Los frijoles chinos han sido despedidos por orden ejecutiva de las bolsas y cajas Clap.
El presidente ha sido muy claro en su apreciación, valoración y radical decisión:
«Los chinos hacen unas cosas buenas con ese frijol, pero a la de aquí no le gustan. Los meten en las cajas del CLAP y a la gente no les gustan. Entonces que se usen para la exportación. Es un frijol de altísima calidad».
«Ya que a la gente no les gusta. Yo los entiendo, yo también soy del barrio, sé por lo que pasan. Pónganles caraotas u otros frijoles, y los frijoles chinos que se queden para la exportación. Son esos que son chiquiticos. Eso en Asia es todo un manjar».
El granito de origen asiático cultivado en Venezuela buscará nuevos horizontes allende la mar, ¡aprobado!.
Algunos opinadores rojo rojitos justifican la medida argumentando que todo es culpa de una infundada matriz de opinión cocinada y difundida desde los laboratorios de guerra sucia de la oposición, según la cual “Me gusta el clap pero no los frijoles chinos”, algo así como “Me gusta Chávez pero no Maduro”.
¿No será que a nuestra gente si le gusta el precitado frijol pero no la suciedad con que es empacado?
Veamos la opinión de Evaristo, el jardinero de mi casa:
“Lo que pasa es que el presidente le dio millones a los agroindustriales para que empacaran el frijol chino para los Clap, pero los desgraciados como son escuálidos los meten en las bolsas con tierra, piedritas y palitos, para que la gente se arreche con Maduro!”.
En lo personal me quedo con esta sabia opinión, la culpa no es del defenestrado frijol, sino de quienes lo empaquetan sin las normas mínimas de higiene y selección, sin controles de calidad ni supervisión ni sanciones.
Vamos a ver si al exportarlo lo hacen con igual grado de contaminación, ni de vaina!
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Ismael Noé / Ciudad VLC
