#Opinión: Megaelección y salto cualitativo de la Revolución» por Christian Farías

0
412

A partir de la nueva democracia participativa y protagónica, consagrada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, el pueblo venezolano ha realizado más de 21 elecciones libres y soberanas, a través del voto directo, individual y secreto, para Presidente, Referendo Consultivo, Asamblea Nacional Constituyente, Referendo Aprobatorio, Parlamentarias, de Gobernadores, Alcaldes, Concejales, Simulacros, Primarias.

Todas en sana paz y convivencia democrática durante estos 21 años de existencia de la revolución bolivariana, chavista, liberadora y socialista.

Desde la llegada del comandante Hugo Chávez a la presidencia, electo en diciembre del año 1998, reelecto después de la Constituyente de 1999, y luego en el 2005 y en el 2011; hasta hoy, con Maduro electo en el 2012 y re electo en el 2018, el estado de derecho constitucional y particularmente nuestra democracia participativa y protagónica, han sido, son y seguirán siendo la base doctrinaria estratégica fundamental de nuestro sistema político que hoy, está demostrando ser el más sólido de América y de los mejores del mundo.

En ese marco referencial, debemos reafirmar y valorar la importancia de estas próximas elecciones, como todas las anteriores, pues, precisamente con ellas, reafirmamos que aquí en Venezuela, la patria de los libertadores de los siglos XIX y XXI, existe, se practica, se respeta y se defiende el mejor sistema político de nuestra historia, de América y del mundo: la democracia participativa y protagónica, definida y consagrada en nuestra Carta Magna.

También es importante aclarar que esta democracia de hoy no la inventamos nosotros. Su esencia nos viene de lejos; de nuestros pueblos indígenas con sus sistemas de vida horizontales y no verticales. Viene de nuestros pueblos negros en sus cumbes y rebeliones anti esclavistas. Viene de nuestro Magno maestro Simón Rodríguez y su pedagogía para la emancipación y liberación individual y colectiva. Viene de nuestros mantuanos del 19 de abril de 1.810 en Cabildo de Caracas; que luego, proclamó la Independiente el 5 de julio de 1.811. Viene de la espada y el alma de nuestros libertadores y se coronó de gloria el 24 de junio de 1821 en el inmortal Campo de Carabobo, después de 11 años de batallas sangrientas inevitables.

En fin, esta democracia que hoy tenemos nos viene del alma profunda y la conciencia emancipadora, entre contradicciones y entendimientos, confrontaciones y diálogos de saberes de nuestros libertadores. En ese tránsito, ha habido una larga travesía de traiciones, desvíos y desafueros de los demagogos, entreguistas y traidores (llámense tiranos, dictadores o demócratas formales representativos). Pero, con la rebelión popular del 27 de febrero de 1989, la democracia directa tocó de nuevo las puertas de la historia.

Los gobernantes adecos, copeyanos y los reformistas de la izquierda conciliadora se hicieron los sordos. Pero, en los cuarteles, los militares herederos en cuerpo y alma del Padre Libertador Simón Bolívar, pararon sus orejas y sintieron el clamor del pueblo en lo más hondo de sus sentimientos patrióticos y revolucionarios. Entre ellos, el joven de Barinas, Hugo Chávez Frías, que sintió el llanto del pueblo en sus vísceras, y asumió el compromiso de ponerse a la orden de ese pueblo y no de sus verdugos.

Toda esa historia y nuestro presente, son la razón para votar, una vez más, en la próxima Megaelección de gobernadores, alcaldes y concejales. Vamos a votar para tres cargos diferentes, en un solo acto, con una sola tarjeta y una sola lista correspondiente a la gobernación, las alcaldías y los concejos municipales de cada estado de la República.

De manera que, además de ser una simplificación y ahorro de tiempo y recursos, es un ejercicio de amplia participación y protagonismo político, organizativo y programático que fortalece la institucionalidad de nuestro país, que hoy sigue asediada y amenazada por un imperio en decadencia estructural y descrédito internacional.

