Memorias de la Insurgencia (4), por Mohamed Abí Hassan

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Memorias de la Insurgencia (4), por Mohamed Abí Hassan

 

¡Camaradas del mundo!

…Aquí luchamos

desde

las calles,

desde las montañas

hasta para recoger

en los caminos

un guijarro

o una flor

para la amada…

                                                                            José Vicente Abreu de

                                                 Llamamiento, Camarada paloma (2007)

                                                    (Poemas del cuartel San Carlos)

 

Continuando nuestro recorrido de la mano del camarada alias Elías Daniel, vamos adentrándonos poco a poco en su vivencia llena de pasajes de la lucha armada, tan cargada de recuerdos que él muy acertadamente accedió compartir con nosotros en los diferentes encuentros que sostuvimos durante varios meses.

Cabe destacar que a pesar del tiempo transcurrido nuestro amigo logró, no sin gran esfuerzo, ir sacando de los meandros de su mente algunas anécdotas que aportan más páginas a esta gesta que se libró en las décadas de los años 60 y parte de los setenta de las cuales falta todavía mucho por escribir, dada su importancia como antecedente inmediato junto con el 27 de febrero del 89, de la rebelión del 4 de febrero del 92, protagonizada por el comandante Chávez y demás militares patriotas bolivarianos.

“Antes de continuar la narración sobre las penurias que pasé con los camaradas en el cuartel San Carlos una vez que nos capturan en el T.O. de Altagracia de Orituco, donde casi nos matan mientras dormíamos en el suelo fuertemente vigilados, quería confesarte que para sobrevivir en la montaña teníamos que abrir una zanja para esconder los alimentos que nos traían los campesinos de la zona, producto de su cultivo, generalmente granos como caraota y frijol, y ñame que se da fácil allí, pero yuca no porque se pudre con facilidad (nuestro personaje salta de un tema a otro constantemente, como si temiera dejar escapar alguna hazaña importante de esas que pasan fugazmente por su frágil memoria en cuestión de segundos), con todo esto hacíamos una ‘zambumbia’ a la que le echábamos sardinas.

¡A veces cazábamos hasta monos, llegamos a comer burros, culebras, pavos, gallinetas! ¿Qué otra vaina que recuerde? (se queda retraído, con la mirada perdida en sus recuerdos). Ah, probábamos las frutas que nos lanzaban los monos, si estos las comían, entonces podíamos comerlas nosotros.

También, estábamos pendiente de las mapanares y tigre mariposa. Una vez al comandante Manuel lo picó una de esas y de vaina no perdió una pierna y tal vez, hasta la vida. Se salvó porque entre los camaradas cubanos vinieron algunos médicos.

Con el ministro del Interior de Cuba de entonces, de apellido Barbaroja, recuerdo que en una ocasión lo conocí personalmente durante mi estadía en La Isla e intercambiamos algunas ideas. Los camaradas nos contaban que un ministro de Economía de la revolución que había construido un palacio, pero camuflado con una fachada en ruinas a la entrada, fue descubierto por un funcionario de inteligencia del G2 y entregado inmediatamente a Fidel, quien lo destituyó, ordenando su encarcelamiento. ¡No lo mandó al paredón de vaina! Eso ocurrió hace más o menos 20 años. La revolución está depurándose constantemente de todas las lacras sociales que lamentablemente se nos infiltran, nos termina diciendo.

Retomando el hilo de la conversa, recuerdo que cuando uno caminaba de noche en la montaña siempre se topaba con enjambres de mosquitos. Una vez se me metieron en un oído y tuvieron que introducirme un alambre.

Algunas veces recibíamos visitas de camaradas que venían de Caracas. Una vez subió Yudith Valencia quien era dirigente del MIR, con otras compañeras. Eso fue en los años 63-64. Entonces ella daba clases en la Facultad de Economía de la UCV. Creo que todavía debe guardar algunas fotos que nos tomó, seguramente para hacer un reportaje sobre el movimiento revolucionario. Ella fue la lideresa del Movimiento Universitario de Renovación de esas décadas, deliberadamente aplastado por el puntofijismo.

Durante nuestra reclusión en el cuartel San Carlos lográbamos que nuestros familiares nos hicieran llegar literatura revolucionaria de autores como Marx y Engels, Mao Tse Tung, entre otros, para la posterior discusión. Los carceleros los revisaban minuciosamente y les ponían el sello de ‘Revisado’.

Allí tuve oportunidad de conocer algunos líderes participantes en el Porteñazo del 4 de mayo del 62, y en el Carupanazo del 2 de junio del mismo año, contra el gobierno de Rómulo Betancourt. Estos fueron alzamientos de militares de izquierda que una vez puestos en libertad se sumaron a las filas de los diferentes frentes guerrilleros…”

(Continuará en la próxima entrega…)

 

                                                                             Mohamed Abí Hassan

 

Ciudad Valencia