Entre marullo y marullo del Lago de Maracaibo llegó hasta las orillas del estuario zuliano una tablita, que recogió una anciana llamada María Cárdenas, quien cumplía su labor de lavado de ropa ajena.

María pensó que esa pequeña tabla le serviría para tapar la tinaja de agua que tenía en su casa, pero al limpiarla notó una imagen que asoció con símbolos religiosos, lo cual le apareció hermoso. Decidió entonces la anciana colgar en una de las paredes de su humilde aposento el cuadrito borroso, pero bello para ella.

Chinita

Era el viernes 18 de noviembre de 1709 cuando, quizás entretenida en los quehaceres de la casa, escuchó un golpeteo en la pared al cual no tomó mucho en cuenta, sino hasta en la tercera oportunidad.

Extrañada decidió entonces dirigirse hasta donde le guiaba el sonido.

Era la tablita iluminada. En ella se detallaba una Virgen que llevaba un niño en sus brazos y le acompañaban a los lados dos santos. María se inclinó exclamando con fervor «¡Milagro! ¡Milagro!».

Así es la historia de la aparición de la Virgen del Rosario de Nuestra Señora de la Chiquinquirá, patrona de los zulianos, quienes en ese fervor hacia la madre de Dios, se dirigen a ella como Chinita, Chinca, Virgen Guajira o Virgen Morena.

 

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Chinita

Desde ese entonces y por 309 años el milagro sigue intacto. Pintada al óleo, esa tablita de 26 centímetros de ancho por 25,3 de alto y tres milímetros de espesor es la reliquia de la madre a quien sus hijos terrenales le consultan, le piden, le agradecen, le componen y le cantan.

 

Después de haber cruzado las aguas no se sabe por cuánto tiempo, después de 309 años y sin ningún tipo de restauración, su imagen sigue clara, luminosa, mostrándose a sus feligreses, quienes le elevan oraciones, se encuentran con ella y le agradecen por favores concedidos.

 

A tres siglos de fervor, los zulianos continúan congregándose en el santuario de la Virgen Guajira, que es venerada los 365 días del año, pero que, desde el último sábado de octubre, cuando baja de su nicho para reencontrarse con su pueblo y hasta el día de su subida a su altar, el primer domingo de diciembre, luego de una procesión trasnochadora, es cuando la devoción se desborda no sólo de los feligreses zulianos, sino de otros estados del país y de otras naciones vecinas.

En los hombros de sus servidores

Cada 18 de noviembre y en los hombros de los Servidores de María, la Dama del Saladillo, como también le llaman los maracaiberos, sale en procesión luego de una misa solemne celebrada bajo el techo del cielo marabino y ante cientos de feligreses, quienes agradecen y solicitan favores, quienes buscan siempre de su bendición.

La patrona de los zulianos va en su recorrido con movimientos que asemejan los marullos del Lago de Maracaibo y en ese vaivén que hacen los Servidores de María, transita por las calles que adornan con banderines celestes y blancos, mientras que algunos hogares la esperan con altares y gaitas en su honor.

 

Chinita

Vestidos de liquiliqui blanco impoluto, los Servidores de María nacieron el 6 de diciembre de 1901, cuando el párroco de José María Soto, después de la tradicional Procesión de la Aurora, hizo un llamado a todos quienes quisieran servirle a la Chinita y ser sus custodios.

 

La centenaria sociedad religiosa ha permanecido con hombres, jóvenes y niños en la misión de cargar sobre sus hombros la sagrada y venerada reliquia.

Además de cargar sobre sus hombros a la Chinita, venerarla y servir de custodios, asimismo propagan la veneración mariana.

La reliquia de la Chinita, junto a su trono, el relicario, la corona, los arreglos florales y el mesón, llega a pesar una tonelada, un peso que inexplicablemente se le hace liviano a los servidores, según testimonios de ellos mismos.

Este domingo 18 de noviembre, la madre de Dios en su advocación de la Chiquinquirá vuelve a salir por las callecitas de su barrio El Saladillo.

Son 309 años de devoción de la Virgen que llegó a Maracaibo sobre los marullos del Lago. «Gloria a ti, Casta Señora«, dice el himno a la Chinita, compuesto por Graziela Rincón Calcaño y Adolfo de Pool.

 

Ciudad VLC/Jazmín Olivares/Especial AVN 

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