Christian-Farias-opinion-3-apaisada-sujeto histórico

Es pertinente comenzar diciendo que el tiempo histórico es diferente al tiempo no histórico, aunque ambos sean siempre de naturaleza cuantitativa y cualitativa; se complementan y acumulan sus propios procesos, según sean las circunstancias que lo determinan.

Comenzamos, entonces, por decir que el tiempo no histórico es esencialmente invariable, sostenido y detenido en la rutina y las costumbres eternizadas del modo de producción económica social y su determinación en el modo de la vida cotidiana.

En cambio, el tiempo histórico tiene su propia dinámica sistémica y compleja, que emerge de las contradicciones que a su vez generan acontecimientos nuevos o reiterados que alteran, subvierten, transforman, sustituyen y cambian radicalmente el orden establecido, reinante, rutinario y apegado a las reglas del tiempo.

De hecho, la historiografía recoge y nos muestra la confrontación inevitable entre lo viejo conocido, agotado, en decadencia o ya caído, frente a la irrupción de lo nuevo que ha emergido o irrumpido de manera progresiva o explosiva, en virtud de la acción social que caracteriza y distingue a los seres humanos como los constructores y protagonistas de su propia historia.

Puntualicemos algunos ejemplos de cambios históricos con sentidos antagónicos, según sea la relación del Sujeto con el Objeto. El primero, corresponde a la llegada de Cristóbal Colón (el Sujeto) a nuestras tierras (el Objeto), que produjo dos efectos radicalmente diferentes en los tiempos históricos de Europa y de América, respectivamente.

Para los poderes constituidos de la Vieja Europa (el Sujeto), significó su expansión mundial como epicentro del planeta, con derecho a imponer su modelo histórico socio-cultural en todas sus dimensiones política, religiosa, tecnológica y militar sobre la superficie del Nuevo Mundo (el Objeto); con el cual se encontró el navegante Cristóbal Colón, financiado por el poder económico de la iglesia católica de esa época

En contraposición para nuestros pueblos originarios, la llegada de Colón y los ejércitos españoles de piratas, bárbaros y saqueadores, significó un cambio totalmente trágico y traumático, ya que dicho encuentro no fue realizado en términos del reconocimiento mutuo, la paz y el respeto; sino todo lo contrario.

La tragedia, en el ámbito teatral de la antigua Grecia, se define como sufrimiento, muerte, dolor, acontecimiento o destino funesto y espantoso que genera compasión y odio. Esa fue la escenografía, real y concreta, puesta en marcha por los antisociales y criminales que acompañaban a Colón, bajo su mirada jerárquica y cómplice.

Igualmente, lo traumático significa herida duradera, generada o provocada por algún acontecimiento desastroso de la naturaleza, como los terremotos o huracanes; o por fuerzas político-militares imperiales que imponen las guerras con graves efectos y consecuencias en la vida de los pueblos.

Cabe decir, entonces, que hoy las guerras de Ucrania contra Rusia y la guerra de Israel contra Palestina, son instrumentadas, inventadas e impuestas por el imperio norteamericano, como parte de su geo-estrategia imperial, para generar terror, traumas, desmoralización, miedos, resignación, entrega y derrotas de los pueblos insurgentes que luchan por sus derechos, su bienestar y sus propios modos de vida, en paz y con dignidad.

Han pasado 500 años; y aunque la realidad socio-histórica civilizacional de hoy, no es la misma de ayer; nuestros pueblos y naciones de Nuestra América, estamos dando grandes batallas por la independencia definitiva de cada uno de los países de toda Nuestra América.

Recordemos que después de la caída del viejo imperio español, surgió el nuevo imperio de Los Estados Unidos de América, sustentado ideológicamente en la famosa y funesta Doctrina Monroe de 1823, como expresión de otro nuevo poder paralelo y rival del proyecto de La Gran Colombia, liderizado por nuestro Libertador Simón Bolívar.

 

Primer tiempo histórico del joven revolucionario Nicolás Maduro

Ubicados, grosso modo, en esa dialéctica de la historia, comencemos por decir que el presidente Nicolás Maduro nació el 23 de noviembre de 1962. A sus 13 o 14 años de edad ya era un estudiante liceísta y militante del Movimiento político RUPTURA que surgió en 1973 con el periódico del mismo nombre: RUPTURA: PROPAGA, AGITA Y ORGANIZA, como expresión legal del clandestino PRV-FALN (Partido de la Revolución Venezolana- Fuerzas Armadas de Liberación Nacional), dirigido por el legendario líder guerrillero ya fallecido, Douglas Bravo.

