Del Medanal venimos-José David Capielo-Enrique Arenas
José David Capielo autor de la columna Del Medanal Venimos

Volví a una nueva estancia en Caracas entre mediados de 1984 y 1987. Años de resistencia y perseverancia en los compromisos políticos, asumidos además con la incorporación de una nueva compañerita de ruta, nuestra hija.

Estimaba que integraríamos algún equipo de trabajo de propaganda partidista. Fue una etapa de vinculación individual cumpliendo algunas tareas de apoyo y comunicación. Se requirió de presencia militante para las actividades políticas, por mínimas que fuesen, y a ello nos avocamos como un equipo de dos, ahora amorosamente en vísperas de multiplicarnos familiarmente.

De entrada debimos resolver la sobrevivencia en esa nueva estadía capitalina. Mi compañera, con unos familiares, logró conseguir alojamiento por un tiempo. Igualmente logré una estadía momentánea con amigos colaboradores. Resolvimos lo financiero con trabajo a destajo, algunos ahorros y colaboraciones. Luego mi compañera logró ser contratada en una revista especializada. Esto representó un gran logro ante su ya evidente embarazo. Posteriormente logramos compartir un muy pequeño anexo alquilado desde donde cumplimos la rutina de trabajo y activismo político.

Previo a la Navidad de 1984 viajamos a Coro en visita familiar. Mi compañera tuvo laboralmente su respectivo permiso prenatal. En esa ocasión, una de mis hermanas, radicada en Paraguaná, le propuso a mi compañera que se quedara en su casa hasta el alumbramiento de la niña. Fue un gesto altamente solidario y como tal fue asumido. Regresé solo a Caracas a inicios de 1985, esperando resolver la consecución de un sitio más adecuado para el alojamiento de nuestra familia.

Ya para el nacimiento de nuestra hija (finales de enero 1985) había logrado yo alquilar otro anexo algo más espacioso y aireado, en las afueras de Caracas. Mi compañera regresó con la bebé aproximadamente a finales de marzo de ese año, para luego reintegrarse a su rutina laboral. Debimos resolver igualmente lo referente al cuidado de la niña, con alguna madre cuidadora o guardería. Todo un transitar difícil y a la vez afectuoso para salir adelante en las nuevas circunstancias.

 

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Una anécdota de esa etapa está referida al fallecimiento en Caracas, el 16 de febrero de 1985, del Cantor del Pueblo Alí Primera. Alí sufrió ese día un terrible accidente automovilístico y murió esa madrugada, antes de llegar a su casa, en la autopista Valle-Coche. Me debatía entre asistir solidariamente a su “siembra” en Punto Fijo (desde el Rectorado UCV, donde lo velaban), ocasión además propicia para reencontrarme con mi compañera y mi hija recién nacida, a quien aún no conocía.

Por otra parte, estaban las actividades ya pautadas que había asumido conscientemente y que debía cumplir. Toda una contradicción que implicó quedarme en Caracas y asumir aquello que expresaba el paisano y eterno cantor revolucionario cuando le tocó afrontar simultáneamente la muerte de su querida abuela Mamá Pancha y el nacimiento de su último hijo, Juan Simón, a finales de 1984: “Tristezas a veces, alegrías a veces, equilibrio, hermano, equilibrio”.

Proseguí cumpliendo esa cotidianidad de resistencia y compromiso, perseverando siempre y obviamente con el apoyo de mucha gente amiga nuestra y de la revolución. Reivindico integralmente esa solidaridad expresa que ha existido en nuestro pueblo, que incluye a nuestros amigos colaboradores y seres más queridos, sin la cual no hubiese sido posible echar adelante en medio de las dificultades de entonces.

Ya para 1986 logramos alquilar un pequeño apartamento, igualmente en las afueras de Caracas, que representaba todo un peregrinaje en el traslado diario, pero a la vez un sitio no solo de pernocta, sino de mejor compartir familiar. La compañera estuvo además trabajando por más de un año como secretaria en un gremio profesional, a través del cual logramos colocar a nuestra hija en un maternal especializado con pago solidario.

Estuvimos largos períodos sin ningún contacto con la estructura partidista. Al parecer la mayoría de esfuerzos estuvieron dedicados a la reconstrucción del aparato armado en el oriente, lo cual no era nuestra fortaleza y por ello debimos aguantar esta incomunicación, que resultaba por momentos angustiante, en especial para quienes nos formamos en la actividad política abierta.

A comienzos de 1987, nos comunicaron que íbamos a ser adscritos al frente legal, restablecido con parte de los camaradas presos políticos liberados. Debíamos, como siempre, “esperar los contactos” para integrarnos a las nuevas tareas.

Pasados unos dos meses decidí individualmente acercarme a la parada del Hospital Clínico Universitario de la UCV, en el centro de Caracas, y allí logré contactar a uno de los camaradas “legales” que yo conocía, y sin más retardos me incorporé a las responsabilidades asignadas. Regresaba así al frente de masas al que había pertenecido desde un inicio…   

 

 

“…ha emergido una nueva metodología de conocimiento de lo social que se apoya en la experiencia de lo vivido, en la subjetividad como forma de conocimiento, tan válido como los números, los modelos, las curvas o cualquier otro instrumento estadístico”. (Profesor Víctor Córdova. UCV, 2003)

 

 

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José David Capielo Valles es ingeniero agrónomo y magíster en Desarrollo Rural, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Campus Maracay. Nacido en Coro, estado Falcón, en 1949. Es docente jubilado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), Núcleo Canoabo (2016). Es locutor, comunicador alternativo y colaborador de Ciudad Valencia desde 2014.

 

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