Divagaciones-Arnaldo Jiménez-Poesía de lugar

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En algunas ocasiones el poema señala en los primeros versos un camino de expropiación de nuestras propias substancias que habría que seguir para que él tenga mayor coherencia y haga su trabajo; es decir, sacarnos las verdades, los modos de entender y sentir el mundo; pero esto no es fácil, casi siempre nos extraviamos y vamos a parar a otra parte, esa parte nos embruja porque tiene mucho brillo, suenan bien las palabras y quizás también se esté diciendo algo y sentimos conformidad por eso dicho. Por eso es conveniente leer el poema muchas veces hasta que encuentres el punto de desvío, quitar lo que haya que quitar; abandonarlo por unos días y luego volver a él con más atención. Escribimos y leemos hacia adentro.

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El poema corto es una flecha que recorre una pequeña distancia a alta velocidad, de manera que no se puede evitar su entrada en los centros vitales.

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Hay algo que los entendidos llaman repetición, un verso que insiste en aparecer varias veces a lo largo del poema, se usa mucho en los poemas extensos, yo sugiero que no se abuse de esa repetición, usarla con tacto, no como una letanía que se hunde perversamente en el malestar o la celebración que le da origen, sino como una aparición del sentido que subyace, que va por dentro y emerge en los sitios justos.

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No es conveniente que un poema largo sobrepase las dos cuartillas, podría darse el caso en el que un poeta logre sostener por mucho tiempo y espacio la intensidad de sus versos, tampoco quiero prescribir un recetario en este sentido, pero se puede ser más directo, reducir para impactar, el poema demasiado largo generalmente aburre y el poeta en vez de impactar quiere lucir no sé qué virtud de conocimientos, decorados y pertrechos sobre su desnudez.

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Un libro es un bien social, por opresiones y presiones históricas la clase empobrecida ha estado al margen del placer de leer, esto ha disminuido un poco en los últimos tiempos, sin embargo, es difícil que ese bien social sea comunitario hasta el extremo de convertirse en pan diario de cada alma, otras opresiones y presiones se infligen en el cuerpo social que le restan importancia al libro directa o indirectamente; el mercado no tiene compasión, desgasta las médulas del ser humano que requieren de un dolor compartido en el libro, o de una búsqueda, entonces crea los malos libros, esos que te ofrecen una ilusión de ser, te volatilizan y te sacan de tus condiciones reales de vida y terminas siendo un dato planificado por las grandes industrias del libro de masas. ¿Dónde queda el misterio, la incertidumbre?

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Es satisfactorio saber que pocas o muchas personas encontraran algún tipo de beneficio en un libro que tú hayas escrito; pero antes de ser público, un libro o un poema debe satisfacer primero a su autor.

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El aprendizaje poético prescinde de las vanidades.

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Tacto de amante, estrategia de guerrero, acecho de tigre, ímpetu de cascada, fluir de río, amplitud de mar, extrañeza de ser; silencio, nace un poema.

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Solo tú sabes, no te puedo decir cómo, cuándo debes tocar las fuentes directamente y cuándo no.

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Seguro quieres saber cuáles son esas fuentes, algunos las llaman tema o motivo o causa del decir, el primero no agota el asunto, causa sería más apropiado para graficarlas y sepas más o menos de qué estamos hablando; te diré primero que las fuentes emanan de ti mismo, pero pueden encontrarse afuera, en otras personas, en el afuera donde te encuentras viviendo, no es nada complicado, solo tienes que ser mago o maga para transformar esa realidad en fuente del poema.

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Por eso las fuentes están y no están presentes en el poema, están como causas, pero no como nombres, aunque esto no es una regla rígida, si tu fuente es dios, hazlo aparecer sin nombrarlo, si es el amor o el odio, muestra toda la fuerza que tienen, pero sin decir esto es el amor o el odio, si acaso tu fuente es la muerte, permite que a través de tus palabras ella muestre su silencio. Sé que el maestro Juan Calzadilla lo dijo de mejor manera.

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Se espera que un poeta diga lo trascendente de lo común, que busque el misterio de lo vulgar.

