“Maestros extraños (V)” por Arnaldo Jiménez

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MAESTRA VIDA: ya es un lugar común decir que la vida es una maestra. Yo también me hago eco de esta verdad que circula de boca en boca permitiéndonos esculpir un destino lleno de sus enseñanzas. Pero las enseñanzas de la vida ocurren después que han acaecido los hechos; ella tiene la particularidad de ser una maestra exclusiva que habla y nos muestra el sentido de sus palabras después que han sucedido los acontecimientos.

Suele ser una maestra que enmudece y goza con la desesperación del aprendiz, que intuye algo dicho por ella en algún momento del pasado, pero que no puede descifrar sus acertijos en el instante que más lo necesita. Rubén Blades nos dice en una de sus mejores canciones que la “maestra vida, Camará, te da y te quita y te quita y te da”; si es cierto que nos da, pienso que su obsequio más valioso es la ilusión.

La vida nos enseña según una secuencia personalizada de ilusiones que nos hacen creer que la vida vale la pena vivirla; es decir, la vida se fortalece a sí misma, se vende a sí misma, asegura su triunfo, su permanencia; no hay manera de que ella salga mal librada de nuestros sentimientos y de nuestra racionalidad. La ilusión ejerce su imperio: busca tus creencias y tu fe, y de esta manera palpa su propio dominio.

Todo esto va generando un cansancio inexplicable, una queja que padecemos sin comprender bien lo que la causa. Quizás la única manera de mitigar el cansancio, es llevándolo al extremo, bajar, bajar, hasta borrar el nombre. Pensarás que bajar no acusa el mismo esfuerzo que subir; pensarás que, porque el cielo no puede ser ensuciado por los zamuros, permanece limpio. Temo que hacia arriba solo conseguirás ilusiones y el cansancio allí es vano, inútil; no traerás el fuego con el que puedas alumbrar tus noches. Tarde o temprano tendrás que devolverte, venir hacia ti y seguir de largo, más abajo, más abajo. ¿Qué encontrarás allí? La misma ilusión de arriba; pero a diferencia de las alturas, en las bajuras sabrás por qué sufres, y entonces entenderás y, sin saber cómo, aprenderás a soportarte y a convertir lo vivido en sabiduría.

Es necesario que nos apuremos y extraigamos del tiempo hasta sus últimas gotas de desgaste; hay que vivir profundamente, porque la vida es una sola; la vida, en abstracto, no es culpable de nuestros errores y, además, tenemos todo un destino por delante para enmendarlos…

De esta manera solemos pensar y, así mismo, se nos va el tiempo sin que logremos avanzar, porque todo avance se realiza hacia dentro del ser, allí donde no existe el desatino. Por cierto, no hay forma de saber cuántas vueltas del sol tiene cada vida para consumirse; no hay manera de saber si en verdad ella nos va a dar la oportunidad de enmendar lo mal vivido. Todo ello descansa en su gran capacidad para enseñarnos a ser ilusorios: seres llenos de verdades intangibles, abiertas, casi imposibles de ser transmitidas a otras personas, porque cada vida es única y posee sus propias maneras de adaptarse a sus ilusiones.

Ahora bien, la maestra vida, la gran maga, ejecuta sus ilusiones de manera trágica, nosotros podemos distraerla, podemos disfrutar sus recovecos y sus parajes; pero ella siempre será trágica, no hay manera de que no lo sea; más aún, la distracción: el poder más grande que ella posee (¿una vida que no está atenta de sí misma es una vida mal gastada?) nos induce en esa dispersión el sentimiento de lo inmortal, solo lo inmortal puede darse el lujo de posponer sus decisiones, de dejar todo para después, de vivir arrepentido por no haber hecho lo que debió en el tiempo justo.

Así, la vida, la verdadera creadora de los dioses, nos inventa cada día, nos hace sus eternos discípulos y nacemos y morimos, nacemos y morimos en su incesante rueda. Dice Omar Jayyám en los Rubayatas: “Soñando, cuando la mano izquierda de la Aurora tocaba en las nubes, oí una voz gritar dentro de la taberna: Despertad, pequeñuelos míos y llenad la copa, antes que el licor de la vida se seque en su vaso”. Sin embargo, que la vida se persiga a sí misma en pos de ilusiones, ya supone una gran pérdida de libertad.

