“Odio filarmónico” por Fernando Guevara

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He llegado a la conclusión de que hay gente que no es que odia al gobierno o al chavismo o a todo lo que huela a revolución, sino que odia todo. Simplemente lleva una existencia amargada.

El sábado más de doce mil músicos se unieron en la búsqueda de un record mundial Guinness de la orquesta más grande del mundo. Muchachos que tocan en los diversos núcleos de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar o que formaron parte de él interpretaron la espectacular Marcha Eslava del no menos genial Piotr Ilich Tchaikovski para imponer una nueva marca global de más músicos tocando juntos.

Debemos ser justos al hablar del Sistema, el proyecto creado y liderado por José Antonio Abreu desde 1975, y que sin lugar a dudas creció, avanzó y subsistió desde entonces con apoyo de los gobiernos de la llamada IV República. Abreu fue presidente del CONAC y Ministro de Cultura durante el segundo gobierno de CAP, incluso fue diputado entre 1964 y 1969 electo por el FDN, una agrupación de partidos conservadores y de derecha que apoyaron la candidatura de Arturo Uslar Pietri.

Es decir, Abreu, el genial creador del Sistema era un hombre que ideológicamente no se puede tildar de izquierdas o socialista, pero eso no lo puede convertir, ni convertir su apoteósica obra en enemiga del chavismo o del gobierno. Y eso fue reconocido desde un principio por el mismo presidente Chávez, cuando al Sistema, desde los albores de la Revolución Bolivariana, se le dio el más grande apoyo, y no solo económico, que fue y ha sido completamente importante, sino apoyo desde todos los aspectos posibles y desde todas las instituciones públicas, que han asumido al Sistema como una obra de educación, de paz, de vida que va más allá de aprender a tocar un instrumento.

Abreu y el Sistema han sido reconocidos a nivel internacional con diversos galardones y honores por prestigiosas organizaciones como las Naciones Unidas, el Premio Príncipe de Asturias, el Premio Polar, que es el equivalente en música al Premio Nobel, entre otros, todo esto desde la primera década del siglo XXI, cuando el Sistema comenzó a proyectarse mundialmente, entre otras cosas por el contundente soporte que personalmente el presidente Chávez le dio, tanto al Sistema como a su director y sus músicos, vaya que eso le costó tanto a Abreu, como a Gustavo Dudamel, hoy flamante director de las Filarmónicas de Los Ángeles y de París, ácidas críticas de parte de los eternos amargados que no ven más allá de sus odios.

El inmenso esfuerzo logístico de movilización, organización y coordinación del logro del sábado 13 de noviembre no puede ser soslayado, ni minimizado, ni criticado porque unos muchachos gritaban no queremos pan (usado por el oposicionismo), que aparentemente fue una broma, o porque otros músicos ondearon una bandera de siete estrellas (usado por algunos chavistas) o porque Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente Maduro y diputado, haya participado en el concierto tocando una flauta sin el tapabocas (¿y cómo lo iba a hacer?).

El Sistema, como toda obra humana, tendrá errores y fallas, pero el logro de la Orquesta Más Grande del Mundo es un punto de los más elevados de su existencia, como el tocar en los Proms de la BBC en el Royal Albert Hall o en la sede de la Filarmónica de Berlín, como ser dirigidos por Claudio Abbado o por Simón Rattle y acompañar a figuras como Daniel Barenboim, Montserrat Caballé, Luciano Pavarotti o Plácido Domingo, quien derramó lágrimas de emoción cuando escuchó a la orquesta por primera vez.

 

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Todas estas figuras de la música tuvieron las más emocionadas palabras de apoyo al Sistema y todos argumentaron que el futuro de la música clásica está en Venezuela. Tanto es así que en casi todas las grandes orquestas del mundo hay un músico venezolano egresado del Sistema.

Por todo esto y más, verter críticas al evento del sábado no es más que una expresión de odio que viene más de la amargura de personas que no pueden ver nada bueno en nada y que se ahogarán eternamente en su bilis, pase cualquier cosa buena que pase en Venezuela.

 

Fernando Guevara / Ciudad VLC