbanísticos, destruyendo el gran patrimonio formado por los restos de la cultura del antiguo pueblo Tacarigua, que reposan en los alrededores del lago y que los antropólogos e historiadores conocen como cultura valencioide.

Mucha importancia histórica, de amplia proyección turística tiene nuestro hermoso lago con sus islas, entre ellas la Isla del Burro, que puede ser fácilmente un atractivo turístico  de Carabobo.  La isla yace allí olvidada entre sus recuerdos no siempre gratos, su maleza y sus animales silvestres, que son un rayito de esperanza. Podría ser un paraíso de historia, sueños y turismo… ¡rescatémosla!

 

Diego Trejo (Vestigios del pasado) / Ciudad Valencia