A los ojos de quienes se ubican en el área de influencia del imperialismo norteamericano y creen en sus mentiras, les llegará la paradoja indescifrable para ellos, de que en el país del dictador Nicolás Maduro, hay una megaelección preparada y realizada por la revolución con todo un pueblo que participa, decide y protagoniza el rumbo y la marcha de su propio destino.

Todo lo dicho, nos lleva a la necesidad de mejorar, cada día más, nuestra formación política, nuestro pensamiento crítico, nuestra doctrina bolivariana-rodrigueana-zamorana, junto a nuestra praxis orgánica y de lealtad irreductible al pueblo que siempre es sabio y valiente. Todo nuestro compromiso, debemos asumirlo desde la perspectiva o la visión liberadora y socialista, que supo poner en marcha nuestro comandante Hugo Chávez.

Chávez sigue presente en nuestra conciencia colectiva, con su sabiduría, su formación intelectual y la sensibilidad humana, imprescindible y decisiva, para lograr siempre la victoria, en cada lucha, en cada batalla. Pero, hoy, también es necesario decir dos verdades. La primera es que Chávez no es un mito ni una leyenda, para rendirle culto metafísico, enajenador y alienante. Chávez es y será siempre una praxis revolucionaria, democrática, patriótica, antiimperialista y cristianamente socialista, vale decir, un modelo de carne y hueso, profundamente humano y amoroso.

En tal sentido, es muy importante recordar que, en ese momento doloroso de su partida terrenal, el enemigo puso en marcha una perversa manipulación de nuestra conciencia colectiva, a través de la consigna “Maduro no es Chávez”, para generar un trauma espiritual, emocional, psicosocial, afectivo y político en nuestras filas, es decir, debilitar y quebrar nuestra nueva conciencia política revolucionaria.

Afortunadamente, la fuerza del verdadero chavismo ha demostrado ser superior a esa y a todas las manipulaciones que han puesto en marcha contra nuestro actual presidente Nicolás Maduro. La realidad ha venido demostrando que el verdadero chavismo es todo un pueblo con temple ético, moral, político, amoroso y emocional que le permite ver en Nicolás la continuidad político-doctrinaria de Chávez, más allá de sus naturales diferencias de personalidad, formación intelectual y capacidades discursivas, como es natural entre todos los seres humanos.

La segunda verdad es que hoy, después de 8 años en el ejercicio de la presidencia de la República, nuestro camarada Nicolás Maduro ha logrado vencer mil trampas, asedios, conspiraciones y ataques de todo tipo, puestos en marcha desde la Casa Blanca de Washington, para derrocarlo, destruir nuestro país y desaparecer el fenómeno del bolivarianismo chavista, anti-imperiaista y socialista. Esa es la estrategia del enemigo imperial de afuera, que controla y manipula fuerzas internacionales contra Venezuela, excusándose malamente en la falsa tesis de sacar al dictador Maduro.

Igualmente, dentro del país, y ubicado en el centro de ambos flancos, Nicolás Maduro ha enfrentado y derrotado por igual, las conspiraciones criminales y apátridas de la derecha fascista, pitiyanki y la crítica mal sana, los ataques dogmáticos y desatinos confusionistas y malintencionados, tanto de la izquierda dogmática y malamente radical, como de la izquierda reformista y vergonzosamente conciliadora.

El presidente Maduro ha distinguido a los dos últimos bandos con la denominación de “izquierda trasnochada”. Suponemos que se debe a que toda esa izquierda vive disfrutando de lo que puede disfrutar y no duerme en su afán de criticarlo en todo, para todo y con todos sus yerros (errores), donde no es fácil precisar las diferencias entre los de la ultraizquierda y los de la izquierda reformista. En su tiempo, el gran Vladimir Lenin, catalogó a los primeros dentro de lo que llamó “enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”; y a los segundos, como “revisionistas”, “reformistas” o “conciliadores”

Diariamente, vemos y escuchamos a nuestro presidente Nicolás, a través de la televisión, las redes sociales digitalizadas y la radio, en su accionar público. El Presidente gobierna junto al Poder Popular, enfrenta la corrupción de militares aburguesados y ladrones de las empresas del Estado, como el caso de Lácteos Los Andes, desde su Consejo Presidencial de la Clase Obrera.

