«Mis Pequeñas Desventuras» por Carlos Delgado Niño

Solo una vez, se cumplen 70 años… Buena edad para morir…!

Cuántas cosas hay de contar…! Cuántos amigos, para recordar!..

Se me ha hecho muy largo el camino!.. En el he recogido flores y también espinas! Se canta, se ríe, se reza, se trabaja, se sueña, pero sobre todo: se recuerda… se vive…!

No hemos emprendido solos este camino .. !

Al lado de muchos condiscípulos míos que, por alguna razón de su destino, se han quedado ejerciendo una sola profesión. O un solo oficio, estamos otros que por hiperactivos o muy inquietos, hemos diversificado tanto nuestras ocupaciones que nos faltaría tiempo para relatar las diferentes vivencias, distintos entornos, así como la diversificación de personalidades en nuestra relación.

Es por ello, que he querido conducir mis relatos, hacia lugares y épocas claramente definidas. En ellas, están los nombres de mis amigos… de «los que fueron» como 10. Canta el eterno trovador Julio Centeno y de quienes todavía permanecemos en el duro vivir.

Quiero entonces, «traerlos» hacia cosas que son mías y de ustedes para que conmigo las compartan!.. Espero entretenerlos con estas mis pequeñas desventuras … donde todos somos protagonistas .. !

Es día sábado ..! He sido invitado por Don Vicente García, notable sastre valenciano de comienzos de siglo y por doña Carmen su gentil esposa, nada menos que al cumpleaños de Gracielita ..!

La hermanita de Raúl y Antonio José Albert..! La linda Gracielita ha llegado a la vida de los esposos García, como un regalo de Dios ..!

De ojazos negros, con una eterna sonrisa dibujada en sus labios carnosos..! Sonrosada por el rubor de la inocencia, blanquísima su tez, castaño su cabello …i toda una princesita ..!

Esa tarde festiva, recibí una gratísima sorpresa al saber que, entre las niñas invitadas a celebrar sus nueve años, encontraba Josefinita Briceño a quien hube de conocer; esta niña tenía la gracia y precocidad de Shirley Temple la maravillosa «ricitos de oro» del cine, a la cual era tan aficionada como yo! Juntos nos fue posible ver sus películas acompañados por una tía adolescente que se maravillaba de como Josefina bailaba imitando a la pequeña actriz… y hasta le compró unos muy caros zapatos de bailar «tap»!

En la esquina de «el puño de rosas», cruce de Urdaneta con la calle Cedeño, se apostaba por las tardes el vendedor de «ponche».

– Escucha, Josefina… es el Ponchero…! Te gusta…?

– Me fascina… con su jarabito de frambuesa ..!

Me ofrecí para traerles la rica y refrescante golosina y en «menos de lo que espapila un cura loco»… regresé a la casa con una copa cónica en cada mano, llenas hasta el borde…

Miré a mi niña emocionado y cuando avancé para entregarle el obsequio, tropecé absurdamente y le vacié en su bello trajecito de encajes, el espeso líquido, arruinándole totalmente la fiesta!

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Otra de mis pequeñas desventuras, ocurrió en el famoso restaurante de Marciano, donde la flor y nata de la Valencia de ayer, se daba cita para saborear los más ricos y variados platos.

En esta ocasión, compartía mi época de «boy scout», con Pedro Enrique Gramcko, Horacio Rivas Mijares, José Luis López, Alí Caccavale, Guillermo Liendo, Ricardo González Hernández, Paquito Monasterios, Brecheche Acosta… y muchos otros! Luego de un «desfile» patrocinado por la señora Hessen, el día de la «Virgen Milagrosa», fuimos invitados a almorzar en el famoso restaurante!

En el segundo plato, se me ocurrió engullir todo el arroz y la ensalada, dejando el rico pollo Y los sabrosos «tostones» para el final… cuando de repente, llegó el camarero retirando los platos para colocar el postre… y se llevó los manjares, que no había siquiera probado…

-Epa, señor… Oíga señor… Iipa…! Shhht… Shhht!

Que va .. ! Ya no había nada que hacer! Tuve que contentarme con el quesillo que menos mal estaba delicioso .. !

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Otra de mis «desventuras», ocurrió durante una de mis visitas a la «represa de Agua Blanca», sitio solitario, pero muy frecuentado.

Había allí, una tabla grande, cuadrada, de unos dos metros ancho por dos de largo, que usábamos como balsa, saltando sobre ella para pasar al otro lado con el impulso del mismo salto…

En una de esas peligrosas maniobras, la balsa se volteó golpeando fuertemente mí cabeza! Aturdido y desorientado, me encontré debajo de la tabla y por instantes olvidé cómo era que se nadaba «bajo el agua»! tuve el feliz acierto de recobrar la calma y usando las manos fui deslizándome hasta alcanzar el borde y al subir a ella, sufrí un inesperado «calambre» en una pierna que me hizo retorcer de dolor.

– Así debe ser como se ahoga la gente, con un calambre! Pensé .. !

Con cierto temor, me fui nadando suavemente hasta la orilla y me quedé allí, en reposo. De pronto hicieron su aparición: el gordo Rotondaro, Ornar y Rene Lucena, Carlos Soto y su hermano Juan, Rolando Pizá, Carlitos Torrealba, Armando y Luis Guevara Moreno… Carlos Briceño «el piorrita»…

– Vamos a ver quién es más hábil, saltando a la balsa.

«Vamos»… es mucha gente!… Salten ustedes que yo los veo!

Al relatar esta última «pequeña desventura», pienso si todavía constituye un dilema el llegar a los doce años…! A esa edad, ni se es niño, ni se es hombre..!

En mi época, el uso obligado de los pantalones cortos planteaba en algunos de nosotros, el tener que recurrir a las medias largas que vendían en la tiendecita de Paz Stolk para ocultar los vellos de las pantorrillas, hasta que llegara el tiempo de usar los pantalones propiamente dichos o sea, «echarse los largos»

Y fue precisamente en esa época de hombrecito, cuando me enamoré de «Alicia»! Aunque me llevaba unos diez años, sentía muy a gusto con ella…! De vez en cuando, paseábamos de manos agarradas y habitualmente me daba clases de matemáticas…! Cómo coqueteaba conmigo!!! En una de las misas de aguinaldo, mi corazón de «niño-hombre», saboreó la fruta amarga de la decepción…! Después de la misa de madrugada me entretuve escuchando a unos… «Aguinalderos», mientras ella traería como otras veces unas empanadas de! kiosko de la señora Trossel madre de «el Quemao»! Alicia no venía sola!

Con el cariño de siempre ¡cómo me quería! Me presentó a su Luisito Souffront, un catire altote, hijo de alemanes…

-Carlitos, mi vida! VEN PARA QUE CONOZCAS A MI NOVIO…!

Calle Colombia vista desde el Puente Morillo sobre el río Cabriales

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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