«Martín León, el amigo de todos», por Ángel García

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Mucha tristeza me ha causado la inesperada muerte de Martín León a quien conocí hace más de veinte años por intermedio de mi esposa, quien era su amiga desde muy joven y vecina del  sector.

Martín siempre fue una persona alegre, ¡demasiado alegre! Su vida fue casi un bonche permanente. Amigos de todos, nunca supe de alguien que tuviese enemistad con él. Viejo militante del MIR y fiel al proceso bolivariano, esto no fue óbice para cordializar con todo el mundo, un aspecto el que cualquiera que lo haya tratado puede dar testimonio.

Si en oportunidades la conversación subía de tono, Martín siempre tomaba atajo con un chiste o un comentario jocoso que distendía los ánimos. Con su particular afición intelectual, siempre me recomendaba libros y lectura.

Martín

Su biblioteca estuvo con mucha frecuencia a mi disposición, y no fueron pocas las ocasiones en que llegó a casa al amanecer de un fin de semana, luego de una noche de rumba, pegando gritos y despertando a todos, sólo para entregar un libro que consideraba podía serme de utilidad.

Cuando ingresé como profesor contratado me dijo: “espero que antes de jubilarme pueda abrir tu expediente como profesor ordinario”. Y el día en que mis documentos llegaron a su oficina en el Vicerrectorado Académico, me llamó para darme la noticia. Su generosidad conmigo y mi familia va más allá de estas cosas anecdóticas.

Con muchos la generosidad de Martín era casi ilimitada. La documentación y demás trámites para la compra de la casa donde vivimos la realizó sin cobrar un céntimo: “a los panas no se les cobra” fue su expresión.

Quizás, también, porque conocía nuestra eterna peladera de bolas. Con mi suegra tuvo un trato especial que rayaba en el Humor Negro, y que ha hecho que ella, cada vez que acude a visitarnos nos pregunte: “Y el loco Martín desde cuando no viene”.

Tendría que escribir varios libros para hablar de las anécdotas y cuentos que envolvieron la vida de Martín León, y siempre habrá un cuento por incorporar.

Mi estimado amigo y hermano, gracias por los buenos momentos y por el afecto. Donde estés, como siempre, brinda por nosotros, que tus amigos haremos lo propio. Descansa en paz, amigo y hermano.

 

 

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Ángel Omar García González