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Es bueno hacerse preguntas, es el medio aparentemente más sencillo para indagar el mundo, pero hay un arte en ellas, hay que saber formularlas, muy pocas preguntas existen, son comunes generalmente, las respuestas son las que varían de un ser a otro, así como el modo de cómo se responde. ¿Entendiste? bien, déjame ir por otro lado. Digamos que te interrogas ¿por qué haces esto en este momento y en este lugar?, y en el mismo sitio y en el mismo lugar hay otra persona haciéndose la misma pregunta: ya te diste cuenta, ¿no?, ¡exacto!, las respuestas serán diferentes porque diferentes son los seres que formulan las preguntas, porque diferentes son sus pasados y sus apetitos, porque son diferentes sus intereses y sus virtudes de expresarse.

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Las preguntas expresan: la curiosidad por saber, sin la cual no existiría ni la ciencia, ni la filosofía ni la poética, ni la tecnología ni las culturas. La vitalidad de un espíritu, sin el cual no hay ningún tipo de búsqueda ni ningún tipo de encuentro; lo despierto de la piel, sin la cual el oro del sol no podría ser motivo de asombro, sin el cual no se prolongaría el ser humano en lo que lo rodea. Lo útil de estar vivo… escribe tú lo que falta.

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No se puede ser un poeta solo de silla y desde ella hablar del río, de vez en cuando hay que ir al río, subirlo, sentir sus piedras, oírlo, comulgar.

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La vida no fortalece sus emanaciones creativas con poetas enclaustrados que tengan miedo de decir sus verdades a través del habla.

 

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La poesía escrita y la poesía vivida son dos caras de una misma moneda, se tiende a circular solo la primera, con lo cual se le quita al mundo externo la posibilidad de refrescar sus heridas directamente, sin la mediación de los libros o las hojas…

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Es imposible ser poeta sin ser maestro, lamentablemente, lo contrario no es cierto.

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El verso limpio es un verso directo, sin adjetivos ni metáforas innecesarias.

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Corregir es escribir sobre lo escrito, por tanto, es más riguroso, de más cuidado, corregir es arreglar el núcleo de lo vivido a palabras más justas.

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El poema nos escribe, la corrección nos corrige.

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Difícilmente puedas saber quién o cómo es un pintor a través de sus pinturas, lo mismo ocurre con el escultor. El poema es una transparencia del ser, te lleva de la mano al meollo de una personalidad.

 

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Arnaldo Jiménez nació en La Guaira en 1963 y reside en Puerto Cabello desde 1973. Poeta, narrador y ensayista. Es Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales por la Universidad de Carabobo (UC). Maestro de aula desde el 1991. Actualmente, es miembro del equipo de redacción de la Revista Internacional de Poesía y Teoría Poética: “Poesía” del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la UC, así como de la revista de narrativa Zona Tórrida de la UC.

Entre otros reconocimientos ha recibido el Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuentos Fantasmas y Aparecidos Clásicos de la Llanura (2002), Premio Nacional de las Artes Mayores (2005), Premio Nacional de Poesía Rafael María Baralt (2012), Premio Nacional de Poesía Stefania Mosca (2013), Premio Nacional de Poesía Bienal Vicente Gerbasi, (2014), Premio Nacional de Poesía Rafael Zárraga (2015).

Ha publicado:

En poesía: Zumos (2002). Tramos de lluvia (2007). Caballo de escoba (2011). Salitre (2013). Álbum de mar (2014). Resurrecciones (2015). Truenan alcanfores (2016). Ráfagas de espejos (2016). El color del sol dentro del agua (2021). El gato y la madeja (2021). Álbum de mar (2da edición, 2021. Ensayo y aforismo: La raíz en las ramas (2007). La honda superficie de los espejos (2007). Breve tratado sobre las linternas (2016). Cáliz de intemperie (2009) Trazos y Borrones (2012).

En narrativa: Chismarangá (2005) El nombre del frío, ilustrado por Coralia López Gómez (Editorial Vilatana CB, Cataluña, España, 2007). Orejada (2012). El silencio del mar (2012). El viento y los vasos (2012). La roza de los tiempos (2012). El muñequito aislado y otros cuentos, con ilustraciones de Deisa Tremarias (2015). Clavos y duendes (2016). Maletín de pequeños objetos (Colombia, 2019). La rana y el espejo (Perú. 2020). El Ruido y otros cuentos de misterio (2021). El libro de los volcanes (2021). 20 Juguetes para Emma (2021). Un circo para Sarah (2021). El viento y los vasos (2da edición, 2021). Vuelta en Retorno (Novela, 2021).

(Tomado de eldienteroto.org)

 

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