La vida del maestro debería ser el primer libro de donde él extraiga sus enseñanzas, enseñanzas que a su vez han sido extraídas de los malestares de ser, de los obstáculos en el fluir de sus días, de las frustraciones y las penas, de la soledad de existir, de la alegría y sus brillos en el alma, de la capacidad de amar, de los avatares, arroyos, fuentes y desbordes de la existencia. Creo que fue Truman Capote quien en alguna parte de su obra dijo que nadie sale vivo de la vida, queriendo con ello dar una lección de lecciones, una cachetada para que despertemos y veamos nuestros días como espacios de latidos que alquilamos sin saber el instante de sus términos. Cuando se tiene la conciencia de lo efímero, lo efímero se hace perdurable; cuando se tiene la conciencia de la erosión, uno lucha por mantener sus formas, por rehacerlas, por recobrar el polvillo caído, por llenarse.

Para la filosofía china el transcurso de la existencia es una relación dialéctica y constante entre el vacío y la plenitud, entre lo llenado y lo que se vierte. En el Libro de las mutaciones –creado al menos mil quinientos años antes de nuestra era– todas las situaciones de la vida están contenidas en sesenta y cuatro signos o hexagramas. Una rigidez matemática sirve de marco a la permanencia de los cambios, de las mutaciones del ser en una incesante danza entre todos los elementos del cosmos: lo cotidiano, lo moral, lo ético, las relaciones familiares, la influencia de la naturaleza en la verdadera lectura de nuestras vidas…

 

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Nos enseña cuál es la actitud correcta que debemos asumir cuando los signos de nuestras realidades van cambiando. Todo un misterio encerrado en la más absoluta de las libertades. El libro no se afana en realizar énfasis en un aspecto más que en otro; todas sus páginas fluyen armónicamente permitiendo que nuestros ojos se abran y nuestra conciencia aumente su estado de exaltación permanente, su sigilo de gato en acecho del movimiento.

Sería interesante que alguien emprendiera un estudio comparativo entre el I Ching y la Biblia; ambos libros provienen del oriente del mundo y nos ofrecen una visión profunda del alma humana. En una de las versiones más fieles del Libro de las mutaciones, el escritor argentino Jorge Luis Borges escribe en sus primeras páginas un poema dedicado al misterio al que este inmutable libro quiere descifrar: el tiempo y lo que en este transcurre, la vida. Transcribo:

El porvenir es tan irrevocable/como el rígido ayer/ no hay una cosa que no sea una letra silenciosa/ de la eterna escritura indescifrable/ cuyo libro es el tiempo/ quien se aleja de su casa ya ha vuelto/ nuestra vida es la senda futura y recorrida/ el rigor ha tejido la madeja/ no te arredres/ la ergástula es oscura/ la firme trama es de incesante hierro/ pero en algún recodo de tu encierro/ puede haber una luz/ una hendidura /el camino es fatal como la flecha/ pero en las grietas está Dios/ que acecha”.

 

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Arnaldo Jiménez nació en La Guaira en 1963 y reside en Puerto Cabello desde el 1973. Poeta, narrador y ensayista. Es Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo (UC). Maestro de aula desde el 1991. Actualmente, es miembro del equipo de redacción de la Revista Internacional de Poesía y Teoría Poética: “Poesía” del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la UC, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida de la UC.

Entre otros reconocimientos ha recibido el Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuentos Fantasmas y Aparecidos Clásicos de la Llanura (2002), Premio Nacional de las Artes Mayores (2005), Premio Nacional de Poesía Rafael María Baralt (2012), Premio Nacional de Poesía Stefania Mosca (2013), Premio Nacional de Poesía Bienal Vicente Gerbasi, (2014), Premio Nacional de Poesía Rafael Zárraga (2015).

Ha publicado:

En poesía: Zumos (2002). Tramos de lluvia (2007). Caballo de escoba (2011). Salitre (2013). Álbum de mar (2014). Resurrecciones (2015). Truenan alcanfores (2016). Ráfagas de espejos (2016). El color del sol dentro del agua (2021). El gato y la madeja (2021). Álbum de mar (2da edición, 2021. Ensayo y aforismo: La raíz en las ramas (2007). La honda superficie de los espejos (2007). Breve tratado sobre las linternas (2016). Cáliz de intemperie (2009) Trazos y Borrones (2012).

En narrativa: Chismarangá (2005) El nombre del frío, ilustrado por Coralia López Gómez (Editorial Vilatana CB, Cataluña, España, 2007). Orejada (2012). El silencio del mar (2012). El viento y los vasos (2012). La roza de los tiempos (2012). El muñequito aislado y otros cuentos, con ilustraciones de Deisa Tremarias (2015). Clavos y duendes (2016). Maletín de pequeños objetos (Colombia, 2019). La rana y el espejo (Perú. 2020). El Ruido y otros cuentos de misterio (2021). El libro de los volcanes (2021). 20 Juguetes para Emma (2021). Un circo para Sarah (2021). El viento y los vasos (2da edición, 2021). Vuelta en Retorno (Novela, 2021).

(Tomado de eldienteroto.org)

 

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