Luego, el jovencito Nicolás se separa de RUPTURA y se incorpora a la Liga Socialista, que también era la expresión legal del grupo guerrillero Organización de Revolucionarios OR, dirigido por Julio Escalona, igualmente ya fallecido.

Desde su militancia activa en la Liga Socialista, Nicolás Maduro trabaja como chofer del Metro de Caracas, desde donde asume la lucha sindical que lo convierte en un líder obrero, en el nuevo contexto de las luchas sociales y laborales de nuestro país.

Cuando estalla “El caracazo” el 27 de febrero de 1989, ya es un joven dirigente sindical de 27 años de edad; y cuando se produce la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, llega a sus 30 años y a partir de allí en adelante, se vincula con el comandante Hugo Chávez, que estaba preso en Yare.

Por su conciencia revolucionaria y su visión política del país, no dudó en vincularse con la conciencia, la visión y los planes del comandante Chávez que anunciaban el advenimiento de un nuevo tiempo histórico para Venezuela y la América Latina del siglo XXI.

Efectivamente, el nuevo tiempo histórico ya estaba en marcha a partir del proceso de la revolución cubana, iniciado el 26 de julio de 1953, obteniendo la victoria definitiva el 01 de enero de 1959, bajo la sabia conducción del comandante Fidel Castro, acompañado del Che Guevara y Camilo Cienfuegos.

Con la revolución cubana comienza el proceso de construcción del nuevo tiempo histórico de América Latina y el Caribe, en la lucha por la liberación nacional y el socialismo, vale decir, la nueva alternativa para nuestros pueblos y naciones, en el contexto del siglo XX

A partir de ese magno acontecimiento, el suelo continental de Nuestra América, cogió candela; y entre las derrotas, la resistencia y la perseverancia, surgió la primera victoria electoral de la izquierda socialista en Chile. El médico Salvador Allende se convierte en el primer líder socialista electo constitucionalmente como presidente de Chile el 03 de noviembre de 1970.

De manera que Cuba y Chile, emergen como las dos primeras experiencias históricas victoriosas de la propuesta del socialismo y la liberación nacional en América Latina, por vías distintas: la militar, guerrillera y la electoral pacifica, respectivamente.

Frente a ese avance histórico de los dos nuevos paradigmas socio-políticos, socialistas y liberadores de Cuba y Chile, el coloso del Norte puso en marcha su plan imperial y criminal, como expresión fatal de la perversa doctrina Monroe.

Lo que no pudo hacer contra Cuba durante la década de los 60; sí lo logró hacer contra el proceso revolucionario pacifista y democrático que Salvador Allende inició en Chile. El imperio utilizó al Alto Mando Militar chileno. El 11 de septiembre de 1973, dan el golpe de Estado criminal, trágico y traumático para el pueblo chileno y latinoamericano.

El presidente Salvador Allende muere sostenido en su propia hidalguía y grandeza moral y ética que lo consagró como el gran mártir de la América Latina del siglo XX, en la lucha por el socialismo democrático y constitucional.

Estados Unidos recurrió a la barbarie militar (aplicando la doctrina Monroe) y mostró toda su esencia antidemocrática, anti socialista y criminal contra la voluntad política mayoritaria del pueblo chileno.

La barbarie imperial de la doctrina Monroe, exhibió ante el mundo el cruel asesinato de miles de hombres y mujeres del pueblo chileno, entre los cuales estaba Víctor Jara, el cantante más popular y reconocido en Chile y en toda la América Latina.

Casi seis años después, el 19 de julio de 1979, en la hermana república de Nicaragua, se produce la gran victoria estratégica, político-militar, del pueblo de Augusto César Sandino, conducida por las fuerzas cívico-militares del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, conformado como una gran alianza estratégica de todos los grupos y fuerzas revolucionarias enfrentadas a la dictadura de Anastasio Somoza.

La vía de la revolución armada en Cuba y en la nueva revolución victoriosa del pueblo de Nicaragua, es como si José Martí y Augusto César Sandino, se hubieran despertado y echado a andar de nuevo con las mismas banderas de la libertad y la independencia definitivas.

El 8 de diciembre de 1998 se produce en Venezuela la primera gran victoria electoral, pacífica y constitucional de un candidato nacionalista, patriótico y revolucionario, como el comandante Hugo Chávez, después de haber sido derrotado en su alzamiento militar del 4 de febrero de 1992.

