El «lovebombing» se da cuando una persona «riega» a la otra de muestras de afecto y amor con el fin de generar una dependencia emocional.

Si has tenido una cita con alguien y esa persona ha empezado a colmarte de amor y atenciones, casi hasta empalagarte, ten cuidado, porque podría ser la primera etapa de un ciclo de abuso psicológico con el fin de retenerte.

Se llama «lovebombing«,  y puede resultar algo confuso: distinguirlo de un comportamiento saludable puede empoderarnos para abandonar dinámicas dañinas y establecer relaciones más seguras.

Pero ¿Qué es exactamente el lovebombing?

La frontera entre un enamoramiento sano y el lovebombing puede ser algo confusa. Al fin y al cabo, las muestras de afecto abundantes y profundas (y quizás algo excesivas) pueden ser normales en el contexto de una relación que comienza, momento en el que ciertos neurotransmisores que aumentan nuestra emocionalidad se encuentran disparados.

Así, el problema se produce cuando ese afecto desmedido se expresa de manera calculada para inducir una determinada respuesta en el otro o cuando (sea intencionado o no) genera una dependencia de las muestras de amor en la otra persona que termina por modificar su conducta de maneras poco saludables cuando faltan.

Por ejemplo, la víctima de la conducta podría aislarse de su entorno social y dedicar más tiempo a quien hace lovebombing, o incluso aceptar ciertas prácticas sexuales, con el fin de obtener  de nuevo esas muestras de afecto.

La persona que practica el lovebombing se convierte en una fuente constante de estímulos positivos y, al dejar de proporcionarlos, provoca que la víctima modifique su conducta para volver a obtenerlos.

Indicadores y señales de alarma

El problema es que los actos de amor o afecto no son en sí mismos indicadores objetivos de lovebombing, sino que deben ser vistos en un contexto más amplio.

Es decir, una misma muestra de afecto puede ser saludable cuando es sincera y no se emite de manera interesada, o cuando mientras no forme parte (de nuevo, de manera consciente o no) de un mecanismo de recompensa o castigo; y, en cambio, si sería en un contexto de actos de amor desproporcionados que aíslan a quien los recibe.

Conviene ser especialmente precavidos, por ejemplo, cuando la otra persona pretende pasar todo el tiempo con nosotros, o cuando antes de que haya habido tiempo a establecer una conexión genuina se producen insinuaciones de gran compromiso.

Igualmente, las alabanzas exageradas o los gestos que parece que ‘exigen’ algún agradecimiento como retorno son señales de alarma.

TAMBIÉN TE INTERESA LEER ESTO: LA HIPERSEXUALIDAD, ATRAPADOS EN EL SEXO

Ciudad Valencia / 20 minutos