En relación a las próximas elecciones presidenciales en Venezuela, me referiré al caso de la oposición política venezolana en su gran diversidad de criterios, aspiraciones personales y apetencias de todo tipo, junto a su entreguismo pleno al hegemonismo de los EEUU.
Esto ha sido coincidente con su “doble juego” donde por una parte exhibe un aparente apego a la legalidad constitucional y, por otra parte, no desaprovechan oportunidad para insistir en los caminos antidemocráticos que han ensayado en forma fracasada, en su empeño por hacerse del poder y derrotar a la Revolución Bolivariana y su proyecto de cambios en nuestro país.
Por una parte, están quienes han ejercido la hegemonía dentro del liderazgo (bastante descalificado) de la oposición venezolana, que son el llamado “G4” conformado por las organizaciones Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática (fracción Henry Ramos Allup), que han resuelto en acuerdo con sus amos del Norte (EEUU), “regresar” a la vía democrática en la actual etapa.
En apariencias dejan atrás las tropelías cometidas, que han incluido el despojo y robo de activos de nuestra nación, intentos de invasión extranjera, realización de golpes de Estado, magnicidio frustrado e imposición de medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas “sanciones”), que han causado un daño inmenso a nuestra población.
El propio expresidente de EEUU Donald Trump recientemente ha confesado pública y descaradamente su actuación criminal por lograr el colapso de nuestro país, por solicitud y en apoyo de estos apátridas dirigentes opositores venezolanos durante su gestión de gobierno (2017-2020). El más absurdo intento desestabilizador fue el fallido “interinato” a través del cual han robado y siguen robando los dineros pertenecientes a todos los venezolanos.
Como continuidad de esta tragicomedia reafirmaron una “Asamblea Nacional del 2015” ya inexistente, al haberse vencido su período en el año 2020. Solo existe en Venezuela una sola Asamblea Nacional (AN) legítima, electa y en vigencia desde enero de 2021, con mayoría bolivariana. Estos opositores pretenden seguir expoliando nuestra nación disponiendo en forma definitiva de la empresa estatal CITGO, que ha sido saqueada con el aval de EEUU.
El gobierno estadounidense de Joe Biden entregó más de US $ 300 millones a quien usurpa las funciones de presidenta de esa AN ilegal, dinero que de seguro usará el G4 y Primero Justicia en los pagos a su nomina de activistas tarifados y para financiar la campaña electoral que tienen en desarrollo.
Ellos se han apoyado en toda una “narrativa” (como mentira repetida muchas veces, para “validarla”), tal la calificó el actual presidente brasileño Luis Ignacio Lula da Silva, en el encuentro latinoamericano que realizó recientemente en Brasilia. Han realizado una brutal campaña mediática para justificar todas sus acciones desestabilizadoras y destructivas hacía nuestro país. Se ha tildado de ilegítimo y de “dictadura” al actual gobierno bolivariano encabezado por Nicolás Maduro Moros, ganador de las elecciones presidenciales de 2018, donde este sector de la oposición hegemónica del G4 no participó por expresa directriz de EEUU.
Todos los esfuerzos de dialogo democrático, donde el Gobierno Bolivariano siempre ha asistido, han resultado un fracaso. En la última convocatoria en México (noviembre 2022) está oposición extremista se comprometió a “entregar” una cantidad del dinero “congelado” por EEUU a Venezuela (se habló de US $ 3 mil o 2 mil 700 millones) por la vía de la ONU para ser asignados a la atención de obras sociales en nuestro país, y luego del compromiso asumido, sus dueños estadounidenses negaron tal moción, y la denominada Plataforma Unitaria del G4 simplemente incumplió lo acordado.
Es de resaltar también la iniciativa del presidente colombiano Gustavo Petro, a finales de abril de este año, al convocar una “cumbre” en Bogotá de unos 20 o más países de la región y más allá, donde el centro de la temática fue la necesidad de levantar las llamadas sanciones a Venezuela, que culminó sin ningún resultado; ya que su declaratoria final, influenciada por la posición intransigente de los EEUU de no ceder en su agresión (al menos 15 de los países asistentes se pronunciaron en contra de las “sanciones” a nuestro país), fue una simple arenga repetitiva de los aspectos ya conocido por todos en los diálogos frustrados que se han realizado.
La jugada presente de esa oposición extremista del G4 es la convocatoria a unas elecciones primarias donde supuestamente se debe elegir a un candidato único para las elecciones presidenciales del 2024. A eso están dedicados, siempre con los tropiezos de sus propias contradicciones y exclusiones. Luce bastante complicado que se pongan de acuerdo tanto los integrantes del G4, como los que pretenden participar fuera de este sector, y obviamente habrá quienes definitivamente no serán aceptados en esas primarias y no les quedará otra opción que lanzarse por separado.
El tema de las primarias opositoras está en desarrollo, ahora con la decisión de hacerlas “auto gestionadas”, es decir, sin el Consejo Nacional Electoral (CNE), que a su vez actualmente está en proceso de reelección de su junta directiva.
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También está el sector opositor identificado como “Alianza Democrática”, presente en el Parlamento Nacional con unos 20 diputados, que mantienen “divergencias” con el G4, pero no representan nada distinto. Este sector tiene la visión de la “restauración” de la fallida democracia representativa del puntofijismo adeco-copeyano, entreguista a los EEUU, que durante 40 años aplicó el terrorismo de Estado en Venezuela con alto saldo de víctimas (más de 11 mil, entre presos, torturados, desterrados, asesinados y desaparecidos), según el “Informe sobre Crímenes Políticos / 1958-1998”.
Los otros factores opositores de influencia más localizada no tienen tampoco un plan que pueda representar alternativa distinta para el pueblo venezolano en cuanto a un desarrollo económico y social independiente y soberano. El supuesto sector disidente del chavismo, además de diminuto, no desarrolla políticas distintas y/o alternativas que reivindiquen el antiimperialismo y nuestro desarrollo autónomo como nación.
Es la realidad actual en Venezuela. Varias oposiciones con sus predominios de acuerdo a su incondicionalidad con los EEUU y una identidad plena en el objetivo de lograr un cambio de gobierno en Venezuela que trasciende lo electoral y el juego democrático. La expresión extremista de “Vamos hasta el final” corrobora que existe la intención de insistir en perturbar la paz ciudadana en nuestro país de no lograr una elección favorable a sus intereses.
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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.
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