Con estos cuatro procesos revolucionarios victoriosos de Cuba, Chile, Nicaragua y Venezuela, a pesar de la posterior derrota traumática de Chile, queda instaurado el nuevo tiempo histórico con las banderas del socialismo, la soberanía y la independencia nacional de los pueblos y naciones de Nuestra América.

Posteriormente, se produjeron nuevas insurgencias socialistas y nacionalistas pacíficas y constitucionales, con resultados victoriosos en Bolivia con Evo morales, en Ecuador con Rafael Correa, en Argentina con Kirchner, en Uruguay con José Pepe Mújica, en Brasil con Lula da Silva, en Honduras con Celaya y ahora su esposa Xiomara Castro; en Colombia con Gustavo Petro, entre otras experiencias similares en las islas del mar Caribe.

Con todos estos eventos históricos y muchas otras insurgencias de carácter socialista y anti imperialista, es indudable que los pueblos de toda la América Latina y el Caribe, hemos dado inicio a nuestro propio nuevo tiempo histórico, a la   construcción de una nueva era de independencia, paz, bienestar social y progreso.

Hemos retomado, con nuevos bríos, los mejores valores de nuestra tradición política, doctrinaria, independentista y soberana del siglo XIX; junto a las nuevas fuerzas del socialismo y la liberación nacional; los nuevos valores de la moral, la ética y las estéticas del siglo XX; encarados frente a las nuevas exigencias liberadoras y socialistas del mundo global del siglo XXI.

Es importante reiterar que con la revolución cubana (1959), se inició este nuevo tiempo histórico, que ha sido como una alternancia de victorias y derrotas, dentro de un complejo sistema o tejido de nuevas realidades políticas, sociales, militares, económicas, culturales.

Particularmente, en Venezuela, hemos logrado construir cuatro (4) nuevos contextos desde la doctrina liberadora y socialista del siglo XXI: el contexto histórico-social, el político-económico-militar, el ético-moral y el estético-espiritual. Sobre esas cuatro dimensiones, se empina nuestra voluntad colectiva para defendernos y derrotar al ya decadente imperio norteamericano.

Brillante y promisorio es el legado del comandante Chávez. Nos dejó sus luces encendidas en la conciencia colectiva y el amor indestructible de su pueblo soberano e irreverente, lleno de justicia y paz para construir nuestro propio estado de bienestar, base y fundamento estratégico de la revolución bolivariana.

Nuestra doctrina victoriosa está fundamentada en el Libro Azul de Chávez, la CRBV del pueblo soberano (1999) y el Plan de la Patria (2012) que contempla los cinco objetivos históricos que no podemos desviar ni permitir que los eliminen:

 

  1. Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: la independencia nacional.
  2. Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad”, para nuestro pueblo.
  3. Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la gran potencia naciente de América Latina y El Caribe, que garanticen la conformación de una zona de paz en nuestra América.
  4. Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria.
  5. Preservar la vida en el planeta y salvar la especie humana.

 

La partida física del comandante Chávez significó el fin del primer tiempo histórico de Nicolás Maduro, como ministro de Relaciones Exteriores, el Canciller de mayor confianza y eficacia política, para el presidente Chávez, en virtud de haber construido toda la novedosa estructura política internacional de Venezuela, sustentada en estos cuatro pilares históricos y fundamentales de la estrategia liberadora y anti imperialista de la revolución bolivariana:

PETROCARIBE (alianza para el suministro petrolero a las naciones del Caribe insular), EL ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe), LA UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).

 

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Efectivamente, durante los seis años y medio que estuvo de Ministro de Relaciones Exteriores o jefe de nuestra cancillería, Nicolás logró construir la mejor y más sólida trinchera de lucha contra los ataques del imperialismo norteamericano.

Los logros estratégicos de mayor jerarquía son esas estructuras diplomáticas, creadas y puestas en marcha en el marco de las relaciones internacionales para la solidaridad e integración con las naciones Latinoamericanas y del Caribe. Igualmente, para el resguardo de nuestro proceso liberador e independentista.

Continuará en la próxima entrega con el análisis de los dos tiempos históricos que siguen: el de su ejercicio presidencial actual (2013-2024) y el de su próxima reelección presidencial (2024-2030).

 

Christian Farías (La ventana dialéctica) / Ciudad Valencia