Acompaña y promueve la participación y el protagonismo de las mujeres, de la juventud y todos los movimientos sociales; impulsa y atiende el bienestar en las comunidades organizadas, atacando los problemas, atendiendo las necesidades, buscando soluciones inmediatas y estructurales, enfrentando los ataques, las conspiraciones y saboteos de afuera y dentro del país, del Estado, del gobierno, del PSUV y de los órganos del Poder Popular.

De manera que estamos en un momento histórico delicado y estelar de grandes y definitivas definiciones y caminos de cara al futuro. En primer lugar, tenemos el reto de las transformaciones económicas necesarias e inmediatas para consolidar la nueva estructura productiva independiente y soberana del país, que nos permita recuperar el valor del salario, la capacidad adquisitiva de la familia y todo el estado de bienestar social que construyó el comandante Chávez para todo nuestro pueblo.

En segundo lugar, el fortalecimiento del Poder Popular y la democracia participativa y protagónica con base en el sistema comunal del Poder y la Ciudad Comunal, como la vía hacia la construcción de nuestro socialismo bolivariano del siglo XXI. Y en tercer lugar, la consolidación y el dinamismo de nuestro sistema político de democracia participativa y protagónica. Todo  eso, en el marco estratégico de la unidad cívico-militar-policial-religiosa para seguir en batalla, lucha y victorias.

Todos estos elementos y, por supuesto, muchos otros que no caben en el estrecho espacio de estas notas de opinión y reflexión, constituyen una aproximación valorativa del momento político actual, de lo que puede seguir sucediendo, lo que hace falta y lo que podemos hacer en esta etapa de fuertes exigencias cualitativas de nuestro proceso revolucionario.

Ubicados en ese contexto, celebramos el anuncio hecho por el presidente Nicolás Maduro acerca de todo el proceso de la elección en primarias, de los candidatos y las candidatas de la revolución para la próxima megaelección de gobernaciones, alcaldías y concejos municipales de todo el país.

Creemos que esto es, sin duda alguna, un extraordinario paso de avance en el fortalecimiento político estratégico de la revolución. Y en tal sentido, decimos que con ello entramos de lleno en una nueva etapa donde la calidad revolucionaria juega un papel fundamental por encima de la cantidad de las acciones y obras.

Confiamos en que, así como hemos derrotado todo lo anterior, igualmente podemos y vamos a derrotar todo lo que venga de los enemigos del pueblo y de la patria. Con Chávez, la cantidad de recursos económicos garantizó la cantidad de las obras que visualizaron el nuevo horizonte del socialismo bolivariano del siglo XXI a través del Sistema de Misiones y Grandes Misiones que ofrecen un extraordinario servicio para todo el pueblo.

 

LEE TAMBIÉN: BUROCRATISMO Y CORRUPCIÓN DENTRO DE LA REVOLUCIÓN (LÁCTEOS LOS ANDES)

 

Después de Chávez, hemos conocido la capacidad de ataques bestiales y criminales del enemigo imperialista y sus agentes internos, que nos han revelado las debilidades estructurales, económicas e institucionales, legales y organizativas del poder del Estado y del Poder Popular. Esa realidad, nos obliga a dar los saltos necesarios en función de mejorar la calidad de nuestro proceso revolucionario.

Hoy, a 21 años de sus inicios, este proceso se reafirma día a día, en las fuerzas creadoras e insuperables de nuestro pueblo. La lucha contra las adversidades, se ha acrecentado con la guerra de los precios y la corrupción  contra el salario, la capacidad adquisitiva, los servicios públicos y el estado de bienestar.

Esa realidad dura y terrible, exige más calidad en todo lo que hagamos, por encima de la cantidad. Estamos en un momento histórico altamente cualitativo y determinante para consolidar la recuperación definitiva y el nuevo impulso y avance indestructible de la revolución.

 

Chistian Farías / Ciudad VLC